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Democracia + Fascismo = Demofascismo = Fascismocracia

Los diccionarios suelen definir a la Democracia, como un régimen político en el cual la soberanía pertenece al pueblo. Los diccionarios políticos ahondan un poco más en dicha definición, hablando de: Democracia directa
(Sin intermediarios) Democracia parlamentaria (Delega en un parlamento la toma de decisiones) Democracia autoritaria (El pueblo delega en un solo hombre: Autocracia, Aristocracia) y Democracia Social (Separación de poderes)

De la misma forma, al hablar de Fascismo, los diccionarios hablan de una forma de totalitarismo que pretende la estricta reglamentación de la existencia nacional e individual, de acuerdo con ideales nacionalistas y militaristas. Los intereses contrapuestos se resuelven mediante la total subordinación a su líder. El fascismo basa sus ideas y formas en el conservadurismo extremo.

Ahora si tomamos como ejemplo la Democracia que sufrimos en nuestro país, teniendo en cuenta las definiciones anteriores, podríamos sacar orondas conclusiones que nos lleven a entender que de lo que llamamos Democracia solo queda el nombre, y que lo que de verdad nos rige, con la absoluta complicidad del pueblo es un Neofascismo encubierto cuyo principal interés, es la toma del poder, y desde allí, mediante zalameros disfraces hacerse con la opinión pública consensuando su pensamiento de forma que la sociedad en general no intervenga en modo alguno en su toma de decisiones.
Esta, por su parte, mediante el sistema electoral, delega absolutamente la toma de decisiones a unos partidos políticos, y a unas listas electorales cerradas y lejanas, donde unos señores que nadie sabe de donde han salido (claro que se sabe) dicen ser los más preparados para defender y poner en práctica las necesidades de la sociedad. Curiosamente, existe una ley electoral, que beneficia claramente a los partidos mayoritarios, de forma que los votos no cuentan igual en unas regiones que en otras, asegurándose de esa forma, que el poder siempre esté en manos de los mismos, que descaradamente juegan al bipartidismo, con la complicidad de partidos nacionalistas que beneficiados por dicha ley electoral, abordan sin pudor las principales decisiones de la política estatal.
Cerrándose las puertas definitivamente para partidos pequeños que condenados a la segunda fila se burocratizan perdiendo al poco tiempo el ideario y la finalidad para los que fueron creados.

La evidencia principal a la que nos lleva este análisis, es a que estamos dominados por una Clase Política que se perpetúa, y que aprende constantemente de sus errores, levantándose siempre más fuerte. Que esta clase política pertenece históricamente a la clase dominante de este país, a los que siempre tuvieron los medios de producción, y la explotación de los recursos naturales. Dueños absolutos de los beneficios económicos, y dueños asimismo de la gran estafa que significa un sistema político que aparentemente no sería posible sin la participación del pueblo, pero que en realidad dicha participación no es más que una falacia inventada para acallar las voces más críticas al mismo.

Estamos pues inmersos en una rueda que nos aprisiona en nuestra existencia, condenándonos a vivir en una cuidada forma de esclavitud que mediante un enorme aparato propagandístico nos incita a un consumismo desbocado y a una horizontalidad absoluta de pensamiento. Controlando todas las fases de nuestra vida, mediante la educación, la religión, la política, el ocio, etc. Y de la que sin un juicio clarividente, y unas ganas enormes de ser nosotros mismos, desde nuestras humildes personas e ideas, no saldremos nunca. Y los ejemplos de manipulación política pueblan la historia. Bastaría una lectura crítica de la misma, para llegar a las mismas conclusiones que se exponen aquí. Pero ese es un camino que debe empezar cada uno de nosotros, aquí solo se muestra una de sus puertas.


el reverendo Yorick.


Esta es la única pistola que debería tener todo aquel que sueña con ella. Todo el que la lleva diciendo que lo hace en nombre de la paz. Todo el que cubre su presencia con excusas y mentiras, justificando que es necesario su uso solo cuando la porta él. Todo el que dice sin vergüenza que su presencia en este mundo es necesaria para por medio de la intimidación, en el mejor de los casos, imponer una paz y una libertad tan falsa como imposible mientras esta no surja espontaneamente y sin coacción alguna.

Ya solo falta que todos aprieten el gatillo a la vez.

los hijos

Todos los días, antes de entrar en el trabajo, me paro en alguna esquina y leo algunas páginas del libro que me ocupa en ese momento. Una de esas esquinas me gusta más que otras. Está relativamente alejada del tráfico, y da entrada a una estrecha calle peatonal. Desde hace días me gusta por otros motivos. De uno de los portales de viviendas que hay en la calle, sale todas las mañanas una niña de unos cuatro años con su padre.
La pequeña todos los días me saluda con su vocecilla estridente: ¡Hola señor! Yo le devuelvo el saludo encantado, mientras su padre, ignorándonos a los dos ni siquiera gira la cabeza.
Todos los días que la veo, me pregunto quién debería enseñar a quién, si el padre a la hija, o la hija al padre.
Por la edad que tiene, calculo que en tres o cuatro años esa inocencia y espontaneidad que muestra habrán desaparecido, sustituidas por el rictus de seriedad y desprecio de su progenitor hacía lo extraño. Pues la educación creada por la sociedad en todos sus campos, y empezando por la propia casa, es la encargada de castrar esa natural disposición de los seres humanos a la comunicación, sustituyéndola por un sentido de la competitividad y de desprecio hacía el más débil o el más despreocupado. No queremos ver todo lo que los niños nos enseñan, nos muestran sin reparo como fuimos nosotros hace muchos años, así como lo equivocados que estamos reprimiendo en ellos lo que fue reprimido en nosotros.

Al llegar la adolescencia, toda esa crueldad aprendida, todo ese deseo constante de ser el más fuerte o de ser la mejor se manifiesta sin pudor alguno. Los padres aparentan estupor y preocupación cuando aparece alguna noticia sobre comportamientos violentos o humillantes de jóvenes contra otros jóvenes. Sin caer en la cuenta de que con esa frase presuntamente inocente: -Habría que hacer algo- Están soltando la cuerda de la represión sobre sus hijos. Habría que hacer algo. Si. Pero no delegar en un sistema educativo cruel y coercitivo, que crea una ley del menor donde estos son excluidos y tratados como delincuentes, en los casos donde su supuesta educación se les va de las manos.
Habría que hacer algo estando cerca de esos hijos a los que claman su amor, y a los que nunca les falto de nada según ellos. Aunque les faltó lo más importante: Estar a su lado, escucharlos, tratar de comprenderlos, y quererlos de verdad, en vez de claudicar completamente la resolución de los problemas a la sociedad y al sistema educativo.

Ocurre, que cuando vemos a nuestro alrededor dictadores, torturadores, asesinos, banqueros implacables, empresarios explotadores, curas pederastas etc, etc, etc. Nunca pensamos que estos también fueron niños, y que los nuestros, esos a los que decimos querer tanto, el día de mañana quizás que se conviertan en esos monstruos a los que tanto tememos. Y la única postura de sus padres sea justificarse y decir que no saben donde se habrán equivocado.

Lectura recomendada: William Golding. –EL SEÑOR DE LAS MOSCAS-


El reverendo Yorick.