defensión

Me niego a decirte que el fracaso me de miedo
Dejo para mis mentiras la forma de contarlas
Engalano los oídos de quien me escucha
Con mieles preparadas en laboratorios

Participo del mismo juego que todos
Fabricando muecas nuevas cada día
¿Te fijaste en la última?
¡Que derroche de talento!

La vergüenza nunca es suficiente
Para enrojecernos las caras
Ni la mía ni la de nadie
De ahí que el surco sea tan profundo

Las heridas siempre son superficiales
Apenas arañazos
En la farsa de quien las infringe
Se descubre que sobra cordura

Los náufragos acaban varando en playas concurridas
Donde no serán tenidos en cuenta
Por eso duele tanto contemplar:
La profundidad de los pasos impide sacar el pie de la huella





rafa becerra

de terremotos y semanas santas...

Hay mañanas en las que la vergüenza me ahoga. En las que las caras sonrientes de falsedad me saturan. Esos malditos televisores y sus malditas declamaciones. Allá donde vaya los encuentro.
Hace tiempo conocí a un hombre con el que trabaje dos años en una carpintería de aluminio. Nos fuimos de allí casi al mismo tiempo, yo al paro, y el a montar su propio negocio, un bar. Hablando muchas veces le dije que no pusiera televisión en su bar. Que ya teníamos bastante, se lo decía por el rechazo que siempre me supuso las televisiones en los bares. Cuando entras en uno, y están todas las personas pendientes de ellas, da igual lo que pongan, un partido, publicidad, o el noticiero que toque en ese momento.
La imagen de varias personas mirando hacia la televisión, ausente de lo que ocurre a su alrededor, ajena a la vida que los rodea se me hace insoportable.
Mi amigo me dijo que era imposible, que tenia que ponerla, que la gente la pedía. Ya lo sabía. Al igual que sabia que repetir una mentira mil veces la convierte en verdad, como hacen en la televisión, apoyados por la prensa y la radio.

Antes de ayer hubo un terremoto en el centro de Italia, nadie sabe cuantas personas hay sepultadas bajo los escombros, enterrados en el propio piso que muchos no habrán podido ni pagar, enterrados en sus hipotecas. Me consta que hay muchas personas a las que en una situación como esa, cada segundo les duele, les duele porque saben que cada segundo que pasa, es un segundo menos de vida para el que permanece sepultado y vivo aun bajo un desecho arquitectónico. Por el contrario, también me consta que hay personas que respiran aliviados de que no les haya tocado a ellos, y ponen tierra de por medio, con el objetivo de olvidar rápidamente lo sucedido y volver a su tranquila cotidianeidad.
La televisión y la prensa los presenta como héroes, a los segundos digo.
La noticia repetitiva estos días y que me ahoga de vergüenza es la que con una sonrisa de jesuita, falsa y venenosa a la vez los presentadores de telediarios se congratulan en dar: los estudiantes españoles que había en Italia de Erasmus ya están en casa. Les entrevistan en el aeropuerto, donde dicen que a trescientos metros de sus casas había muerto gente, dicen que ya están repuestos y que no piensan volver. Es muy respetable, pero lo que no lo es tanto, es que esos medios de comunicación se empeñen en convertir a los cobardes en héroes, que por el echo de salir corriendo de un lugar donde sus manos son necesarias e imprescindibles, huyendo de ayudar a alguien que los necesita, nuestra televisión y nuestra prensa nos los muestre, como ejemplo de lo que quieren que hagamos todos, salir corriendo y volver a la protección de ‘papa-estado’ Sin saber que un terremoto no entiende de países, que lo mismo mañana ocurre aquí, ¿Qué diríamos al ver que todas las personas extranjeras que viven, trabajan, estudian o veranean, salen pitando, diciendo que no piensan volver, mientras los llamamos por un agujero de nuestra vivienda sepultura? ¿Qué nuestro vecino sale corriendo a casa de su abuela en la sierra, diciendo que solo piensa en olvidar y dando gracias de que no le haya tocado a el?

Por eso me ahoga la vergüenza. Por tanta cobardía, por tanta ignominia, por tanta infamia. ¿En que nos hemos convertido? ¿No se han dado cuenta? Detrás de cada uno de nosotros va un ser invisible portando una palangana con agua. Para que llegado el momento podamos lavar nuestra conciencia de cobardía, de indiferencia, de crueldad…y quedar limpios e impolutos otra vez… ¡que asco de humanidad!


el reverendo Yorick

confesión

Soy yo quien reniega de tus dioses. De sus templos-museos de la hipocresía. También reniego de tus fiestas, de esas que sigues todos los años felizmente, con otros muchos como tu, y que te embotan de una realidad a la que vuelves la espalda. Del mismo modo reniego de tus gobiernos, los que crees que eliges, mediante la falacia de tu derecho al voto. Asimismo reniego de tus leyes, las que te son impuestas, y aceptas sin rechistar.

Soy yo el enemigo de tu paz, la que condena al silencio, la que excluye y la que esclaviza a todo aquel que no esta tocado por el dedo de tus dioses.
Así acepto convertirme en perseguido, en odiado, en ser el epicentro de tu miedo, que me condenara y me difamara para que tus hijos no tengan pesadillas en la noche.
Detrás de mi esta toda la historia de los oprimidos. Detrás de ti, la de los opresores.
Solo por ser desafecto de tu mundo, atraeré hacia mí, el temor y el odio de ti y de los tuyos. Solo por ser y declamar que reniego de tu orden, de tu pulcritud, de tu perfección, de tu virtud, de tu fe, de tu historia y de tu poder, condeno mi futuro puesto en tus manos desde mi nacimiento, solo por eso, espero que en cualquier momento tu mirada de odio se vuelva hacia mi, en busca de la venganza, que arrasara mis huellas en el tiempo. Sea entonces lo que tenga que ser. Pues si yo no surgí de la nada, otros encontraran los pasos que yo seguí, otros estarán siempre ahí, en la frontera de tu miedo, en el punto que desequilibra tu falso universo, donde no te sirve la oración piadosa a tus retablos de cartón-piedra.



Yorick.