AL PASAR LA BARCA, LE DIJO EL BARQUERO: “LAS NIÑAS BONITAS NO PAGAN DINERO”



Ante lo cual, la presunta "niña bonita" le espetó que ya estaba hasta el moño de tanto machismo cerril y que una pretendida deferencia en ese tono y modo le parecía insultante, tanto para ella como para el género que, muy a pesar suyo, y dadas las circunstancias, representaba. Que los hombres os habéis creído los elegidos de los dioses y que habían pasado muchos milenios desde la Creación y los ovarios le dolían de soportar a todos los estúpidos que habían pasado cerca de ella y que... desde mi padre hasta el Presidente del Senado eran todos unos machistas y salidos y prepotentes y asquerosos.
Que históricamente las mujeres habían tenido que soportar ser consideradas como objetos susceptibles de ser utilizados por los hombres, en el sentido que estos desearan. Que ya era hora de que ellas -las mujeres- tomaran el relevo, y que cuando esto aconteciera, iban a demostrar a los hombres de lo que eran capaces. Que si hasta ahora habían estado ahogadas por el machismo, eso se había acabado  y que ella estaba dispuesta a demostrarlo desde ese mismo momento.
Que estaba ahíta de piropos de albañiles, fontaneros y electricistas, y que ahora,  aunque reconocía que era la primera vez que un barquero la requebraba, también era cierto que esta circunstancia no animaba su odio hacia el gremio de los mismos aunque si en la tirria que de ha mucho sentía por sus oponentes de especie : LOS HOMBRES. Y aunque reconocía que el piropo emitido por el barquero no contenía connotaciones sexuales explícitas y que tampoco veía atisbos -en primera lectura- de segundas intenciones, lo que parecía una deferencia intersexos, no era óbice para que intuyese las terceras intenciones que podían desprenderse del hecho de aceptarle el ofrecimiento de realizar el trayecto sin abonar el precio del billete. Pudiera, el citado barquero, creerse en el derecho de demandar de ella futuras "prestaciones", a las cuales -ella- no estaba dispuesta  a acceder, dado -todo hay que decirlo-, que el remero no era de su tipo ni condición social. Y que era un viejo setentón y arrugado y verde y baboso !!!
Que lo que ella pretendía era hacer la travesía lo más pronto posible porque estaba estudiando para unas oposiciones a la Consellería de Tráfico y que había quedado con su novio Bartolo, el cual le iba a pasar los apuntes de las mismas.Y que su ira le estaba haciendo sopesar la posibilidad de aplazar el viaje porque estaba segura de que la gratuidad del mismo, amén de lo antes expuesto conllevaría la pérdida del S.O.V. (Seguro Obligatorio de Viajeros) y que no estaba dispuesta a naufragar sin seguro, máxime si, como había constatado, la superficie de la laguna estaba picada y dada la fragilidad del bote, los augurios no eran muy halagüeños.
Que su acritud e iracundia no podía ser controlada porque durante toda su vida había/an tenido que soportar los ataques, más o menos explícitos  del Enemigo común: El Hombre.
A lo que el barquero, cuando amainó la borrasca -sólo en sentido figurado-, respondiole a la impulsiva joven: Que el hecho de invitarle a realizar la travesía sin demandarle moneda alguna, no tenía que ver con las, por ella supuestas, libidinosas expectativas que él abrigase sobre su persona. Si bien reconocía que la tonadilla que el Ministerio de Transportes Postreros le obligaba a repetir a toda persona al embarcarse, fuera ésta de sexo cóncavo o convexo, podía contener connotaciones machistas, éste - el Ministerio- lo consideraba una especial deferencia, así como la gratuidad del trayecto, puesto que era un servicio público con cargo al erario estatal y por tanto exento de abono alguno por parte de los ciudadanos, o ciudadanas, que se viesen obligados a realizar el susodicho trayecto. Y que sentía no poder darle la opción de posponer el viaje. Y que la conminaba a que se sentase de una jodida vez entre los/as otros pasajeros porque le quedaba mucho que remar, dado que la Estigia estaba muy agitada. Y que, como Caronte que se llamaba, estaba harto de realizar esa faena y que ansiaba jubilarse de una puñetera vez. Eso sí, que le perdonase el léxico utilizado pero es que ....Y que siendo el último viaje del día... Y que en todos los embarques le tocaba alguno o alguna cretina que le hacia envejecer. Y que estaba hasta los cojones (sic). Y que por lo que le pagaba el Ministerio de Transportes Postreros...!!!
Y, eso sí, que le perdonasen el lenguaje utilizado, pero es que determinadas cuestiones le sacaban  de sus barquillas y...


EL BOBO DE KORIA

ENTIERRO



“S´han dío p´allá".
TÍA ANICA LA PERIÑACA

- "Esto es la vida. Ayer tan bien, y hoy, aquí"
- "Si que es verdad. Con la ilusión que tenía el martes, cuando hablaba de la paella de conejo que se iba ha comer el domingo, y no ha llegado ni al viernes. ¡Ay!"
- "Y para esto tantas preocupaciones"
- "Y tantos odios y tantas envidias entre unos y otros".
- "Y tanto trabajar. Porque horas hacia más que un reloj. Este hombre ha trabajado mucho. ¿Y, para qué?"
- "Eso digo yo, que en estos momentos, dan ganas de cambiar de vida. De dejar tanta tontería a un lado...y cambiar de vida".
- "¿Dónde te lo has comprado?
- "En Carrefour. Y muy barato, ¿te gusta?".
- "Tienes caspa en los hombros."
- "Hasta en el coño, hija. Pero estoy usando un champú que es buenísimo...."
- "El hermano, no ha venido. Se llevaban mal desde que ...
- "Has visto el vestido que lleva aquella. Es la sobrina. Pues calor no hace para llevar ese escote".
- "Es verdad, y no es tan guapa como dicen. Mucho rimel y muchas manos de pintura:"
- "Dicen que trabaja de secretaria. Y las secretarias....ya se sabe".
- "A mí porque no me gusta hablar, pero dicen que....."
- "No, si cuando el río suena...." (...)
- "¡Lo que es la vida Mari!, desde los dieciocho trabajando de ebanista. Que era el mejor de la fábrica. Siete dedos se le llevó la "tupi". Y fíjate el ataúd que lleva, que parece que se va a desencuadernar. La viuda y los hijos se han pasao. ¡Lo que es la vida, Mari!"
- "Ella aún está buena. Ésa, dentro de dos días está ajuntá con el primero que se le ofrezca".
- "Era luchador A él le debemos el sueldo y las mejoras que tenemos, porque los demás no hicimos nada".
- "Sí, pero no sabía vivir, porque con su sueldo, y tener esa mierda de coche. Y,  siempre hablando de dignidad y de que teníamos que salir de la mierda que nos envolvía. Cómo si la dignidad diese de comer. Era un paliza, las cosa como son, Mari".
- "¡Es verdá!"
Y, yo, el que suscribe, pensando en culos: “¡Qué difícil es encontrar un buen culo en los entierros! Sin embargo, la nieta, con sus dieciocho años ¡Jolín! también tiene ´pistoleras´. Y la viuda, con ese jarsé que le marca tanto las tetas, si parece que los pezones vayan a abujerearle la lana de un momento a otro. ¡Anda, anda, aquella cuarentona esta jamona. ¡Cagon___s, me ha salido un pareado! ¡Huy, perdón que estoy en el cementerio!”


EL BOBO DE KORIA

Escritor novel: profesión de alto riesgo

Con lo bien que iban las cosas, el futuro tan prometedor que se abría ante mí, y de que manera se fue todo al garete. Yo, que me había preparado a conciencia, que había leído las obras completas de Benito Pérez Galdós, y de Camilo José Cela, además de otros miles de libros, que había asistido a conferencias sobre escritura impartidas por auténticos mequetrefes. Había estudiado filología hispánica, quemándome las pestañas por las noches, a causa de mi trabajo. Lo tenía todo, absolutamente todo preparado y calculado para entrar por la puerta grande de la producción literaria ¿Y que pasó? ...Que todo se desmoronó como un castillo de naipes.

Si amigos, esta es la auténtica historia de un escritor, no fracasado, sino repudiado por todos aquellos a los que yo quería. Ahora maldigo el día en que se me ocurrió por primera vez agarrar un cuaderno y lanzarme entre sus páginas blancas a mancillarlas con mis cuentos agudos y geniales. Porque, vaya por delante que yo, poseo auténtico talento para la escritura, no se vayan a pensar otra cosa. El motivo de mi estrepitoso fracaso es otro que ahora les contaré.

Podríamos decir que yo era una persona normal, vivía con mis padres, tenía mi novia de toda la vida, con la que planeaba casarme en unos años, y trabajaba en una fábrica de automóviles. Todo estaba bien, una vida normalita, sin estridencias, salvo por la particularidad de que yo soñaba con hacerme escritor. Mi entorno familiar y conyugal, como era de esperar, no me tomaban nada en serio, más bien, se contrariaron cuando me puse a estudiar, o cuando acudía a conferencias y cursos de escritura. Aunque en el fondo debían de pensar que se me pasaría la fiebre. Mis padres decían que tenía la cabeza llena de pájaros, opinión que mi novia no tardaba en apoyar, sobre todo cuando venía a comer a casa.
Cuando se cabrearon de verdad, fue cuando un día me planté ante ellos y les comuniqué que me había despedido del trabajo, para dedicarme a escribir libros. Para que se hagan una idea les diré, que mi vecina llamó a la policía, creyendo que alguien había entrado en casa y nos estaba asesinando.
Al cabo de unos días, la cosa estaba más tranquila, y entonces empezaron a apremiarme para que escribiera el “puñetero libro” para ver “si era verdad que ganaría tanto dinero” Les dije a todos durante una comida familiar ante el televisor, que tenía planeado empezar con unos relatos cortos que mandaría a diferentes concursos literarios y revistas. Intenté convencerlos de mis capacidades y de que mi talento, seguro no pasaría desapercibido. Para darme ánimos, yo pensaba en mis autores favoritos, y en sus duros comienzos ¿Y quién era yo para quejarme, si en realidad tenía todo a mi favor?
Así que lleno de optimismo, un buen día, encerrado en mi habitación, empecé a escribir. Estaba tan enfebrecido que solo salía para picar cualquier cosa, ir al baño, y hablar por teléfono con mi novia, quién por cierto, tenía un cabreo de aúpa, porque no la sacaba a pasear. Así pasaron dos semanas, al cabo de las cuales tenía preparados dos excelentes relatos de corte detectivesco, depurados, corregidos y a mi entender perfectos.

Al día siguiente de terminar, me duché, me afeité, me puse mi mejor ropa y salí de casa con la intención de fotocopiar el manuscrito y repartirlo entre mis allegados, convencido de que caerían a mis pies rendidos. Hice copias para mis padres, mis suegros, mi novia, mis hermanos, que no vivían en casa, y mis amigos. Pensaba que una vez pasada la primera prueba, llegaría el momento de registrarlos y enviarlos a diferentes editoriales, convencido de que no tardarían en ponerse en contacto conmigo.
Resulta que esos días, mi novia, estaba ocupada con un trabajo temporal que había conseguido, así que decidí irme a pasar unos día con mi tía, que vivía en el pueblo, así les dejaría tranquilos para leer y asimilar el impacto y la estupefacción que de seguro les iba a provocar la lectura.
Plenamente satisfecho conmigo mismo, agarré el tren con dirección al campo, decidido a preparar una vuelta triunfal.

Cuando la semana llegó a su fin, volví a la ciudad, estaba nervioso, pero al mismo tiempo exultante. Como era domingo y me pillaba de paso, me propuse pasar por casa de mi novia. Al llamar al timbre y decir mi nombre, me pareció escuchar un grito, algo así como: !No...Antonio, no! Antonio era mi suegro, al que por cierto veía a través del cristal de la puerta cruzar el zaguán con un palo en la mano, que nada más abrir la puerta estampó en mi cabeza. Me caí al suelo de espaldas y me protegí como pude de la lluvia de palos que se me venía encima. Entre los gritos y el jaleo, pude llegar a entender algo de lo que decía mi suegro. Lo resumiré un poco para no cansarles: !DE MODO QUE MI HIJA ES UNA GOLFA Y TE PEDÍA QUE LE HICIERAS ESAS GUARRADAS! !ASÍ QUE SOY UN FACHA Y UN PUTERO! !Y MI MUJER UNA BEATA! Como pude, tropezando, arrastrándome por el suelo, conseguí escapar de allí, apaleado como un perro. La última frase que logre entender fue algo así: !COMO TE VUELVA A VER POR AQUÍ TE MATO...GOLFO CABRÓN! ¿Qué había pasado? ¿Cómo pudo ocurrir aquello? Si en palabras de mi suegra, yo “era el hijo que toda madre quería tener”
Llegué a casa con la ropa destrozada y magullado, las sospechas que fui rumiando por el camino se confirmaron: Mis padres no me apalearon, pero tenían mis cosas preparadas junto a la puerta. Sin darme turno de réplica, me echaron de casa. Llamándome ingrato, descastado y nuevamente cabrón. !ah! También añadieron que diera gracias de que no me denunciaran por injurias, después de haber escrito lo que escribí sobre ellos. Ahora lo entendía todo, los relatos...
El protagonista de mis relatos se parecía bastante a mí, su chati, se parecía demasiado a mi novia, mis padres también eran muy similares, y todo el entorno de los cuentos era bastante similar al mío, con la salvedad de que el prota, además de sagaz, era inteligente, ligón, y un triunfador salido de un entorno mediocre como el mío.

Mis hermanos y mis amigos tampoco quisieron saber nada de mí.
Ahora vivo en otra ciudad, repudiado por los míos. Tengo un trabajo de mierda en una fabrica infecta y malvivo en una pensión de mala muerte, en un barrio decadente.
Dejé de escribir, juré que no volvería a coger una pluma nunca.
Me emborracho siempre que puedo y mis novias son de pago. Vivo al día, sin complicaciones, empeñado en olvidar. Aunque no hay un solo día en el que no me pregunte: ¿Cómo lo hacen ellos? Los escritores de éxito, ¿Cómo hacen para que nadie se moleste por lo que cuentan? Por sus fantasías, invenciones...¿Cómo lo hacen? A lo mejor la respuesta es esa: porque son escritores de éxito.

Les dejo, que tengo que ir a echar la quiniela...



el reverendo Yorick