Él pertenecía a la muy acrisolada familia de los GIL y POLLA.

Nos gobiernan bandidos, reos de remar en galeras por el resto de sus días.

 DE MUJER A MUJER Mariajo, a mi novio lo tengo a pan y agua. Como ha muerto el PAPA tengo el chocho de luto.

 No quitéis las estatuas de los bandidos de Estado como Franco, que las palomas las caguen hasta que sean irreconocibles.

 DE MUJER A MUJER Mari, el otro día, va, no te lo pierdas, Mari, va y me dice el callista: "Qué callos más bonitos tienes, me los comería a la madrileña" ¡Cómo son los callistas!

 DE MUJER A MUJER Mari, hay que reconocer que a la MUERTE no le sobra ni un gramo de grasa. ¡Qué envidia!

 Para que se libere la señora Fina, trabaja la filipina.

 El bandidaje estatal es consustancial a la idiosincrasia de Estado. En realidad, es una tautología. Ante el bandidaje estatal: DESOBEDIENCIA, TRAICIÓN Y DESAFECCIÓN.

No me gustan los monos, se parecen demasiado a los humanos.

 11-S: Mira como no se atrevieron con el MICALET... porque hubiera resistido.

En la CIUDAD DE LA JUSTICIA se escuchan MIERDAFONÍAS.

 Era tan tímido que no asistió ni a su entierro.

No es la Crisis, estúpido, es el Capitalismo.

El misterio de la Santísima Trinidad viene a ser algo así como: LLÉVESE 3 Y PAGUE 1.

 EL BOBO DE KORIA

Froilancito y el abuelete

¡Ay! Froilancito, Froilancito. Igualico, Igualico, que el ceporro de su abuelico. Que diría la abuela de Agamenón, aquel personaje de tebeo, un poco cateto y bonachón.
Si es que… estos “realitos” siempre están igual, desde pequeñitos pegando tiros, esquiando en la nieve, navegando, locos por los coches, o por las faldas, o pantalones, según el caso.
Pues no va el “nietísimo” y se pega un tiro en el pie. Su padre, como buen fascista rancio, inculcándole a la criatura, desde pequeñito el gusto por las armas. A lo mejor su abuelico, ya le ha contado al niño, aquella vez, en que jugando con una pistolita, se cargó a su hermanito. ¡Huyyy! Le diría: Pero Froilancito, tu no vayas a hacer lo mismo ¿eh? No abuelito, no. Quizás el niño solo estaba probando como el que no quiere la cosa, a ver que pasaba si se apuntaba al pie y apretaba el gatillo, con el coeficiente intelectual de la estirpe, no sería de extrañar.
Y justo cuando estoy escribiendo esto, me entero que el abuelo se ha vuelto a joder, tropezando en un escalón, y partiéndose la cadera. Por cierto ¿A que no adivinan donde estaba? Pues ya se lo digo yo. En África, adonde había acudido para participar en una cacería. ¿Lo ven? Erre que erre, con los tiritos.
Lo que se le habrá pasado por la cabeza, allí tirado en el suelo. A una semana del incidente de su nieto. Ya desde aquello debe andar mosca, esperando que alguien recuerde lo del fratricidio. Y por cierto, que preocupado debe andar el hombre con la situación de su país, que se marca un viajecito al sur de África de safari, con la que está cayendo. Ahora, aparte de pagarle el viajecito, la estancia, y la manutención, hay que aflojar más guita, para pagarle la operación, la prótesis, y lo que venga detrás, a lo mejor hasta la baja médica, que como no puede realizar sus funciones…
¿Le darán una camilla motorizada para que se entretenga por los pasillos de palacio? Esperemos que no siga el ejemplo de aquel buen señor, que tras visitar el puticlub del pueblo, se coló en la autopista con la camilla a motor, como se escape este del chalecito, igual nos jode el presupuesto completo de sanidad para el año que viene.
Lo dicho, que entre unos y otros, menudo desangre económico que sufrimos, para mantener a estas sanguijuelas. Y encima de lo que se llevan por la cara, aun estafan por su cuenta, y salen impunes por ello. Ya veremos a ver que pasa, el día que sean otros los que cojan las escopetas. A ver si con un poco de suerte no cae lejos y ajustamos cuentas de una vez.

Juan Raspa Barbón.

Itinerario casual para una existencia vital carente de destino.




Algunos lugares al azar:

La calle Marbella en Camas, Sevilla.
El paseo de Extremadura en Madrid.
El paseo de Yeserías en Madrid.
La calle Escoriza en Madrid.
La urbanización Santa Corona en Tarancón, Cuenca.
El barrio de Gamonal en Burgos.
La urbanización El Alcornocal, Manzanares el Real, Madrid.
La calle de Mare Vella en Valencia.
La calle de Llíria en Valencia.
Bajo unas piedras en el pirineo francés.
En el monte Hacho de Ceuta.
En la Ronda de la Muralla en Lugo.
En A Ribeira, Vilalba, Lugo.
En algún lugar cerca de la escalerona, en Gijón.
En Celles, en la Pola de Siero.
En los alrededores de Llíria, Valencia.
Cerca de Casinos. En Valencia.
En Huevar del Aljarafe, Sevilla.
En el barrio de Canido en Ferrol, A Coruña.
En el litoral portugués.

Todos ellos lugares bajo el mismo cielo, y en el mismo planeta: un lugar llamado Tierra.

Donde muchos juegan a ser dioses, otros lo hacen imaginando ser sabios. Otros simplemente aceptan la verdad de que han nacido para ser mejores que los demás, aquellos a quienes menosprecian, y sobre los que se creen moral, y físicamente situados.
En todos los lugares, una locura imbuida de malsana cotidianidad sumerge la realidad en unos absurdos profundos harto incomprensibles para quien solo dedicó su vida a la búsqueda infructuosa de si mismo. Sin negar tampoco la terrible soberbia que supone decir en algún momento de la vida: “Yo” Como si esto indicara que sin ceremonias milagrosas de por medio, somos los afortunados huéspedes de afamadas deidades.


Yorick.