Claro

Hai que ter moi claro dende un principio o que se quere contar, expor ou
facer ver.
Seguir leyendo...

A min xa me soa bastante mal iso de "facer ver" coma se os demáis foran
cegos ou algo así. Así que non, non me dá a gaña de ter claro o que quero
poñer nas liñas que escribo. Entre outras cousas porque non teño nada claro.
Pero nada e o digo coas palabras de moda ou sexa que non teño nada claro
"globalmente". Tampouco localmente, glocalmente, loglacmente ou
individualmente mais digamos "globalmente" que queda superguai.
Non teño claro que fago coa miña vida, non teño claro que fan os demáis coa
súa. Aínda que segundo contan deberíame dar igual totalmente o que fagan os
demáis. Mais pola miña experiencia propia e individual, a min os demáis
inflúenme terriblemente. Non sei aos demáis, mais a min os demáis impórtanme
para ben e para mal.
Impórtanme porque cando me ergo da cama escoito aos carros da rúa que
normalmente (agás en soños) conducen os demáis. Despois vou á cociña e
almorzo productos case sempre manufacturados, e case sempre manufacturados
polos demáis. Modificados xenéticamente ou non, mais sempre manufacturados
polos demáis que non son eu. Logo prendo a radio onde falan os demáis, onde
tocan e cantan os demáis e ademáis prendína nun aparello que foi
manufacturado polos demáis.
Alguén (dos demáis) poderíame decir que quedara na cama mais a cama é un
producto manufacturado polos demáis con sabas e cobertor que tampouco fixen
eu, a cama ás veces si que a fago.
Ao sair á rúa encóntrome cos demáis en persoa(s) e teño que apartarme ou
moverme para non ser atropelado por peóns ou carros. O ruido dos carros que
entra nos meu oídos é producido polos demáis e cando me atosigan no
supermercado á hora de elexir un queixo sempre son os demáis, non son eu, de
verdade.
Se quero ir por un paquete a correos sempre é alguén que non son eu quen me
dí que volva mañá que non me corresponde recollelo hoxe. De feito quen me
enviou o paquete que non puiden recoller foi outro ou outra.
Nas épocas que traballo o fago para outros e nas épocas que non, teño que
selar a tarxeta de demanda e sempre o fan outras persoas que non se chaman
(normalmente) coma min. Con nome e apelidos, claro.
Sen embargo moita, moita xente sempre me dí que me ocupe do meu, que non me
importen as cousas dos demáis, que pense en min e na miña felicidade e que
aos demáis que lle den!
Que lle den que? Troco, tickets, bolsas, cigarros, berros, parabéns, saúdos,
insultos, café?
Non consigo, e ao millor é porque son moi inxenuo, despistado ou cínico,
comprender á xente que dí que os demáis non importan. Cando chaman por
teléfono ofrecéndome cincocentos mil "metabaits de adsl" impórtame aínda que
non colla o aparello. Cando alguén se dirixe a min nunha cafetería pedíndome
lume non podería deixar de importarme aínda que non lle dera á persoa en
cuestión o desexado lume porque tomaríame por xordo e insistiría etc etc
Definitivamente que eu saiba vivimos en sociedade, somos humanos e
sociables, e por esta razón importan moitísimo os demáis. Sobre todo se se
ten o ideal que a sociedade que formamos os humanos sexa unha sociedade
millor, xusta e onde non exista o abuso e todo tipo de lacras como fame,
guerra, control, destrucción do meio onde habitamos etc.
Como me van dar igual os demáis para ben e para mal. Vamos home/muller!!

KLIMT EDWOOD

¿Qué es ser progre?

¿Cómo ve el mundo un progre?

Progre” es el apócope de “progresista”, utilizado con voluntad denigratoria y resaltando las limitaciones de una ideología que no llega a tal, sino que más bien es una concepción del mundo. “Progresía”, por su parte, se utiliza como sinónimo de feligresía “progre”.

El “progresismo” es tan limitado en lo ideológico que “progre” se adapta mejor a sus contenidos, de la misma forma que un dinosauro político indocumentado no es un “reaccionario” sino más bien un “regre”. Lo “progre” y lo “regre” son las dos caras de la misma moneda: la de la estupidez aplicada a la política y al día a día.
Seguir leyendo...


La naturaleza “progre” viviseccionada

El “progre” se ve aureolado de tres rasgos que definen su médula:
1) De cara al sistema político es “renovador, reformista e innovador”
2) De cara a sí mismo es “tolerante, humanista y laico”
3) De cara a su ubicación es “de izquierda”, “de centro izquierda” o “centrista” (y si es centrista, por supuesto, se reafirma diciendo que es “de centro “progresista” porque más acá de la izquierda hay que añadir una muletilla).

Es difícil no considerarse “progre”, porque, en principio los dos primeros rasgos no los puede negar nadie. Nadie con dos dedos de frente se encierra en un bunker político negando la necesidad de reformas y renovaciones. En tanto la sociedad avanza y evoluciona (o involuciona), siempre es preciso introducir correcciones al sistema. Así mismo, es difícil negar que “tolerante” y “humanista” son posiciones más ciertas que “intolerante” e “inhumano”. Y lo laico siempre será más árido, pero más racionalista, que cualquier forma de pensamiento mágico.

El “progre” y su ubicación política

Pero lo más sorprendente es que todo “progre” se ubique del centro a la izquierda del panorama político. No hay “progres” de derecha o al menos no son creíbles ni tolerables por los “progres” con marca de autenticidad. Esto crea algún problema, a la vista de que ese espacio político es tan amplio como heterogéneo.

El “progre” para serlo, debe ser de izquierda.

El “progre” centrista es un falso “progre” o un “progre” emboscado, y a éste se lo define como “oportunista” (y seguramente lo es). El verdadero “progre”, como mínimo, está ubicado en el “centro-izquierda” y, a partir de ahí, llega su presencia hasta la extrema-izquierda. Esto explica muy a las claras por qué el “progre” es “antifascista”, pero no “anticomunista”.

A decir verdad, si el “progre” fuera “tolerante, humanista y laico”, difícilmente podría encajar con una doctrina que, desde Marx hasta que fue arrojada a las letrinas de la historia, sus tres rasgos esenciales eran su intolerancia, sus contenidos inhumanos y su formulación con forma de religión laica.

Si ellos dicen que son “progres”, es que lo son, y poco importó el estalinismo, el castrismo, simplemente, propusieron esa bonanza de la dictadura del proletariado, quintaesencia del pensamiento mágico y mesiánico aplicado a la política.

Es curioso, porque hubo un tiempo en el que el marxismo (y su precedente, el socialismo utópico) era de una austeridad propia de los profetas del desierto. No es por casualidad que el sufragio femenino naciera en esos lugares. Era el tiempo en el que una parte de la “izquierda progresista” condenaba a la sexualidad como una manía pequeño-burguesa que alejaba de los verdaderos problemas del proletariado y creaba vicio y perversión en los militantes obreros. Esta doctrina duró en algunos sectores hasta finales del siglo XX.

Los maoístas siempre sostuvieron que un maricón era alguien para el que el ano del amante era más importante que la “lucha del proletariado”, la “guerra popular prolongada” o la “insurrección armada de masas” y, lo por tanto, prescribían la abstención en materia sexual. En esa misma época y desde principios de los años 70, otra secta izquierdista, el “trotskysmo”, ya se dio cuenta del inmenso potencial que albergaban los movimientos de liberación sexual y constituyeron los primeros núcleos de los futuros “partidos de colores”.

El “progre” y el comunismo histórico

El “progre”, para serlo, debe ser asimétrico en su forma de ver las cosas: antifascista por un lado, mirará con simpatía al comunismo y a la historia del movimiento comunista.

El “progre”, la religión y el laicismo

Las relaciones del “progre” con la religión son particularmente sorprendentes. El “progre”, en sí mismo, suele definirse como laico, lo cual no está reñido con que algunos afinen un poco más y reconozcan que tienen fe religiosa, pero que ésta se aplica solamente a la esfera personal. Eso está bien. Les pierde la simpatía por los “movimientos apostólicos de base”, es decir, si les va algún tipo de religión es la religión de la no-religión, esto es, el cristianismo postconciliar.

Un “progre” no albergará el menor problema en comulgar con una hostia que le tenderá el islamista que se siente junto a él el día en que las cámaras de TV lo registren. Será de buen tono que considere esta “comunión” como “aproximación a los que sufren”, pero nunca –y esto es definitivo, nunca– como una liturgia y un ritual religioso (porque si para él la religión católica debe ser algo, debe ser desprovista de liturgia, rito y dogma, convirtiéndose en la ideología “progre” rotulada como religión).

El “progre” defenderá a capa y espada el laicismo del Estado y también en esto incurrirá en una curiosa contradicción. Poco importa que la religión católica sea la tradicional de Argentina, y que difícilmente podría entenderse nuestra historia desconociendo el hecho católico, lo que realmente le interesa es que la enseñanza de la religión no se enseñe en las aulas y, si hay que hacerlo, sin duda el catolicismo debe estar en pie de igualdad con cualquier otra religión “para que el alumno conozca y elija”…

El “progre” y el sentido de la historia

El “progre”, en este como en cualquier otro aspecto de su vida, suele confundir sus deseos con la realidad. Nadie niega la necesidad de reformar constantemente la sociedad, si no funcionan las reformas en una dirección habrá que hacerlas en otra. En esto de las reformas los dogmatismos sobran. Eso es lo razonable, por tanto no es lo que cabe en la mentalidad de un “progre”.

Para el “progre”, la historia es unidimensional, lineal y siempre ascendente. Existe un sentido de la historia para el “progre” y ese sentido es hacia delante y hacia arriba. Así pues, todo lo que vaya en esa dirección, esto es, que no se haya ensayado anteriormente, es positivo, saludable y lo que pide la situación.

El “progre” nunca mira hacia atrás en busca de inspiración: si no es completamente ciego –que también puede ocurrir– mira sólo hacia delante en dirección siempre a las novedades nunca antes ensayadas y de eficacia indemostrable. Suele ocurrir que, con una frecuencia inusual, sea peor el remedio que la enfermedad.

En la educación es, sin duda, donde los “progres” han metido más sus garras, y es la escuela una de las instituciones que sufren una crisis profunda en nuestro país. La enseñanza es, a decir verdad, la pira de las esperanzas “progresistas”.

Ni una sola de sus intuiciones se ha demostrado eficaz y, a medida que se han ido aplicando unas y otras, el sistema educativo ha ido decayendo sin grandes esperanzas de recuperación inmediata. La fuga hacia la enseñanza privada de la población que se lo puede permitir, es una evocación del momento en el que los náufragos del Titanic se abalanzaron hacia los botes salvavidas.

El “progre” y la ecología

No es raro que, a la vista de lo visto, el “progre” se refugie en campos que, a primera vista, solamente él domina. En la ecología, por ejemplo, hay acumulación de “progres” como en ningún otro lugar. Nuevamente aquí, el “progre” se ha revestido de los rasgos apocalípticos, mesiánicos y escatológicos del profeta iracundo del Antiguo Testamento.

También aquí se produce la paradoja de que los actos desmienten las palabras del “progre” que, una vez más, parece decir: “fíjense en lo que digo pero no en lo que hago”. Salvo honrosas excepciones, el “progre” de montón no acompaña sus jefes en la lucha sobre el calentamiento global, el agotamiento de recursos o lo insostenible del desarrollo, aplicándose el cuento y moderando su consumo energético, acudiendo a los transportes públicos y reciclando, sino que suele hacer una vida como el regre más regre del universo regre.

Salvo en sus palabras, el “progre” no hace nada por el medio ambiente. Además, conoce las necesidades de conservación (la palabra conservación produce estremecimientos en el “progre” salvo en materia ecológica) del medio de manera completamente aproximada. Los campesinos son, además de la clase más conservadora, los que mejor conocen las necesidades ecológicas del medio. Raro es que un campesino haga algo contra el medio ambiente del que, necesariamente, vive.

Pero el ecologismo tiene tanto que ver con los agricultores como el “progre” con el sentido común. Superficial entre los superficiales, el “progre” repetirá la necesidad de aplicar el protocolo de Kyoto sin tener una idea muy exacta de lo que es. Le alcanzará ver una mediocre y alarmista cinta de Al Gore para preocuparse por la tarde y volver a sus hábitos normales antiecologistas por la noche. Con todo esto su solidaridad con la naturaleza queda satisfecha. Acto seguido, abre la puerta de su automóvil y contamina como cualquier otro hijo de vecino, “progre”, regre o mediopensionista.

El finalismo “progre” y la negación de lo instrumental

El “progre” es fundamentalmente alguien que ejerce el noble arte de la solidaridad con una facilidad y una reiteración pasmosas: se solidariza con quien haga falta y donde haga falta. En su escala “finalista”, aquellos valores que contribuirán a hacer una sociedad ideal al final del camino son mucho más importantes que los valores “instrumentales” que nos ayudan en el día a día a llevar una vida mejor y a hacer más soportable la sociedad.

Los valores finalistas a los que se apresta a transmitir la asignatura “Educación para la Ciudadania” son encomiables: pacifismo, solidaridad, humanismo, ecologismo, tolerancia… pero no dice nada de los valores instrumentales: jerarquía, lealtad, respeto, disciplina, autocontrol, espíritu de sacrificio, etc.

Y así se da nuevamente la paradoja de que un jóven educado en los nobles valores finalistas, modelo de virtudes cívicas del universo “progre”, sea un perfecto parásito en su casa y está dispuesto a solidarizarse con las mariposas del Amazonas en trance de desaparecer, por las talas sistemáticas de árboles, pero sea incapaz de facilitar la vida a sus padres o, simplemente, de tenerles un poco de respeto.

El “progre” y las “fuerzas de la cultura”

El “progre” sufriría mucho si fuera capaz de reflexionar sobre los problemas que genera su actividad. La política nacional e internacional, la educación, la ecología son terrenos en los que los fracasos “progres” se cuentan tanto como sus iniciativas. Pero siempre les queda la “cultura”. Porque el “progre” está convencido de que es una persona “culta”. Saber las cuatro operaciones matemáticas, habitualmente, las sabe, pero eso no le da necesariamente chapa de culturizado, aspira a algo más. La cultura “progre” es mediática, esto es más fácil.

De hecho, si hay un colectivo saturado de “progres”, es el de los actores. Casi todos quieren ser “progres” sin excepción. ¿Cómo se puede explicar a un actor que realiza su cometido cuando repite textos que otros han escrito, que cuando habla por sí mismo, expresando su opinión, frecuentemente hace el ridículo?.

Cuando un actor expresa sus opiniones políticas lo hace con una simplicidad propia de su vocabulario, pero eso no impide que se considere un “trabajador de la cultura” y, por lo tanto, perteneciente a una élite privilegiada. A veces un actor expresa sus criterios políticos mediante una pegatina en la ciudad capital.

Hubo un tiempo en que eran “panfletos parlantes”, hoy apenas son “percheros de pegatinas”. Su fiesta anual puede ser el Festival de Mar del Plata en nuestro país o los Premios Goya de España, que viene a ser como un reparto de la miseria. Sector subvencionado , el cine actual argentino muere de sobredosis “progre”.

El “progre” y las drogas

Hablando de sobredosis. El “progre” y las drogas constituyen otro capítulo sorprendente. La postura políticamente correcta del “progre” consiste en enfatizar sobre la despenalización de las drogas, de todas las drogas, menos del alcohol y del tabaco . En este terreno de las drogas, pensar en que un “progre” podría hacer realidad algún día su “proyecto” es, literalmente, aterrador. Miles de jóvenes comprando heroína y cocaína en los supers y robando al resto de clientes en la cola de la caja. Millones de chicos y chicas muy jovencitos tirados por las calles consumiendo droga a destajo y todos ellos con los vicios pagados por el erario público.

¿En eso consiste la legalización de las drogas? Seguramente es la visión que más se aproxima. Por si no hubiera suficiente con un “efecto llamada” para delincuentes, otro para los transexuales en busca de operaciones gratis, ahora lo que la totalidad del universo “progre” plantea es un efecto llamada para los descolgados de todo el mundo: “cuantos más seamos más nos posicionamos”.

Gracias a los “progres” hemos conseguido que, según la ONU, Argentina sea uno de los países del mundo que más drogas consume… según nuestra densidad poblacional. Finalmente, hemos logrado acercarnos a los países desarrollados en algo. El mérito es para la “progresía” que, en 1983, subió de la mano de Alfonsín enarbolando que con la democracia se come, se educa y se cura. Aquellas aguas trajeron estos barrosos caminos que estamos transitando.

Hasta aquí no hemos caricaturizado. Como máximo frivolizado, y lo justo. Los “progres” son así. El “progre” es lo que es, una contracción risible y grotesca surgida del universo más simplón de la izquierda. Un hombre de izquierdas es un “progre” ilustrado; un “progre” a secas es un pobre individuo con déficit de conocimientos reales e inflación de utopías.

Excelente análisis escrito por Hugo Siri y tomado de la página corrientes noticias y,
aunque está contextualizado en Argentina, es perfectamente extrapolable a la realidad del reino borbónico

Incendios

O tema dos incendios do verán pasado, dende o meu ponto de vista, marcóu un
antes e un despois sobre a concepción deles para ben ou para mal: a
sociedade no seu conxunto. Ben, digamos que boa parte da sociedade,
ataladrada polos medios de comunicación e pola idiosincrasia dos lumes,
durante ese verán (achegados en moitos casos á poboación) superóulle o
problema coma nunca.
Seguir leyendo...>

Algo que sucede de maneira superanómala (como se dí agora) dende hai trinta
anos ou máis, trasladóuse non só á xente de sempre senón, como dicía á
sociedade en xeral, e ademáis de maneira moi extendida.
Pero as mensaxes foron moi contraditorias de cando se producía toda a
barbarie do verán e cando cesou coma sempre polas inclemencias do tempo.
O motivo de expor este tema é o farto que quedei do verán pasado por moitos
motivos. Coma sempre ver arder os montes é o principal. E o frustrado que me
sentín por todas as alimañas políticas de todas as cores e de todos os
medios de comunicación tanto de "dereitas" coma de "esquerdas". A rabia que
sentín posteriormente cando comezou a chover e trocaban os discursos de
moita xente. O noxo de comprobar que unha xente que se dí "ecoloxista" non
paraba de afogar cos seus discursos as causas e as razóns reais dos
incendios do verán pasado e no fondo dos incendios de xa hai máis de trinta
anos.
Apetéceme despois de case un ano desafogarme de tanta auga enriba de tanto
lume provocado con algo que para min non ten punto de discusión e está
clarísimo aínda que manido por parte de moita xente, reinterpretado, dado a
volta de novo ata acabar sendo tildado por xente moi "progre" de
conspiranoia.
Pois non: atrévome, sen ningún problema, a dicir que máis do sesenta ou o
setenta por cento dos incendios dende hai trinta anos, incluidos os do verán
pasado e os que virán son causados por intereses políticos e económicos
exclusivamente. E "desgrano": motivos forestais, motivos industriais,
motivos estratéxicos, motivos enerxéticos, motivos inmobiliarios e
finalmente motivos puramente políticos (intimidación, cores políticas)
Hai máis de trinta anos galiza era moi verde. Demasiado. Aquí non se podía
facer negocio de nada. Non se podían construir casas, non se podían facer
autoestradas. As enerxéticas e forestais non podían facer un uso
"productivo" da terra. Galiza non era nada moderna, era completamente
asilvestrada. E iso tivo que mudar. A base de eucaliptos, a base de lume, a
base de domesticación constante e barbarie.
Agora pódense construir autoestradas, pódese recubrir de eucaliptos dúas
provincias enteiras, centrais, minicentrais, piscifactorías, muíños de
vento, "biomasa", quizais a partires de agora, solar
Que sería ademáis agora galiza sen a industria do lume??
Xa temos (aínda queda un chisco) unha galiza moderna que terá en breve un
AVE. Unha galiza moderna con milleiros de turistas, inmigrantes e
emigrantes. Unha Galiza que cando entras nela e vés Verín e as súas comarcas
pódese observar que teñen un aspecto xa moi similar ao das provincias de
castela no referente á cero patatero de vexetación. Todo conseguido en moi
poucos anos. Quen dá máis que o lume?
Pois así de alto e claro o expoño e quen quera buscarlle tres pés ao gato
que llos busque, eu xa estou moi farto do tema.

Vacaciones

-Estoy deseando que lleguen las vacaciones para irme a descansar y desconectar de todo-
Cuantas veces oimos esta frase a lo largo de nuestra vida. ¿Desconectar de todo? Esto solo lo puede decir un idiota o un egoista.
¿Como puede una persona desconectar de todo?
Acaso hay un lugar en el planeta donde no haya miseria, explotación, exclusión y desgracia.
Seguir leyendo...

Pero que importa. Estamos de vacaciones. Ya están nuestros políticos para arreglar el mundo, repartir limosnas y comprar y vender con nuestros impuestos.
¿Recuerdan las fotos de hace varios veranos? Aquellas en las que se veía una patera varada en una playa del sur, y junto a ella un hombre muerto, mientras varios bañistas tomaban tranquilamente el sol, ignorando completamente la escena.
¿Qué podemos pensar de estos veraneantes? ¿Les justificamos argumentando que estan de vacaciones?
Claro,claro, según ellos estan desconectados, eso les exime, desde luego, de cualquier responsabilidad moral. -Total, son inmigrantes, que se hubieran quedado en su país- Imagino, a riesgo de no equivocarme que esta frase pasó por la mente de aquellos tipos.
Ahora, vamos al caso contrario. Piensen por un momento en las dos personas que murieron la semana pasada intentando salvar de ahogarse a una niña, en una playa también. Actos como este, merecen no caer en el olvido, puede que sea uno de los frágiles cordones que nos unen aun, a los seres humanos, aunque no a todos, como hemos visto.
Imaginense tumbados en la playa tomando el sol tranquilamente y a los quince minutos morir ahogado salvando a una niña.

A mí, al llorar en silencio se me aviva una llama dentro, esa pequeña llama que me indica, que a pesar de todo, sigue habiendo una esperanza en el ser humano de cambiar el mundo, sin desconectar de nada.


El reverendo Yorick.

Superhéroes de barrio I

Inauguramos hoy una nueva sección. La dedicada a aquellos hombres otrora anónimos que de la noche a la mañana se convierten en héroes populares, al romper su aburrida rutina de manera aplastante. Son muchos, en realidad, los que a riesgo de convertirse en el “hazmereir” popular, deciden romper esta imagen de mundo políticamente correcto y mostrarse tal y como son.
Seguir leyendo...


La persona que merece el honor de inaugurar esta sección de corte investigadora es: “el hombre de la camilla”
Un hombre condenado a pasar sus días postrado en dicho artefacto debido a una enfermedad. Pues bien, nuestro héroe, dispone como único medio de desplazamiento de la ya nombrada camilla, un objeto que todo el mundo reconoce nada más verlo, pero esta, no es una camilla cualquiera. Detrás de esa silueta conocida y práctica se esconde un vehículo potente, impulsado eléctricamente, capaz de desplazarse casi a 20 Kms/h.
Así de pertrechado, este, hasta hace poco incógnito ser, se dispuso a embarcarse en la aventura que le daría fama, y que le depararía el honor de inaugurar esta crónica humilde de héroes populares.
Un día, “El hombre de la camilla” harto de pasearse por las calles más llanas de su pueblo, de ver las mismas caras, y de visitar siempre el mismo club de alterne, donde, la verdad sea dicha, el personal lleva años en nómina. Decide aventurarse más allá del horizonte, a un lugar del que le han llegado noticias, un nuevo y flamante club de carretera, lleno a rebosar de bellezas exóticas dispuestas a compartir su tiempo con cualquiera, sin importarles lo más mínimo su estado.
Con la idea obsesiva de visitarlo en la cabeza, una noche, nuestro hombre y su inseparable, se fugan del centro en el que vive cual “ Logan” en busca de su destino y se lanza a la carretera comarcal siguiendo el rastro del “Edén de Venus”
A los pocos kms. No sin antes sortear bichejos de la noche, y algún tractor afanado en sus tareas divisa su objetivo. Por fin, piensa nuestro héroe ¿habrá merecido la pena?
Nada más entrar por la puerta, “El hombre de la camilla” se convierte en la atracción del local, las chicas del club se pelean por estar con él –Bien ha valido el esfuerzo de llegar hasta aquí- Piensa nuestro héroe. Y de esta forma se entrega a una noche inolvidable.

Varias horas después, y saciado de placeres, el hombre comienza el regreso a casa ¿Pero…? ¿Era por aquí? Se pregunta confuso. No tiene miedo, y alentado por Mr. Jack Daniels se lanza por la carretera que sube a su derecha. Va tarareando una canción que se le quedó “pegada” en el club. La carretera gira de nuevo a la derecha, en una pendiente que no recuerda,-Qué más da- piensa- animado por la energía y el perfume femenino que lo acompaña. De repente, una certeza lo asusta un poco: ¡La autovía! Está dentro de la autovía sin posibilidad de dar la vuelta ¿qué hacer? Tras un segundo de duda se lanza adelante en un alarde de valor y a toda velocidad. Algunos coches le pitan al pasar, al ver el extraño vehículo sin luces que circula por el arcén. Los kms van pasando, nuestro héroe, teme por la carga de la batería de su vehículo, pero aun así, continua sin desesperar abrazando su destino.

Al poco tiempo, unas luces azules y blancas le deslumbran. ¡Es la benemérita! Que alertada por un aviso de O.R.N.I. (Objeto rodador no identificado) se persona en el lugar. Los agentes curtidos en mil batallas no dan crédito a lo que ven, mientras “el hombre de la camilla” se hace el “loco” con inverosímiles explicaciones….

El resto ya lo saben por la prensa, que cada cual saque sus propias conclusiones. Pero quede aquí esta crónica de este superhéroe de barrio, al que agradecemos su valor, coraje, y lección de desobediencia civil. No olvidamos y aprendemos….



El reverendo Yorick.

Johnny no cogió su fusil

Johnny no cogió su fusil. Por que nunca lo tuvo y nunca lo quiso, sin embargo, agarró el búcaro rezumante de agua fresca de la fuente por el asa y se lo ofreció al hombre que tenía delante apuntándole con un arma, y que decían que era su enemigo. Este hombre, se esforzaba por parecer terrible, pero en realidad, pensaba que aquella persona sonriente que le ofrecía agua fresca con ese calor, no merecía que nadie lo matara. Así, que decidió bajar su arma, se quitó el casco, y le devolvió la sonrisa a Johnny que esperaba con el brazo extendido. El hombre que decían era su enemigo cogió el búcaro y lo empinó para recibir el fresco chorro en la boca. Hacía calor de verdad, pensaba, notaba su frente perlada por gotas de sudor debido al casco y su espalda húmeda por la presión de la ropa acartonada, la mochila y los correajes. Decidió quitarse todo eso que le molestaba y quedarse en camiseta. Johnny, con gestos le invitó a acompañarle y se sentaron en un recio banco de madera que había bajo un inmenso arce que coronaba la humilde casa de Johnny.
Por medio de señas, se dijeron sus nombres, y como pudieron empezaron lentamente a contar cosas de sus vidas.
Seguir leyendo...

Johnny habló del campo, de cómo vivían él y sus padres, gracias a los excedentes que vendían de su hermosa huerta. También tenían una vaca, dos ovejas y un buen número de gallinas que picoteaban aquí y allá seguidas por una multitud de pollitos que no paraban de piar.
El hombre que decían era su enemigo sonreía. Le habló a Johnny de su pueblo y de su trabajo, era carpintero, y muy hábil, según decía.
Pero de repente se puso triste, pensando que su hermoso pueblo había sido bombardeado por el país de Johnny. Este, puso su mano sobre el hombro de su afligido nuevo amigo y se quedó pensativo.
De repente, y muy nervioso y contento comenzó a explicarle al hombre que decían era su enemigo que podría quedarse allí a vivir, que un buen carpintero siempre era bienvenido, y que ellos, los habitantes de aquellas montañas nada tenían que ver con guerras ni con hacer daño a otras personas.
El hombre que decían era su enemigo, lo miró afligido, y con los ojos llorosos abrazó a Johnny. Este, rápidamente fue a su casa, en busca de ropa suya, que venía a ser de la misma talla que el extranjero, Luego de cambiado, Johnny y su amigo que se llamaba Iván fueron al barranco cercano, a arrojar las armas y el equipo de soldado, que cayeron al vacío. Los dos hombres miraron como se perdían velozmente en la gran altura la ropa que convierte a un ser humano en un asesino, luego se miraron, sonrieron a la vez y juntos y silbando una canción volvieron a la casa, dispuestos a empezar de nuevo, libres los dos.




El reverendo Yorick.