piensa bien lo que haces antes de votar

¿Aún no has tenido bastante? ¿Todavía no es suficiente?
¿Cuántas mentiras más necesitas? ¿Cuántas infamias? ¿Cuánto despropósito? Piensas de verdad que lo que te ofrecen es la vida que quieres vivir, explotado, excluido, denigrado, maltratado, vendido, engañado.

Estaría bien que alguna vez durante nuestra vida no siguiéramos el juego que nos somete, que negáramos sus argumentos, que miráramos al pasado con orgullo, recordando con dignidad, a quien se enfrento y lucho contra ellos y sus mentiras. Que dejáramos de tener como objetivo, el ser y parecernos a ellos. La vida no pasa necesariamente por su camino, y no tiene reglas fijas, ¿Por qué agarrarnos entonces a las de siempre? Desatar los nudos que nos atan al futuro se acerca bastante a la libertad, dejar que la improvisación entre en nuestras vidas, invertiría el polo magnético al que nos sometemos. Ser participes de nuestro tiempo de verdad, y no simples espectadores de lo que otros hacen con nuestro presente.
No basta con definir a las sociedades en las que vivimos como imperfectas, cuando la realidad nos dice que son implacables. Las convertimos en implacables con nuestro silencio, con nuestros votos, con nuestro temor.
¿A que tememos en realidad? ¿Tan rendidos nos encontramos que no podríamos andar por el mundo sin necesidad de luchar constantemente por un poder basado en la dominación de nuestros hermanos?

Constantemente, tengo la necesidad de gritar todo esto bien alto, cada día de mi vida, que veo pasar muerto y predecible ante mi. Pero mas acuciante es mi necesidad de gritar, cuando la gran mentira del mundo celebra sin vergüenza su resurgir de las cenizas. La prueba que los reafirma, la claudicación colectiva que les da la llave del poder: LAS VOTACIONES

Una vez mas se vestirán con sus trajes, colocaran sus sonrisas, maquillaran sus rostros, babearan aparentemente ante nosotros, ordenándonos subliminal y amablemente que acudamos a sus urnas, para que nada cambie, para que no veamos mas allá de lo que nos ofrecen, para que temamos y como niños indefensos busquemos consuelo en sus brazos. Tienen la certeza de que será así. De que el ciclo será completado y renovado una vez mas, de que serán siempre necesarios, y bajo esa necesidad se reproducen, perpetuándose, generación tras generación.

De ahí este grito, esta llamada, esta invitación, a negarles ese privilegio que le otorgamos, ese voto de sumisión que nos anula y nos embalsa, dejando la llave de la compuerta en sus manos. Esas manos venenosas que en mis sueños, siempre acabo rompiendo.

el reverendo Yorick.

No te fíes de nadie

¡Ay! mi niño, mira que mamá siempre nos lo decía, pero tú nunca hiciste caso.
La pobre mujer, todos los días: -No te fíes de la gente. Y tu, mi niño siempre
tan confiado. Recuerdo cuando me hablaste de él por primera vez. –He
conocido a un tío especial –me decías- Un pringao, como yo, ahí, en la
excavación, todo el día sacando tierra, hemos hablado un poco, y le gusta leer,
como a mí- Fíjate mi niño, lo que me decías, le gusta leer, siempre me acuerdo
de ti cuando entro en la cocina. Aun me parece verte en invierno, solo, con tu
libro y tus grandes gafas, mientras el resto de la familia veíamos la televisión o
jugábamos al bingo. Y tú allí con tus libros. Y esos días en la excavación te
admiró que el también leyera libros… mi niño.
A los dos meses, te hiciste dibujante, ya no eras un pringao, como tú dices, ya
no tenías que estar todo el día sacando tierra. Tu trabajo cambió totalmente.
Me contaste, que todos los días bajabas al foso, a pasar un rato con tus
antiguos compañeros. Después a la hora de salir, quedabais todos en algún
bar cercano, el Torito, o el Tranvía. Todos polvorientos, bebiendo cerveza,
algunos días casi sin comer. Todos contentos, y con los ojos enrojecidos. ¡Ay!
Mi niño, tú tan delicado, tan sensible, y todos esos años en trabajos brutales.
Menos mal que ahora eso pasó. Aunque yo se bien que te sigue tirando esa
vida, te veo mirar a los obreros, en los peores tajos, y tus ojos te delatan
pidiendo estar allí. Quién entiende a los hombres. Cuando me llamabas a casa
me hablabas de él, de los libros que te recomendaba, y de tu fascinación por
sus conocimientos literarios, te quedabas siempre tarde leyendo, enganchado
por los descubrimientos que él te hacía. Me hablabas del conde de
Lautreamont fascinado, recuerdo cuando me pasaste aquel libro, no pude
pasar de la primera hoja, ¡que horror! Nunca entendí como te podían gustar
esos libros.
Ahora, tantos años después, me recordaste a aquel hombre, ha pasado tanto
tiempo ya, la verdad es que yo lo había olvidado por completo, y más después
de lo que te hizo. Y tú sigues defendiéndolo y disculpándolo, no hay quien te
entienda. Dices que encontraste los poemas que te dio, escritos por él, y que
los quieres publicar. Mi niño, que quieres que te diga yo, que ya los hubiera
tirado hace tiempo. ¿Ya no te acuerdas? Cuando fuiste a ofrecerle trabajo,
fuiste a buscarlo a aquel barrio tan oscuro, lo buscaste casa por casa, todas
abandonadas y ocupadas por gente, preguntaste a todos los vagabundos y
drogadictos que encontraste, hasta que diste con él. Estaba en una casa, sin
luz, me contaste, había una chica italiana con él, -muy guapa- recuerdo que
me dijiste. Le ofreciste el trabajo, y el acepto, empeñaste tu palabra con tus
jefes por él, del que no se fiaban por su aspecto feroz, y mira como te lo
pagó… ¡Que infeliz fuiste siempre mi niño!
Al principio todo fue bien, trabajaba duro, y estaban contentos con él, tú le
ayudabas siempre que podías, le preparabas un bocadillo, junto con el tuyo, y
le invitabas a café en el descanso, vuestras conversaciones literarias seguían.
Como ibas a sospechar lo que pasaría luego mi niño, tan confiado tu, siempre
sin hacer caso de mamá ¡Ay! Recuerdo tu cara de abatimiento, cuando todo
cambió, casi ni comías, cuando venías a casa esos días. Cuando me contabas
como todo cambió, te juro, que se me rompía el alma de verte sufrir. Contabas,
que al pasar el primer mes, cuando tu amigo cobro su primer sueldo su
comportamiento en el trabajo dio un giro. ¡Pero mi niño! Como no fuiste capaz
de verlo, cuando tuvo dinero, empezó a beber, una copa por la mañana, o dos,
-vete a saber- luego a la hora del bocadillo también, y después me contabas
que se despistaba durante la mañana, para ir al bar. Que congoja me da,
recordarte esos días, tan incomprensibles para ti, cuando viniste a mi casa
enseñándome el libro de Quevedo que te regaló, y la carita de pena que se te
ponía, allí plantado con el libro en la mano, sin abrirlo…¡ay mi niño! Tus jefes
empezaron a mirarte mal, como si tu tuvieras la culpa…tú que trabajabas tan
bien no tenías que cargar con la culpa de nadie, ¡que idiotas!
No quiero ni pensar cuanto sufrirías cuando empezaste a dejarlo de lado,
cuando tu relación con él pasó a un mero saludo de cortesía al llegar y al irte
del trabajo. ¡Que duro, mi niño! Tuvo que ser para ti. Y luego, el día de los
poemas. Tuvo que ser terrible, no sé como se atrevió. Aquel día llegaste muy
excitado a casa, enseñándome una carpeta amarilla, con unos folios dentro
–hermana, mira…- dijiste asustado, - mira lo que me ha dado- Te dije que se lo
devolvieras, que le dijeras que te dejara en paz, pero tu te empeñaste en
guardarlo, aunque ya casi no le hablabas, te empeñaste en guardarlo. A veces
no hay quien te entienda mi niño.
Luego terminó el trabajo, y dejaste de verlo, ocasionalmente, me contaste que
lo encontrabas de noche, rondando por el barrio, cerca de La Manola, pero no
era bien recibido allí, porque nunca pagaba nada, iba sableando copas, a todo
el que conocía, contigo no se atrevió nunca. De repente dejaste de verlo,
pasaron unos meses, antes de que oyeras el rumor. Aquél día también te
temblaba la voz cuando llegaste a casa. –Hermana… ¿sabes de que me he
enterado?- Cuando te vi me asuste, me dio un vuelco el corazón, y total, para
decirme que habías oído en la calle que él había muerto. Nunca te había visto
así de abatido, intenté consolarte como pude, te dije que te vinieras unos días a
casa conmigo, pero te negaste. Pasé varios días sin saber nada de ti
completamente asustada. Te juro, que estuve a punto de llamar a la policía,
solo saber que no me lo perdonarías me lo impidió. A la semana o así me
llamaste por teléfono, que si podías venir a comer. Como te voy a negar a ti un
plato de comida, te he dicho un millón de veces, que cada vez que sales por la
puerta me pongo a morir. Hasta que vuelvo a saber de ti mi niño.
Aquél día llegaste pronto, y aunque se te veía entristecido, estabas diferente,
estuvimos hablando, primero me dijiste que empezabas otra excavación, como
dibujante de nuevo. ¡Si supieras como me alegré! Después me contaste que
habías andado todo el barrio, día y noche, en busca de alguien, que te
confirmara el rumor de la muerte de aquel desagradecido. Preguntaste a todos
los aparcacoches, vagabundos, vagos y drogadictos que encontraste. Todos te
decían lo mismo: Algunos no lo conocían, y otros habían oído el mismo rumor
que tú. Me contaste que encontraste a un amigo común, que había estado en
la excavación donde os conocisteis y que se ganaba la vida aparcando coches
detrás de la iglesia de los mercedarios, vaya trabajo y vaya gente que tiene que
ser –pensaba yo para mí- El había oído lo mismo que tú, pero no sabía de
nadie que lo pudiera confirmar. Así que en cierto modo empezaste a aceptar su
muerte. Qué en silencio comiste aquel día, si hasta el niño te lo noto. En el
fondo, yo se lo que te torturaba, aunque en aquellos días nada me dijiste, pero
que te piensas, soy tu hermana mayor, y te conozco bien mi niño.
Se que la carpeta con los poemas que te dio aquel desalmado te quitaba el
sueño. Se bien, que pensabas, que si no tenía familia, ni nadie conocido, su
recuerdo se perdería en el tiempo, y tu, con su carpeta eras como el –guardián
de su memoria- como me confesaste ayer. Después de ocho años me lo
cuentas, vaya confianza que tienes en tu hermana. Ahora, después de ocho
años, dices que los quieres publicar, bien. Total, a ver si acabas de una vez
con esto, que no entiendo porque andas siempre con esos líos de poemas y
libros. Si solo se trata de eso, de publicarlos, adelante, a ver si lo olvidas de
una vez y te concentras en tu trabajo, y aprendes, aprende de una vez aquello
que tanto te decía mamá: No te fíes de nadie…hijo mío.




Este relato esta dedicado a FELIX I. TRIGUEROS cuyo rastro se perdio en Valencia en el año 2003. Lo narrado aqui, ocurrio de verdad, salvo algunas licencias literarias.
Los poemas de Felix siguen esperando a ver la luz en la carpeta amarilla, tal y como me los entrego.

Rafa Becerra.

música

Siempre estuvo ahí, siempre me encontró cuando yo ni siquiera la buscaba, cuando daba el naufragio por perdido aparecía. Sin preguntar siquiera se iba apropiando de mi, yo me dejaba hacer. Así me rescato para este infierno muchas veces. Es como si dijera levemente a mis oídos:- Ya lo se, pero sigue adelante, el final lo vas a conocer tarde o temprano- Esas palabras resonando en mi cabeza me hicieron seguir un poco mas, ¿que podía perder? una vez que se sube una montaña solo queda bajarla por el otro lado, donde el horizonte aparentemente es distinto del que acabamos de dejar atrás.
Tome conciencia de su poder de atracción, de su seducción, de su magia, y me deje tomar por ella, desde la primera vez, que ni siquiera recuerdo, he estado tomado por ella, conquistado, apropiado, invadido, pero no vencido, pues ella no pretende eso, todo lo contrario, su posesión, es siempre una forma de consciencia que nos hace descubrir y sentir que habitamos en nosotros mismos.
Ella también tiene un lado oscuro, ridículo, manipulado, pero para cualquiera que la conozca bien, sabe de sobra que es solo una mala imitación sin contenido, una mentira fabricada con el humo de la ignorancia, urdida por ingenuos mercaderes usureros, que no saben oír, y que no entienden que el lenguaje universal no se puede prensar ni manipular, que tampoco saben o no quieren saber que las cosas hechas con alma no se pueden copiar, no sale, se nota la burda imitación de lo inimitable. Así ocurre con ella, si no tiene alma no es. Simplemente. Cualquiera con un poco de oído y sensibilidad lo sabe, porque la ha oído hablar en la noche, en el día, en cualquier instante, ha sentido sus palabras y su aliento, como yo lo sentí. Su rastro se encuentra fácil en las noches estrelladas, en los rincones que permanecen habitados por sombras, en las vidas hiladas con imprevistos donde lo menos sorprendente de todo es la muerte representada por el último grano de arena de nuestro reloj. Si hay algo eterno, ella estará allí, cuando el postrero recuerdo del ultimo ser se pierda en la nada, cuando la sinfonía tiránica del silencio domine el infinito, ella estará ahí, acechando, poniendo las notas en su sitio, trabajando sobre un pentagrama de dimensiones titánicas, rompiendo los silencios, con vientos, derrumbes, tormentas y mareas.


Yorick.

estrategias

Pareciera que con el anterior presidente de EE UU se hubiera acabado un ciclo. El de los presidentes autoritarios. Una corriente de cercanía recorre el mundo de la política. Los nuevos mandatarios de los países más ricos adoptan poses similares, buscando una complicidad con los votantes. Una filosofía de buen rollo e incluso camaradería se percibe en esta casta que muta, siempre persiguiendo el mismo fin: La permanencia mediante el engaño. En nuestro país, también lo vivimos, el cambio del presidente del extraño bigote, al presidente de las cejas a dos aguas fue notable, el primero caracterizado por sus gestos hoscos, prepotentes y desagradables, el segundo, como si de un misionero en Brasil se tratara va dando palmaditas y regalando su sonrisa de caricatura allá donde se presente. Incluso la monarquía decimonónica que padecemos se alisto a este movimiento de proximidad al vulgo, casando a su heredero, nuestra pesadilla venidera, con una periodista divorciada.
El colmo de este movimiento ha sido la proclamación del último presidente americano.
En la crónica política, estos cambios de imagen se traducen en una estrategia adoptada por todos, esto es, crear la ilusión de que les importamos algo, adoptar caras de preocupación y transmitir una imagen de político que sufre con su pueblo y es consciente de la repercusión de sus actos. Dichos actos no cambian, la forma de disculparlos si. Sus biógrafos se encargan de hacer notar la procedencia humilde de muchos de estos seres, recalcando que su origen no dista mucho del de cualquier persona normal, incluso en algunos casos, estas biografías, se sumergen en una historia de dificultades económicas. El mundo del folletín al servicio de la política.
Hace unos días, el presidente americano salio en televisión pidiendo disculpas por las victimas civiles de un bombardeo llevado a cabo en Afganistán. El discurso colonizador de su antecesor es el mismo, las formas no. La cara humana de la política vende, y es socialmente aceptada. Sin embargo, como decía, toda la verborrea humanitaria se queda de cara a las televisiones. En la realidad las garras opresoras se siguen clavando en los mismos sitios, mediante la falacia moralista de los grandes policías terráqueos que justifican la explotación y el expolio de gran parte del mundo. Pero ahora son simpáticos, y cercanos, y esas formas son suficientes para acallar a muchos, para expandir la falta de juicios propios, para ahondar en la ignorancia de la realidad. Para demostrarnos con su nueva estrategia lo serviles que podemos llegar a ser, en una nueva vuelta de rosca que aplaudimos, soñando con avaricia con que nuestros hijos lleguen a ser como ellos.


el reverendo Yorick.
Existen unhas murallas
Que o dividen todo
E crean a limitación
Os carros van por riba delas
Pero non atopan a saída
Só chegan a lugares a pastar
Herba artificial e neve artificial
Hai quen camiña ata cansar
Sen sair do castelo
As murallas están por todos os lados
E ti cres que non existen
Porque che sopla algo de ar
No nariz
Come pedra e líquen
Para rillalas e comprobalas
Na súa abundancia
De formigón e ladrillo
Crúzaas e rebate con elas
A súa organidade
O seu organigrama
Que prevalece sobre todo
Foron creadas por todos nós
E agora nos escravizan
Estamos empachados delas
De correr por elas
Sen atopar a saída
As bombas non son suficiente
Só atopar a saída
Por riba delas
Só deixalas atrás
Dunha vez
Dunha maldita vez
Ás murallas da nosa vida.

1º de mayo

No fue un primero de mayo más. No puede serlo, ni se deben contar estos días como si se tratara de un coleccionable. Es un día, dentro de un año, solo uno, en el que podemos y debemos manifestarnos y gritar bien fuerte. Gritar contra las malas condiciones laborales, contra los accidentes en el trabajo, contra la explotación y los abusos. Gritar contra todo lo que perjudica a una clase obrera que reclama sus derechos laborales. Gritar contra las crisis de los bancos, y cuyas consecuencias pagaremos todos, gritar contra el estado, contra la monarquía, contra el abuso del poder.
No fue un primero de mayo más. Fue el primero de mayo del año 2009, donde cerca de 300 personas se manifestaron en Ferrol bajo la bandera de la CNT con la ilusión intacta, con las ganas puestas en una jornada combativa y reflexiva, una jornada que sirva para despertar esas conciencias dormidas o ausentes, que sirva para que todo el mundo se pregunte ¿Por qué no estoy ahí?

Por eso no es un primero de mayo más, porque cada año es diferente, y siempre debe ser como la primera vez, para transmitir las ganas a todo aquel que se asoma a la ventana al paso de la manifestación, o que se acerca por la calle, para demostrar que no todo esta perdido, ni todo el mundo se ha rendido.

Por eso no es un primero de mayo más.