La crisis
sanitaria ha sido la oportunidad perfecta para reforzar nuestra dependencia de
las herramientas informáticas y desarrollar muchos proyectos económicos y
políticos previamente existentes: docencia virtual, teletrabajo masivo, salud
digital, Internet de las Cosas, robotización, supresión del dinero en metálico
y sustitución por el dinero virtual, promoción del 5G, smart city… A
esa lista se puede añadir los nuevos proyectos de seguimiento de los individuos
haciendo uso de sus smartphones, que vendrían a sumarse a los ya existentes en
ámbitos como la vigilancia policial, el marketing o las aplicaciones para ligar
en internet. En conclusión, el peligro mayor al que nos enfrentamos no es que
las cosas «se queden como estaban», sino que vayan a bastante peor.
JORGE RIECHMANN Y ADRIÁN ALMAZÁN
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Son esos que
te recuerdan una y otra vez, salvando la distancia generacional, que
el Apolo 13 no se hubiera desintegrado en el firmamento si el
conductor hubiera comprobado bien la presión de los neumáticos de la nave en el
taller de su pueblo, que son muy cabalitos. Son los que largan sin despeinarse
una sola terminación sináptica, una neurona. Los que tienen más lengua que
inteligencia. (…)
Ahora se
debate mucho sobre si ha de ser el Estado, las autonomías, la corona, las
provincias, Franco, las comarcas, los pangolines o los municipios los que deben
de asumir el generalato en esta crisis. Tenemos más opiniones que miedo. Más
aullidos que incertezas. Más cojones que espermatozoides. Más sujetador que
tetas.
Parece
mentira que tanta ciencia, tanto libro, tanto laboratorio, tanta red social y
tanta universalización del saber wikipédico nos haya arrebatado ese dolce
far niente (y todo) que es la duda. Si hoy le hablas a alguien de
Descartes, arroja unos naipes al tapete y te contesta con mucha autoridad:
--A mí dame
tres.
De un artículo de ANIBAL MALVAR –
(PÚBLICO 6-05-2020)
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EL BOBO DE
KORIA (RECOPILADOR)
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