Por tierras de siempre

Bajo de la bicicleta jadeante y sudoroso para sentarme bajo un olivo. El viento frío borra de mi cuerpo la tibieza de unos tristes rayos de éste Sol de invierno.
Me encuentro en la ladera de la sierra de la Concordia, curioso nombre, pienso, bautizado por seres siempre proclives al odio y al rencor.
A mis pies se extiende el valle, sembrado de frutales y hortalizas, el camino por el que he subido serpentea entre ellos. Un olor a coliflores recién cortadas impregna el aire, procedente de un huerto cercano. A mis espaldas la sierra esconde sus picos más altos. Hacía el fondo del valle otras montañas agazapadas tras la bruma custodian el vergel que se extiende a mis pies.

Aquí sentado me pregunto que hubiera pasado si Antonio Machado hubiera tenido una bicicleta de montaña y la voluntad suficiente para recorrer los paisajes segovianos y sorianos en los que le tocó vivir. ¿Hubiera cambiado de opinión sobre aquella tierra?
Pienso que no es lo mismo contemplar que recorrer, y que en el primero de los casos, lo que no alcanza la vista lo añade la imaginación, y en el segundo, las certezas tangibles se ocupan de rellenar las lagunas donde no llega la vista. No me hubiera importado hacerle de escudero, de Sancho Panza si fuera preciso, para alumbrar conversaciones inmortales con Juan de Mairena, o con Abel Martín. Recorrer la ancha planicie castellana sembrada de granos, conversar con los segadores procedentes del norte, que bajaban andando desde León o Galicia, temblar con el desasosiego del hambre, y enriquecer las noches frías con historias sentados ante la lumbre.

Pedalear día tras día, respetando la soledad de quien se alimenta con ella, y recorrer el mapa trágico de los “sin tierra” que la acabarían regando con su sangre, bajo un destino marcado con una guerra que nunca podrían ganar.


Yorick.

los zopilotes

No vuelan, pero del mismo modo planean sobre ti, con paciencia infinita esperan que tus fuerzas te abandonen, aunque estos imitadores obligan al medio para conseguir su fin. No comen carroña, pero son carroñeros a la manera de que acaban contigo exprimiéndote hasta la aniquilación, sin que su fin sea acelerar tu descomposición como sus homónimos aéreos.
Al contrario que ellos no cubren su cuerpo con bellas plumas gigantes, sino que camuflan sus orondos kilos enfundándose trajes de la mejor calidad. Sus garras son tu necesidad, de ella depende que el agarre de su presa sea mayor o menor. No anidan en cárcavas ni buscan refugio en los roquedos, sino que habitan lujosos locales que saben vestir de diseño. Con cada moneda que tienes ganan treinta, pues a ellos te entregas sin elección. Con tus despojos alimentan a otros, que ya destacan en su lista de depredación.
Pero al igual que en plena naturaleza todo tiene un porqué, así si crece la población de conejos, las rapaces criarán más de un pollo, y si disminuye, un solitario chillido es el que se oirá en sus nidos.
En el caso de estos zopilotes urbanos, si aumenta el número de impagos y el número de pobres, ellos necesariamente disminuirán pues su propia falacia capitalista necesita de un ejercito de descerebrados consumistas, entonces:
¿Hasta donde llegará su avaricia?

El tiempo continua su andar infinito, ajeno a remedos, posiciones o imposiciones. Sin ninguna piedad borra aquellos rostros de los que alguna vez existieron ¿Creerán los zopilotes que alguna clase de suerte divina está con ellos?
Dicen los historiadores que las revoluciones solo son coyunturas predecibles... Puede ser, pero aquellos que caen degollados en ellas tienen mucho que perder
Puede que veamos caer muchos en los próximos años, la lista ya empezó hace unas semanas en Olot.

el reverendo Yorick.

felíz falsedad*

Ya terminó otra navidad, otro periodo donde se apodera de casi todos una catarsis colectiva por cumplir con unas pautas que se repiten año tras año, con el agravante de que cuanto mas pasa el tiempo, mas se encaminan las fiestas a convertirse en una orgía consumista. Haciendo de todos los días que la componen en un ir y venir de gentes cargadas de bolsas, acicalando sus casas, sus personas, sus mesas, en un desagravio contra la moderación y la calma. Los mismos mensajes de todos los años son repetidos hora tras hora, día tras día, por televisiones y periódicos, por personas de todo tipo que caen aducidos por la vorágine colectiva. Estos días, sin ningún tipo de disimulo, el capitalismo consumista se muestra en todo su apogeo y poderío, todos los comercios suben los precios, en los mercados, el despropósito llega al paroxismo, pues productos de los mas humildes encarecen durante estos días, sin que los comerciantes tengan escrúpulos en hacer la vida más difícil de los que menos tienen. Observo a personas mayores que hacen sus compras en el mercado durante todo el año, casi siempre mercan lo mismo, unos arreglos para sopa, alguna pescadilla, lo que sus exprimidos bolsillos les permiten, sin embargo, los pescaderos no tienen compasión durante estos días, y argumentando la subida de precios en las lonjas, no dudan en vapulear la menguada economía de sus clientes de siempre. Lo mismo ocurre en las verdulerías y carnicerías. En estos días, todos se olvidan de los problemas, nadie se acuerda de la tragedia cuyo umbral ya pisamos, y que muchos ya rebasaron hace tiempo. Sumergidos en una situación de ahogo constante, todos olvidan por unos días con el ansia de comprar. Depositando para mayor derrota sus esperanzas en un décimo de lotería, sin querer saber que el único que se enriquece es el estado, que les ofrece otra vía más para gastar su dinero.
Como colofón a toda esta locura se añade el día de reyes, donde las víctimas son los niños que abren sus ojos engatusados por una de las mayores mentiras a la que se enfrentan en la vida, abandonados a ella con la complicidad de sus padres, que creen alimentar una ilusión, cuando lo que de verdad hacen es implantar una decepción y una terrible costumbre que perdurará en el hacer diario de sus hijos durante toda su vida: mentir. Justificar la mentira, para que luego las acepten en la esclavitud de sus existencias.
Empachados por felicitaciones absurdas que a la semana siguiente nadie recuerda, y el odio y la indiferencia vuelva a apoderarse de las calles, formulas absurdas creadas para alimentar un futuro que nunca llegará: “Feliz año nuevo, felices fiestas, que te traigan muchas cosas los reyes.” Así hasta pasado unos días, donde volveremos a ver las caras vueltas por la calle cuando nos cruzamos con los que siempre evitan el saludo, donde nadie querrá saber nada de los demás y seguirá alimentando ese individualismo solitario e insolidario que se resume en el: -mientras no me pase a mí-
Así está el mundo, así lo crean estados y religiones y así lo permitimos todos, orquestados por una liturgia del fracaso que cumplimos al pie de la letra, así que pasada la navidad, llegaran las rebajas, la semana santa, las vacaciones de verano, y de nuevo otra navidad, mientras consolidamos nuestra vida de esclavos y cada vez aceptamos más pertenecer a un rebaño más grande y fácil de pastorear.

*título de un tema de Sociedad Alcohólica

Yorick.