Gracias

A todos aquellos que se atrevieron a cruzar una frontera, haciendo mi mundo más colorido y diferente. A todos los que rompieron las hegemonías y los convencionalismos que fueron establecidos de antemano. A todos los que dijeron NO cuando había que decirlo, y a los que dijeron SI cuando también había que decirlo. A aquellos que se preguntan y reflexionan sobre lo que les dicen, poniendo en entredicho esas mentiras que nos hacen prisioneros de otros. A esos que no empuñaron el fusil que les fue impuesto para asesinar a otros como él. A todos los que tienden la mano incluso en las situaciones más adversas. A los que miran a su alrededor antes de tomar una decisión. A los que sonríen incluso en el corazón de la calamidad. A los que de cualquier modo contribuyen a terminar con un pensamiento reaccionario enquistado en el mundo en el que vivimos. A todos ellos mi mas profundo agradecimiento, tanto si están vivos como muertos, por haberme enseñado y por enseñarme aun, que el silencio y la rendición no son el camino, a no ser que se quiera ir hacía el patíbulo que nos habrá la puerta de una muerte en vida. Por haberme enseñado y enseñarme que los pequeños movimientos importan, que los caminos se andan paso a paso y que una vez que encuentras la senda debes seguir hasta el final.


Yorick.

denuncia




La fotografía está sacada en la calle Beneficencia de Valencia, en unas viviendas primero expropiadas y después desalojadas para ampliar el Instituto de Arte Moderno de Valencia.

el desarraigo

Camino por la calle Beneficencia de Valencia, esta parece muerta, sin vida, sobre todo en las horas en que el instituto del Carmen no soporta el empuje de sus alumnos.
Hace unos años, el ayuntamiento de Valencia expropió las viviendas de la calle argumentando la ampliación del IVAM. Malpagó los pisos a sus propietarios y amablemente les instó a que se fueran. Pasados unos años y aletargado el proceso de ampliación las viviendas fueron ocupadas, las que no habían quedado vacías en el primer embite, las personas que allí se rehalojaron y las que se resistieron a abandonarlas dotaron de vida a la calle, y por simpatía a un barrio castigado ultimamente de falta de vecindad callejera. Cuando el ayuntamiento creyó que era hora, envió a su ejercito de municipales a acelerar el desalojo, y cualquier paseante puede ver los resultados.
Las puertas de las viviendas tapiadas hasta la altura del primer piso, el resto presenta una imagen apocalíptica,brutal en sí misma. Solo el viento dota de vida a las cortinas allí abandonadas, las persianas colgando y las macetas abandonadas en los balcones. ¿Es difícil imaginar voces en cadaver tan grande? Yo creo que no. No cuesta pensar en las gentes que habitaron aquí, hasta que sus gobernantes buscaron pretextos para echarlos, para desarraigarlos de un barrio que respira a duras penas el escaso aire que le llega. Así, casa por casa, calle por calle, el enemigo avanza, con el pretexto de la cultura, su cultura colonizadora nos expulsan de unos territorios enclavados en la pirámide urbana donde las garras de la especulación se clavan sin piedad y donde el valor material se impone a la presencia de sus gentes.

Desearía ver un movimiento silencioso de protesta, de hecho lo imploro desde aquí, la imagen de sus museos vacíos, donde el aullar del viento les ponga la piel de gallina, donde un susurro se convierta en un alarido a los oídos de sus contados funcionarios. Por el contrario, en las calles cercanas, en el rio, en cualquier parte menos donde nos incitan a ir, sería maravilloso oir las risas, las conversaciones, los juegos de los niños, ajenos a ese edifio monstruoso que come humanidad y se alimenta de sus abstractos motivos rodedados de sobriedad y buen orden.

el reverendo Yorick.