La otra noche
tuve un sueño clarividente, tan lúcido y concreto que llegué a dudar de que no
hubiera ocurrido en realidad. El asunto es el siguiente: Nietzche, unos meses
antes de morir en 1900, consigue viajar en el tiempo, gracias al descubrimiento
de unos amigos científicos, y se planta en nuestros días, conviviendo en este
aciago presente, que será su futuro. Durante dos semanas, el filósofo se dedica
en cuerpo y alma, de manera febril, casi sin dormir, y completamente
desquiciado, a la observación y análisis de este, nuestro tiempo, que será su
futuro.
El hombre,
ciertamente, regresa a su época abatido, loco y sumergido en el desanimo.
Pocos meses después muere, pero no sin antes hacer una importante revisión de
su obra, acabando un nuevo e importantísimo libro que sustituye a toda su obra
anterior, y que titula “el superimbécil”
En él,
llevado de la mano de sus observaciones, y comprendiendo el fracaso de su
pensamiento, condensado en su libro “el superhombre” Decide, llevado por la
ira, renegar de ese digno futuro para el ser humano, y se dedica a escribir un
elogio sobre el imbécil, o lo que es lo mismo, y esto lo digo sin acritud,
redacta un extenso libelo narrando los estadios del hombre a la luz del siglo
XXI.
Así, donde el
superhombre debiera elevarse sobrela moral tradicional y decadente, el superimbécil,
no solo no la supera, sino que la lleva a extremos inimaginables. Esa moral
cristiana, venenosa como la ponzoña, y en estos días completamente integrada en
el pensamiento común, donde se acepta con total naturalidad, la tontería de
otra vida mejor, y para rematar, no solo el cristianismo, sino el islam, el
judaísmo, y otras miles de religiones, repartidas por todos los rincones del
mundo, y que comparten el pastel ideológico de toda la humanidad, con la total complicidad de estados y gobiernos.
El filósofo
observa y comprende con tristeza que sus futuros congéneres apartan la vista de
la tierra y la vida que tienen, para enfrascarse en el sueño y la esperanza de
otra vida, por cierto inexistente. Que se sumergen en el consumismo material
para olvidarse de la única existencia posible, que es la que tienen, y que
huyen de su responsabilidad como especie para acercarse sin vergüenza a comportamientos
dignos de reses.
Nietzche
entonces, reescribe su formula fallida, donde primero compara al hombre con un
camello, que soporta su carga. Luego con un león, que se rebela contra esa
carga, y finalmente con un niño, que representa al superhombre renacido.
Los nuevos
estadios serían: primero niño, desvalido en mano de sus progenitores y
educadores que comenzarán su tarea adoctrinante. Luego minino, que en la coyuntura
inefable de su aprendizaje puede dar algún arañazo totalmente asumible, y por
fin, oveja, cuyos únicos cometidos son, engullir hierba sin parar, sin levantar la
vista de la misma, y reproducirse llegado el momento comenzando de nuevo el
ciclo.
Cuando
desperté, sentí el pinchazo de mi individualismo herido y comprendí mi propio
final: Cada uno tiene su oscuro destino, unos comerán hierba hasta reventar y
otros morirán de hambre ignorados y acosados enseñando los dientes en un rincón
donde dar la última dentellada.
Yorick.