la cueva



¡Baja a la cueva hombre!
y llora por tu aliento
descorre la cortina
que te desvelará el horror que más temes
que te mostrará la desnudez más brutal
de la que no sabías nada

¡no llores hombre!
el remedio no se gana con lástima
¡recomponte! asume el vacío
el inmenso agujero que te invade
la sima de tu existencia
donde te roe un vertigo eterno

la cueva es caverna
es inframundo inhabitado que te habita
que te exprime
que te sepulta
es un parto inacabable que te domina
es el dolor que  camina
pegándose a tu respiración
arrancándote el gusto
y bendiciéndote de oscuridad

¡ríndete criatura!
pues no estás llamado
a escapar de tu batalla
a rehuir el sino amargo
de tus horas de luz

el momento se acerca
y el patíbulo preparado
cierra los ojos
abraza el silencio
y preparate para bajar de los altares


Paloborde.

LOCOS Y GILIPOLLAS



Sin la locura qué es el hombre
sino una bestia higiénica, un cadáver
postergado que procrea...
FERNANDO PESSOA

Definir la locura nos llevaría, obligatoriamente, a fijar los límites de la normalidad. Difícil tarea, pues incluso importantes psiquiatras no se atreven a decir qué es la locura. Sin embargo, no hace falta mucha osadía para afirmar que determinadas personas sufren graves trastornos emocionales producidos por traumas psíquicos o por carencias en las sustancias neuromoduladoras que les hace sufrir enormemente tanto como a las personas próximas a ellos. ¿Sería esto locura?
Hay otras pequeñas locuras, siempre entre comillas: ansiedad, estrés, neurosis, depresión... casi siempre producidas por el tipo de sociedad en que vivimos. Pero estas pequeñas locuras más que desviaciones de la conducta, creo que nos constituyen, que conforman nuestras personalidades particulares y únicas. A veces son episodios de nuestras vidas y otras están afincadas en nuestros yoes, caracterzándonos. Incluso un cierto grado de locura es lo que ha hecho posible que surjan obras de arte, si no, repasemos las biografías de los genios históricos. Sin embargo, me siento más cómodo y alegre y tranquilo al lado de un loco que cerca de un estúpido. Aquella nos ayuda a soportar y mejorar Esto, mientras que la estupidez posibilita y fomenta y multiplica la Realidad. Puede que algún loco haya ocasionado alguna catástrofe, pero sangre, lo que se dice derramar sangre en cantidades industriales, sólo se lo debemos a la omnipotente e inmarcesible estulticia. Sólo lo estúpido es terrible, la  Aciaga Dama no descansa nunca. Ella es capaz de instaurar una locura -ahora sin comillas- horripilante y estremecedora por anodina, cotidiana y abyecta: la NORMOPATÍA, grave patología que por extendida -la Mayoría- debería ser tenida en cuenta por los "gobernadores de almas" desde sus cátedras.  Es la normopatía, hija legítima de la gilipollez, la que hace acudir a los consultorios de los nuevos chamanes de la tribu a tantos y tantos miles de personas que, de lo único que adolecen es de conspicua estolidez. Ni más...¡ni menos!

EL BOBO DE KORIA

TARUGOS


"Por cada cien hombres que se casan 'por debajo'
de su condición, hay una sola mujer que comete
la misma locura." H.L. MENCKEN

Tod@s elegimos cientos de veces al día entre varias opciones: comer o no comer, qué ropa ponernos, trabajar o no trabajar, este o aquel autobús, madrugar o no, pensar o no pensar, tener o no tener hijos, ponernos morenos o no hacerlo, comprar este modelo de coche o el otro....En fin que somos libres para escoger entre lo que más nos conviene.
También elegimos al o a la  que va a ser nuestr@ compañer@ para toda la vida. El hombre o la mujer únic@, irrepetible e irremplazable.
El ve en Ella -a través del flechazo de Cupido- a La única: inteligente, sensible, graciosa, guapa, trabajadora,...Ella en El, al guapo mozo, atlético, simpático, inteligente,  estudioso, deportista. Aficionado a las amotos, la escalada, los "4 x4", y a las juergas con los amigos. El y Ella -Ella y El- dejarán, desde ahora, de ser dos para convertirse en Un@ . Compartirán las mismas aficiones, las mismas ilusiones, los mismos deseos, las mismas inquietudes. En fin, serán "dos en uno" para siempre jamás.
Sin embargo, al tiempo - antes o después del matrimonio-, algo deja de ser como antes y el proyecto de sociedad se quiebra ¿qué ha ocurrido? No se entiende. Ella sigue siendo la misma extraordinaria moza entre todas las mujeres. Y El, ¿ha cambiado? No, todo lo contrario, es más gracioso, más estudioso, más deportista, más... Entonces ¿por qué se siente defraudada Vanesa? ¿Qué cambio se ha operado en Anacleto para que Ella deje de amarlo como el día en que sus miocardios fueron traspasados por la saeta del rechoncho diosecillo del amor?. Pues si nada ha cambiado en Anacleto – si no a mejor-, ¿qué expectativas abrigaba Vanesa para que se sienta defraudada después de tres años de amor sin igual?... !!Precisamente eso: que Anacleto NO HAYA CAMBIADO !!.
¿Pues qué, cuando acaeció la unión de sus corazones y se juraron amor eterno, ese contrato no devenía de la apreciación que ambos tenían el uno del otro en ese momento. En ese momento preciso , como eran en ese tiempo. Y así, y no de otra forma, para siempre jamás se desearon y hacia el Futuro proyectaron sus respectivos AHORAS y no cualquier otro  posible DESPUÉS ?
¿Se deberá la decepción de Vanesa a que veía en Anacleto al TARUGO susceptible de mudanza, conversión, trueque, evolución...en algo más "delicado", más "refinado"... quizás algo más S-úTIL? ¿Acaso esperaba que Anacleto -el tarugo- se tornase - !!con el tiempo!!- en exquisita pieza del ebanista Tomás Chippendale?
¿Y qué decir de las pretensiones de Anacleto? ¿También El esperaba "algo más" de  Vanesa? Quizás sus expectativas eran más aviesas, espurias, retorcidas y animales. Otro día plantearé las preguntas y dudas que me sugiere el interés que EL TARUGO demuestra por LA PRINCESA.


EL BOBO DE KORIA

“Los sobraos”


Los observo a menudo: dilapidan su vida agarrándose a una cotidianidad moribunda, se disfrazan de seres especiales y así lo cuentan cuando algún incauto interlocutor se les pone a tiro. Entonces, se transforman, un halo resplandeciente los envuelve, como magos engalanan palabras de corte seductor, con el fin de hacerte creer que son especiales, que son alguien, como ellos mismos afirman.
Pero todos los espectáculos terminan y llegado el final, vuelven somnolientos al cobijo de su mentira, camuflan su rostro bajo sombreros de ala ancha y gafas tintadas, suplicando la llegada de la noche y la apertura de tabernas eternas donde reviven al son de su pasado creyéndose sus embustes y trucos de magia barata. Son incapaces de soportar su realidad y abrazan una fantasía revolucionaria que nunca estuvo de su mano. Saben con quién jugar, saben con quién bailar, aceptan lo reducido de su círculo donde forjan una leyenda paupérrima.
Si alguien atraviesa su tela se lanzan sobre ellos con las arengas deshilachadas que sus compinches conocen. Estos desvían sus miradas para no ver el reflejo de si mismos, y mañana oirán una nueva batalla que afianza los lazos de una tribu embreada de patetismo.

Su única fuerza la basan en las diferencias que existen con el otro mundo, con los seres que habitan la normalidad y que tratan a los otros como iluminados y marginales brillantes. Ninguno comprende la necesidad que tiene de su contrario.
En su inconsciencia ignorante se otorgan papeles que les quedan grande a todos, pues ninguno entiende que la autenticidad está más allá de sus manos. Se engatusan a si mismos equilibrando una balanza de falacias que cada cual ahoga como puede, entendiendo cada uno, que necesita del otro para no caer en un abismo cuyo fondo están muy lejos de entender.
Pero si cruzas sus miradas sin darles el crédito que exigen, te arriesgas a ser perseguido por su fantasma, pues en el fondo de toda pupila se ocultan los posos de la verdad, y ninguno de estos seres quiere ver el reflejo gastado y acobardado de su alma.
Se podría hablar de sonido de sables cruzándose en la noche, de brillo de hojas afiladas, de trapecios sin red. Ellos en su miedo los tienen en la pesadilla constante que les supone ser descubiertos, o encontrarse con alguien que sin participar en su juego sabe del riesgo de desterrar poses y despojarse de todo para seguir su camino.



El reverendo Yorick