FÉLIX
GRANDE - II
4 febrero
de 1937. Mérida
30 enero de
2013. Madrid
De la
conferencia pronunciada en la Universidad John Hopkins, Baltimore, mayo de 1989
SÁBATO Y EL
RESPETO A LAS PALABRAS DE LA TRIBU
Aceptémoslo, muchos de nosotros, muchísimos de cuantos
trabajamos con las palabras, mentimos: callamos sobre asuntos que son cosa
sabida. Por ejemplo: callamos sobre las tiranías. No sobre todas, claro está:
solemos elegir algunas tiranías como blanco de nuestros ejercicios de moral,
mientras damos a otras tiranías un beneplácito silencioso. Omitimos a veces
expresar una reflexión moral tan sencilla como la de que atacar a una tiranía y
no atacar a otra es pura y sencillamente, una gran desvergüenza. Omitimos a
veces el deber de denunciar que el defender la libertad en una zona de la
Tierra y silenciar su falta en otra zona de la Tierra no es defender la
libertad, sino ser, pura y sencillamente, deshonestos. Quien clama por la
democracia contra una dictadura y no clama con igual convicción contra otra dictadura
no puede ser llamado defensor de la libertad. (…) Todas las tiranías son
hermanas. Por de pronto, todas las tiranías son hermanas de sangre.
Abe Osheroff. Acudió a España en 1936 a defender al Gobierno
legal y jugarse la vida a favor de la libertad, y su experiencia y su honradez
le dictaron estas palabras: “Creo en la libertad del hombre, y cualquier
sistema que ponga en peligro ese derecho es enemigo mío”. Dijo cualquier sistema. Un escritor debe
saber de memoria esa frase. Si la olvida, se convierte en un desertor. Si la
cuestiona, en un falsario. Si la combate, en un peligro. ¿Y cuántos escritores
hay de esta naturaleza; cuántos mayores o menores beneficiarios de lo único
verdaderamente mayor en nuestro oficio, el lenguaje, cuántos de entre nosotros
mienten, mentimos, cuántos? ¿Cuántos desoímos el rumor sagrado que deambula
entre intersticios del lenguaje, de la libertad, de la terrible e irrenunciable
moral milenaria? ¿Cuántos de nosotros, en fin, calumniamos la inocencia
inmortal de las palabras, devaluamos su amor, amortiguamos su coraje,
obstruimos su anhelo? ¿Cuántos de nosotros huimos cobardemente de la sacralizad
de las palabras? (…) ¿Cuántos de nosotros, en fin, con silencio o con
frivolidad, con cinismo o con cobardía, colaboramos en el asesinato de la
inocencia del lenguaje, en la ruina de la verdad, en la devaluación de la moral
y, en suma, en la desviación del destino solidario, digno y libre de nuestra
propia especie? (…) Sólo os ruego que recordéis conmigo que todo aquel que
vuelve alguna vez la espalda al esfuerzo maravilloso de honrar a aquello que
tanto nos honra, las palabras, tiene enfrente las obras y la conducta de
algunos seres ejemplares que trabajan y se comportan con coraje para que las
palabras conserven la vergüenza de la totalidad de nuestra especie, para que
las palabras conserven la dignidad que ya hemos alcanzado como miembros de esta
especie anhelante, desdichada y privilegiada, junto a la dignidad que aún queda
por conquistar para honra de los hombres, para honra de su historia y para
honor de las palabras.
EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)