cuento de navidad




Pablito tenía un don. Un don que provocaba cierto pavor a sus padres, y entre la población del pequeño pueblo donde vivía. Pablito era capaz de ver en el interior de las personas, y además, a voluntad, y si se concentraba hacía que los que estaban cerca de él, y eran presa de su concentración cayeran muertos, asfixiados al instante.
Nadie podría certificar estos hechos, pero lo cierto es que en las tres ocasiones en que había ocurrido, Pablito estaba presente.
La primera de ellas ocurrió cuando Pablito tenía tres años. En una visita rutinaria al pediatra que enviaba la seguridad social semestralmente al pueblo. El pediatra era un tipo que odiaba a los niños. También odiaba ir de pueblo en pueblo, en vez de estar destinado tranquilamente en el hospital que quedaba a diez minutos de su casa. Esto hacía que siempre estuviera enfadado, hasta el punto de que hacía un par de años, en una de sus visitas y mientras desvestía a un bebé, éste, se le cayó al suelo, provocándole dos fracturas. No le costó trabajo echar la culpa a la madre. En los pueblos ya se sabe, el médico y su palabra son sagrados.
Bien, volviendo al día en que cesó en su actividad, podríamos decir que aquella mañana estaba especialmente irascible. Y sin vergüenza ninguna se cuidaba de hacer llegar su malestar a todos los niños que pasaban por sus manos. Hasta que llegó Pablito.
Como siempre, con un gruñido por saludo, indicó a su madre la camilla, y la instó para que desnudara al niño, la camilla metálica ni siquiera estaba cubierta por una sábana, y la calefacción del ambulatorio era de dudosa eficacia. El pequeño se quejó lastimero al verse despojado de su ropa, y esto ponía de los nervios al doctor, que sin dilación ya agarraba al niño por los brazos, y lo obligaba a abrir la boca.
En ese instante fue cuando Pablito lo miró a los ojos. Allí dentro el niño vio mucha maldad, tanta que casi se marea. Sin poder reprimirse se concentró, y al instante el médico se quedó paralizado, luego se echó las manos al cuello, mientras se tambaleaba por la consulta, después se empezó a poner primero rojo, y a continuación morado, a la vez que su lengua se asomaba por su boca completamente, como si quisiera abandonar a aquel ser ruin en aquel mismo instante. Después sencillamente murió. La madre de Pablito miró a este, que permanecía de pie en la camilla, con un rictus serio, y la mirada clavada en el médico. Ahí supo su madre que su hijo tenía algo que ver en la muerte del pediatra.

Tendrían que pasar dos años, para que de nuevo Pablito manifestara su don de manera violenta. En este tiempo, sus padres se habían cuidado mucho de decir a nadie lo que ellos sospechaban. Tampoco el niño había dado muestra de ser distinto de otros niños en esos años, por lo que de alguna manea comenzaron a pensar si aquello no podría haber sido fruto de su imaginación.
Pero de nuevo, el niño manifestó poseer un poder desconocido, que ejercía sin compasión en aquellos que de alguna forma intentaban hacerle daño, a él, o a otras personas. Así, su siguiente víctima sería un tío suyo, hermano de su madre. El tío en cuestión se había encargado de cuidar de la madre de ambos hasta su muerte, hecho este que afectó profundamente a Pablito, ya que su abuela era una mujer de buen talante y mejor humor, pero los últimos años de su vida los pasó postrada en una cama, bajo los cuidados del desalmado de su hijo, que nadie sabía como, había manipulado a la anciana para declinar el testamento de esta a su favor.
De ese modo la casa donde vivía Pablito y su familia que era propiedad de su abuela, pasaba a manos de su tío, y este, que ya tenía planes para aquel caserón en el pueblo, no dudó en informar a su hermana y cuñado de que debían abandonar el edificio en menos de un mes.
Para la familia de Pablito, esto fue una catástrofe. Su padre, que era jornalero en el campo no tenía dinero para comprar una casa, y su sueldo apenas llegaba para pasar el mes. La madre de Pablito también cosía en casa muchas horas, dejándose la vista por una escasa cantidad de dinero que los ayudaba a no pasar penurias. La situación que les planteaba su hermano era verdaderamente una tragedia.
Los padres de Pablito, que no creían que su hermano pudiera ponerlos de patitas en la calle, decidieron invitar a comer a este, para poder hablar de otra alternativa, para apelar a su compasión, a costa de su servicio si era menester, con tal de no verse en la calle con su pequeño hijo, que ya contaba cinco años. Pero verdaderamente no conocían a su pariente. Este manifestaba un carácter rencoroso hacía cualquier ser humano, y disfrutaba haciéndole mal a cualquiera que se pusiera a tiro.
El día de la comida, caminaba por el pueblo tranquilamente en dirección a la casa de su propiedad, donde su hermana y el desgraciado de su marido apuraban sus horas. Estaba dispuesto a disfrutar con el enfrentamiento, los dejaría suplicarles para luego definitivamente echarlos a la calle, a ellos, y a ese repugnante niño al que nunca tuvo ningún cariño. La casa estaba destinada a la venta, para montar un negocio de turismo rural, y él, sería el beneficiario de una suculenta cantidad, con la que pensaba marcharse al caribe, a demostrar su valía.
En estos pensamientos andaba cuando llegó a la puerta de la casa, llamó, y espero a que le abrieran la puerta. Allí estaba su hermana, sumisa y empalagosa, sin hacerle caso pasó a la casa como el señor de la misma, se dirigió al salón y desde allí pidió a su hermana que le sirviera una copa de coñac. Pablito fue el encargado de llevársela, cuando se la dio, se quedó mirando a su tío. – ¿Y tú que miras?- le dijo este desafiante. Pablito no dijo ni una palabra, simplemente se le quedó mirando, hundiéndose en la negrura de sus ojos, donde una ola de maldad lo envolvió. Tembloroso parpadeó un segundo, y después volvió a atravesarlo con su mirada. A su tío no le dio tiempo a decir ni “mu” Al instante se puso de pie, y empezó a tambalearse por la habitación, tropezó con el aparador, y al caer unos platos de este, la madre de Pablito que se encontraba en la cocina acudió corriendo, solo para ver a su hermano morado como una col lombarda retorciéndose por el suelo. En ese preciso instante el padre de Pablito, que venía de trabajar en el campo, hizo su aparición, justo cuando su cuñado expiraba.

Pablito y su familia pudieron seguir viviendo en la casa, que ahora era de su propiedad. Sus padres, evitaron mencionar los hechos de la forma en la que en realidad ellos los interpretaban, y excluyeron de nombrar la implicación de su hijo en ellos.

Habían pasado ya tres años desde la muerte de aquel miserable. Pablito contaba ya con ocho años. Y sus padres más tranquilizados ante la normalidad de su hijo, volvieron poco a poco a pensar, que aquello había sido producto de su imaginación, más o menos todo el pueblo pensaba igual, dado el comportamiento normal del niño, y su permanente buen humor.
Aquel año, por navidad, los padres de Pablito habían decidido llevar a éste a la ciudad por primera vez, para que viera todas las calles iluminadas y el ambiente navideño que se respiraba en ellas. Pablito estaba muy ilusionado, el día que subieron al autobús de línea, aunque la impresión que sacaría al llegar a la ciudad, dio al traste con toda su ilusión.

Efectivamente toda la ciudad estaba iluminada, había música, y muchísimas personas yendo de aquí para allá. Pero los verdaderos sentimientos de la gente herían al niño. Pues bajo esa capa de permisividad navideña se escondían odios, rencillas, rencores, envidias y otras maldades típicas de los seres humanos. El niño no comprendía que sentido tenía entonces todos aquellos adornos, luces y músicas. Pablito intentaba que sus padres no se dieran cuenta de su desilusión, y de esa forma los seguía sin mostrar ni un gesto que delatara sus sombríos pensamientos.
Pero al doblar una esquina había algo que desencadenaría un problema de nuevo. Había un entarimado elevado cubierto de telas rojas, y arriba un trono donde un rey mago atendía y recogía las cartas que una fila de niños le entregaban en mano, sentándose en el regazo del rey. Los padres de Pablito animaron a este a que se pusiera a la cola. Pablito miró sus enormes sonrisas, y no fue capaz de negarse, así que se puso detrás del último niño, con una inquietud pegada a la garganta.
El rey mago que gesticulaba sin cesar, parecía estar pasándoselo muy bien, en realidad, aquel montaje era cosa suya. El hombre resultó ser un empresario poderoso, y director de un equipo de fútbol local. La fortuna de la que era dueño no había sido lograda con medios muy honrosos. En sus empresas muchos hombres y mujeres eran explotados para beneficio de su director. A él esto le traía sin cuidado, y los problemas de sus trabajadores no le afectaban, sencillamente cuando alguno de estos problemas se presentaba, el director los despedía impunemente.
Cuando Pablito llegó al lado del falso rey mago, este lo cogió en brazos y se lo sentó en las rodillas. Un olor a naftalina mezclado con perfume caro llegó a la nariz del niño. Este miró al rey a los ojos, y en ellos pudo ver la verdad de su negro corazón. Pablito no se contuvo, y el rey mago sufrió en sus carnes la energía del niño, el rey se echó las manos al cuello, arrancándose la barba postiza y la corona, su calva perlada de gotas de sudor brillaba con los reflejos de los millones de luces que había en la calle.
Pero esta vez, cuando el falso mago cayó al suelo, Pablito no se contentó, miró al siguiente niño de la cola, y este comenzó a llorar, luego el otro, y luego el otro, y así en un rato, todos los niños de la plaza comenzaron a llorar, pero no solo en la plaza, más tarde en las calles aledañas, en las viviendas y al final en toda la ciudad, los niños lloraban desconsoladamente.

Solamente, cuando sus padres acabaron confesando la mentira, dejaron de llorar, cuando los padres de toda la ciudad dijeron a sus hijos que aquel hombre era un impostor, y que los regalos en realidad nada tenían que ver con magias ni intervenciones divinas, los niños cesaron en su pena.

De esa forma, Pablito, que ya estaba de vuelta en su tranquilo pueblo con sus padres, acabó con una gran mentira, y el mundo descubrió que mentir a los niños nada tiene que ver con hacer el bien, y que los niños, no por serlo se merecen ser engañados así. A partir de ahí, todas las navidades cambiaron, y aunque la gente seguía fingiendo esos días que todo era bondad y amor sin ser verdad, tanta magia y tanto rollo divino se fue acabando, dejando a los cuentos ser lo que son.

el reverendo Yorick.

Nicolás Sarkozy o el anhelo de Napoleón






El cadáver del emperador sonríe en la oscuridad de su tumba. Su calavera enorme muestra su sonrisa permanente, en la inmunidad que da el eterno paso del tiempo, contempla la cima de sus anhelos.
Su país, su amada tierra, su imperio arrebatado renace. Tras el dolor de la derrota, de haber sembrado de cadáveres la vieja Europa, del destierro, de la humillación de haber permanecido vivo sentado frente a sí mismo. Su patria renace.
En el turbio horizonte, un hombre menudo, como él mismo avanza con paso firme. Sin ejércitos, sin invasiones grandilocuentes, sus pisadas hacen temblar al viejo continente.
Su imperio transformado en un símil de República tan falso como cualquier otra atemoriza a los más débiles. Con Alemania como aliada, y con el dinero y el engaño como armas doblegan naciones y países, que mendigan aporreando las puertas de su imperio.
El pequeño hombre que rige los destinos de Francia, con su apellido impronunciable se cobra la justa venganza histórica del emperador. España, Grecia, Italia, Portugal, y otros países caen, y caerán en las manos del poder. Atrapados por unos acuerdos económicos y aterrorizados ante el temor de salir de la coalición europea, todos acatarán las órdenes venidas de la unión de Francia y Alemania.
Los gobiernos sucumben ante tanto poder, y los pueblos zarandeados en la mentira de la comodidad, aceptan recortes y venden su futuro de saldo para beneficio de esa unión europea que se asemeja a un Saturno devorando a sus hijos. El emperador reconoce el acierto del poder económico, viendo a países a los que no pudo dominar entregados en cumplir plazos y tratados, atrapados cada vez más, mientras sus recursos y economías son exprimidas por los poderosos creadores del engaño. Y entre esos poderosos está su país, justo donde tiene que estar, llevada de la mano por su pupilo de altura discutible.
Los hombres como el emperador, tocados por la mano de la locura se rebozan en un baño de megalomanía que les es tan necesario, sus herederos históricos hacen lo propio. Amparados por sus dioses no dudan en sacrificar a aquellos que los han encumbrado, sabedores del control que ejercen sobre la información, a una orden suya todos los rotativos y señales catódicas esparcen malos augurios como un virus, mientras ellos se sientan a esperar, como médicos a que sus atribulados pacientes acudan a recoger las recetas que curen sus imaginarias enfermedades.

El sueño del emperador se cumple. Su pequeño hacedor sonríe taimado, aliado con la mujer que comanda Alemania, se relame al pensar hasta donde ha llegado su ambición. Quizás se acuerde del emperador, ignorando la sonrisa eterna de aquel, enfermos los dos de una posesiva locura de poder.
En alguna otra parte la batalla inútil de siempre se prepara. Se amontonan piedras y se afilan los cuchillos. La gasolina se reparte en botellas y habrá besos de despedida. El destino prepara otra partida de ajedrez en las que una vez más jugaremos con las negras y sin reyes. Solo peones. Peones que intentarán desestabilizar su destino y asustar a las crónicas de la historia, regando con sangre y con nombres anónimos el asfalto de las calles, en una lucha sin cuartel que dura ya milenios y cuya balanza nunca termina de caer de nuestro lado.

Yorick.

RESCOLDOS O CONFESIÓN IN ARTICULO MORTIS DE BARTOLO




Sí, rescoldos, porque hace una semana mi médico de cabecera me dijo que no me quedan más de tres avances informativos. Rescoldos de vida, vamos. Como cualquiera pensará, me encuentro al borde de un abismo seguro, infranqueable, ineludible, fatídico.
Después del aturdimiento inicial, pensé que debía poner mi cacho de vida en orden para, en la otra vida, más luenga, conseguir que me sea menos aciaga que la ya padecida.
Así, apelé a mi psiquiatra, a mi psicólogo, a mi carnicero, al barrendero de mi plaza… Y, por fin, a mi confesor, don Damián tantos años olvidado. Que, por cierto, le tocaba el culito a las niñas en el confesionario de la parroquia gallega de Villalba, por lo que fue desterrado a Benetusser.
-Bartolo –me dijo, cuando me encontraba arrodillado en pleno acto de contrición-, debes de tornar al seno de la Iglesia. Ella te conferirá el pasaporte, la licencia, el visado para acceder a la vida eternamente dichosa con buen pie, digámoslo asín. Debes de reabrazar la religión de la que tanto tiempo te has olvidado.
-Pero, padre, por ser coloquial: para lo que me queda en el convento, prefiero abrazar a una religiosa y usted perdone. Quiero chuscar, como todo hijo de vecino. Vamos, que me gustaría en el ocaso de mis días, comerme tantos roscos como cuentan de usted, con perdón.
-No blasfemes Bart –obsérvese que aquí pronuncia mi nombre americano-españolizado Lo que se cuentan de mí son infundíos e infamias.
-Pos, padre, yo quiero infundíos de esos y no acabar mis días como el gilipollas de Onán, que se mataba a manolas, con perdón.
-¡Bartolo, has acabado con mi paciencia y con la de Dios. Sal de la iglesia y no vuelvas por aquí…!
-Pero, padre…
-¡Ni padre, ni hostias consagrás¡
No me quedó más alternativa que salir por piernas de la casa de Dios.
Asín es que ahora me encuentro a la deriva. Desarbolado y sin timón, en cueros, vamos. ¿A quién encomendarme. A qué estancia celestial clamar, demandando la ayuda tan necesaria para la salvación de mi alma?
Siendo asín, solo puedo lanzar un SOS a cualquiera religión, siempre que me garantice ante notario que en la eternidad, al menos, voy a tener aire acondicionado. Que es que, en agosto no hay quien viva en mi infernal casa.
Queda dicho. Daos prisa.

El Bobo de Koria

el injerto



Existen lugares en el planeta donde extrañas energías se muestran sin pudor. Donde las fronteras del conocimiento se colocan cercanas a las brumas de la superstición. Donde el tiempo no se mide con relojes, sino con la profundidad de las sombras, que se encogen o estiran a voluntad.

En esos lugares se producen a veces extrañas comuniones. Los hombres, en ocasiones dan con resortes fortuitos y desconocidos espíritus se alían con ellos.

Hace unos setenta años, un hombre se alió con una de esas extrañas energías que rondaban por un bosque, y en lo profundo de él se produjo un fenómeno que le sobrevivió, y que todavía hoy existe.

Un pequeño roble, y la rama de un castaño decidieron que una vez el hombre los injertara, crecerían juntos. Que en la profundidad del bosque no existen caprichosas leyes humanas que pongan límite a la naturaleza, y que esta admitió la unión, de la misma desentendida forma por la que un fruto germina, y otro a su lado no.

No llego a comprender las razones de la existencia de ese extraño ser. Ni tampoco las razones humanas que empujaron a aquel hombre a realizar aquella inusual unión. En una primera visión, y bajo el racional pensamiento humano, podría parecer que dos mitades se debaten por existir. Pero como decía al principio, basta permanecer solo en algunos sitios, para entender lo efímero de nuestro ser, y de nuestras obras.

El crecimiento más lento del Carballo, hace que al llegar al punto de unión, una exuberancia desproporcionada se lance hacía el cielo. El contraste de cortezas, y unas pequeñas ramas donde el roble asoma unas pocas hojas nos indican que estamos ante un árbol nada común. La cicatriz permanente de una gran rama cortada o partida en el tronco del Carballo nos cuenta, que en otro tiempo, el misterioso árbol estuvo más cerca del equilibrio. Aunque hoy, la parte inferior parece portar con orgullo su frondosa cabellera, sin importarle que solo unas decenas de hojas recuerden cual fue su origen.

Siempre que puedo me acerco hasta aquel silencioso bosque. Lo busco entre la masa de troncos, hasta que hasta que sin darme cuenta aparece ante mí. Lo toco, lo rodeo, lo miro, y permanezco un rato sentado junto a él. No sabría explicar lo que siento permaneciendo en aquel bosque abrumador. Pero si podría decir que de una forma silenciosa, muchas preguntas angustiosas, obtienen respuesta.

Yorick.

la resaca electoral

Si hay algo que me resulta absolutamente insoportable, son los días de resaca electoral. Da igual quien gane, el espectáculo se repite, babosos cerdos endogámicos, sonriendo y relamiéndose de gusto, como si de tiburones ante un festín se tratara. En sus caras de lascivia desmedida se intuye el futuro más inmediato de los que sufren la pisada de sus botas en la cara. Amparados por el poder que ignorantemente se les otorga, camparán a sus anchas, exprimiendo cada día más a una sociedad ahogada en podredumbre, la misma que ella genera con su rendición. El aparato estatal sale reforzado de nuevo, y ellos lo saben. De ahí sus sonrisas y gestos pervertidos. La excitación que les produce la orgía que para ellos comienza los desata.
Ahora todas las mentiras lanzadas en campaña, volverán al cajón de los imposibles de donde fueron sacadas, todas las promesas se irán por el inodoro apestoso de sus conciencias. Mientras muchos, ignorantes de la insensatez que cometieron el día anterior con su triste voto, sonríen pensando que el futuro ha pasado por sus manos, sin percatarse de la sombra del sepulturero que los ronda.
La política demuestra cada día que es un cadáver plagado de pústulas enfermizas y contagiosas. Sin embargo como embriagados por su putrefacción nos rendimos en sus manos ponzoñosas.
Comienza otra travesía del desierto. Otro largo periplo donde seremos testigos del juicio, asesinato, y entierro de la libertad. La misma de la que rehuimos aterrorizados para entregarnos en cuerpo y alma a aquellos que pasarán por encima de nosotros y nuestros hijos como una apisonadora. Que queda por decir aquí, si esa es la voluntad de la mayoría. Solo nos queda seguir aguantando, mientras asistimos una vez más a este aberrante espectáculo donde se esquilma al planeta y a la raza humana, en un juego demencial de santos y malévolos culpables.

Vean, vean de nuevo las fotos, las imágenes de los que ebrios de poder se repartirán el magullado pastel en el que vivimos, y luego, no se lamenten, la suerte ya está echada.

el reverendo Yorick.

VIVA ZP



Mi amigo Borja Mari es de los más beligerantes en cuestiones políticas. Cuando se junta con Kevin Onofre y comienzan a hablar de politiquerías, me siento como una aljofifa en medio de ellos:
-Expertos economistas vendidos al Capital. La policía es connivente con la violencia intrínseca del Estado. Botín, ese banquero que debía de estar en la cárcel. Sindicatos y políticos se ha vendido hace tiempo. Zapatero está en tenguerengue cuando pretende ser de izquierdas con una política de derechas. La Comunidad Europea es una falacia, es la Europa de los mercaderes, como ya predijo Juan Goytisolo hace años. El bandidaje estatal no cesa ni cesará. Esto es una guerra abierta contra pueblo, la fiscalidad se ha tornado la nueva guerra sin sangre. Desmantelamiento del estado social, que no del llamado del bienestar. El tufo de la cloaca que es Estado, es inaguantable. Nos gobiernan bandidos……..
Y, en medio de esa virulencia verbal permanezco expectante, mirando ora a Borja, ora a Kevin, mudo.
Sólo cuando uno de ellos me increpa:
-Y, tú, Bartolo ¿qué piensas?
-Pos hombre, yo soy “acérrimo” de ZP.
-Ya estás con tus chorradas. Eso, a estas alturas, además de políticamente incorrecto es gilipollesco: Zapatero está caput, es un cadáver político.
Interviene Borja y, al alimón, se mofan de mí a placer. Me apabullan, me anonadan. En una claro de las befas alcanzo a decir:
-No, no es a Zapatero a quien me refiero.
Míranme de arriba abajo –como Marlon Brando- y me espetan a dúo, sin poder disimular una sonrisa de condescendencia:
--¿A quién, si no?
Humildemente, contesto:
-A una “penícula” que vi hace años. Se llama ZABRISKIE POINT. Como no me sé expresar con vuestra corrección y enjundia, apelo a ella para explicarme. Creo que las escenas finales resumen perfectamente mi sentir acerca de las cuestiones que habéis tratado tan prolija y cabal y eruditamente. Ese, si me lo permitís, es mi criterio. Me espetaréis que no es la panacea, que es demodé, incorrecto, inapropiado, extemporáneo, fuera de lugar, que no conduce a nada, etc, etc, etc….
Puede que no sea la solución, pero no me negaréis que al menos, refresca, lo mismo que el chorrillo del agua del botijo en plena canícula. Y, eso, queridos amigos, es mucho con la que está cayendo.

EL BOBO DE KORIA

EPIFANÍA




Constato –estúpida palabra sustituible por compruebo- que la estulticia se extiende por doquier. Mis “consúbditos” esperan las próximas elecciones y, con ellas, la llegada del nuevo Mesías, Rajoy, como si del maná se tratase. Están tan convencidos de que será la panacea de todos sus males que, cuando me preguntan qué opino al respecto, indefectiblemente les contesto que ya he pedido mi voto por correo, por si el otro falla. Claro, votaré a Rajoy, les digo, ¿a quién si no?. Sus caras se iluminan como las de los niños en la víspera de Reyes Magos.
¿Quién se atreve a decirle a un niño, con esa ilusión tan sincera y ante esos ojos tan diáfanos y expectantes, que es mentira? Ya tendrá tiempo de saberlo, pero no les quitamos la ilusión.
Otros, muchos, esperan la epifanía de don José María Aznar. Sí, de DON JOSÉ MARÍA, como me decía convencidísimo un lerdo de enciclopedia.
Cuando me separo de ellos/as y, al llegar a mi casa, caigo en el vestíbulo, derrotado, envejecido. Lloro y echo de menos a mis queridas, admiradas, amadas CUCARACHAS. Ellas nunca me han defraudado.
B. K.


HISTORIA DE CÓMO CÁNDIDO, OTRORA MAL LLAMADO HIJO PRODIGO CAE EN DESGRACIA Y SE VE OBLIGADO A ABANDONAR LA CASA SOLAR DI-MAR DESPUÉS DE LARGOS Y ACIAGOS AÑOS DE SERVICIOS.

1.- La llegada de Cándido y el alboroto que esto produce. Las ilusiones que los señores de la casa Di-mar se crean alrededor de la dicharachera persona de Cándido


Esta historia comienza con la muerte de un siglo, y con la llegada del aventurero llamado Cándido, o también el mendigo de los ingenios españoles a una ciudad de calendas y títeres de cuyo nombre no quisiera acordarme. En ella, azuzado por el hambre y la necesidad, Cándido afila su astucia para buscarse el sustento, y en estas anda, cuando recala ante el portalón de la casa solar Di-mar. Encandilado y horrorizado al mismo tiempo por el colorido edificio, decide tentar a la esquiva fortuna traspasando sus jambas en busca de los señores.
Nada más traspasar el umbral, Cándido conoce a la señora María J. de Castilla, esposa del insigne Dante Domínguez de Aragón, llamado así por su enfermiza obsexión a desentrañar los misterios de la obra magna de la literatura: La Divina Comedia. María J de Castilla, por el contrario, rellena el poco tiempo que le deja el gobierno de su hacienda en tejer millones de metros de hilo con los que envolver a sus cachorros.

La llegada de Cándido se produce en un momento delicado, hay revueltas provocada por los braceros de la hacienda, y estos advierten a Cándido de las sonrisas taimadas de los señores, sobre todo uno llamado Juanguardiente, maestro de Cándido en estos primeros días, en los que el recién llegado prefiere olvidar lo que oye, y con la sonrisa presta atiende a las tareas encomendadas con diligencia y presteza.

2.- Los años de bonanza, el fin de las revueltas, y la felicidad recíproca de los señores de la casa Di-mar por una parte, y de Cándido por otra.


Juanguardiente abandonó la casa tras largos años de servicio. Doblegado por una amargura desmedida y su amor a las tabernas de la ciudad se fue sin desvelar nunca a Cándido sus verdaderos motivos. Este, intuye algo en el ambiente de sonrisas forzadas, pero en un error, decide seguir su camino con la débil esperanza de que las sombras que percibe no le alcancen.
Así transcurren algunos años. La relación entre los señores de la casa Di-mar y Cándido se afianza, estos descargan responsabilidades en Cándido, e incluso el primogénito de los señores, Enrique “el tenso” es puesto bajo su tutela. Cándido, por primera vez en mucho tiempo, se podría decir que vive una ilusión cercana a la felicidad. ¿Pero, acaso algo es eterno? Y menos que todo, las ilusiones humanas, que se derrumban como árboles podridos, y como estos, serán devoradas por insectos y miseria hasta desaparecer.

3.- De cómo Cándido y su compañera idean un plan que sin saberlo derrumba las ilusiones de los señores. Cándido abandona la casa Di-mar para viajar al norte, y empiezan de nuevo las desgracias para la casa Di-mar. Quizás estas desgracias, y el abandono de Cándido, serán la hiel, que se regurgite en el futuro, y sobre el recuerdo de la figura de Cándido.


Cándido y su compañera, embriagados por el silencio de las montañas, por el perfume de sus bosques, y por el abrazo húmedo de la niebla, deciden en un ataque de vida dejar todo y migrar hacía ese paraíso primigenio recién descubierto. Pero ¡ay! En su locura, no intuyen, que están abandonando la línea marcada, que los sueños no están hechos para ser vividos, y que por su osadía pagarán un día las consecuencias de su vano atrevimiento.
El plan de Cándido truca en amargura la felicidad de los señores de la casa, estos, ya pensaban en un pronto retiro, gracias a las capacidades de Cándido, en él veían a aquel que les liberara del gobierno de la hacienda, del bregar diario, y de inventar argucias para acallar tantas quejas. Cándido por su parte, ejercía su oficio apoyado por una inquebrantable fe en la verdad, y esto le evitaba los problemas que los señores atraían sobre sí.
La noticia de Cándido cae como una azumbre de agua fría sobre las cabezas de los señores, pero estos, mediante sus ya entrenadas sonrisas zalamean a la joven pareja, que cae embriagada por tanto halago, ¡ah! La vanidad humana ¿Quién esta libre de ella?
Cándido y su compañera, abandonan la ciudad, y se dirigen al norte, donde pasaran seis años de sus vidas, donde aprenderán que los dioses, de existir, abandonan a sus criaturas, a las que observan indiferentes desde las alturas, donde el recuerdo amable de los señores de Di-mar les acompañan algunas noches, sentados junto al fuego, y como de estos hacen honores ante las visitas, o ante cualquiera que quisiera saber como eran los honestos de verdad.

4.- Los señores de Di-mar, vuelven a sus antiguos problemas de revueltas y traiciones, los nuevos braceros llegados a la casa, asumen el mando, y ejecutan grandes maldades que acaban agriando a sus benefactores.


Así es, todos aquellos en los que los señores depositan su confianza, les traicionan, maquinando a sus espaldas y desviando parte de su negocio, estos hechos encabronan sobremanera a los señores, que heridos en su orgullo braman a gritos sus maldiciones, y en su ira que busca desesperada una víctima, aparece la figura sonriente de Cándido, su optimismo se presenta ahora como una burla, su buen hacer, como maquiavélicas maquinaciones, su recuerdo, otrora amable, torna en pesadilla cruel. Y es en su recuerdo, en quien se fijan todas sus actuales desgracias, se le tacha de traidor, de desagradecido, y es tanta la rabia, que en el silencio de la noche más oscura, pueden oírse los dientes rechinar.

Bien es sabido por sabios y gente de paz, que el odio acaba por ennegrecer los corazones, y si estos ya disponen de una capa de ese barniz venenoso, no es de extrañar, que estos sucumban ante él. Que se agríen los caracteres, que sospechosos aparezcan por doquier, Y que un ansia desmedida de venganza arrebate el sueño del que vive bajo tan terrible yugo.






5.- Cándido y su compañera deciden regresar a la ciudad. De la alegría que este hecho produce en los señores de Di-mar, y de cómo saborean por fin su venganza. De los nuevos braceros con los que Cándido se encuentra, y de las desgracias de éste a su vuelta al que creía su hogar


Y Cándido volvió. Un día, como siempre fuera antes de su marcha, a las nueve de la mañana, se presentó ante el portalón. Allí las sonrisas de siempre, y unas torpes bromas de dos segundos antes de empezar. Allí, recibió su primer mandamiento, sería compañero de Enrique “el tenso” que en esos años se había afianzado en el negocio familiar. Aquel que fue difuso aprendiz vestía ahora los ropajes de maestro, aun colocándose voluntariamente a mil días del puesto. Cándido no tardaría en comprobar, como su amigo vio amenazado su puesto, y los esfuerzos, que éste tuvo que hacer para tranquilizarle, aunque la visión del antiguo maestro caído en desgracia bastaba para tranquilizar a cualquiera. Pues Cándido fue puesto en su sitio desde el primer día, las intenciones eran claras, y estas decían, que los señores habían decidido para con él, mantenerlo sumido en una ignorancia total, cumpliría con su trabajo y punto, eso sí, bajo las órdenes dadas por el señor, y sin privilegio de ningún tipo. Tanto es así, que Cándido recibía por su trabajo la peor remuneración de la hacienda. Aun así, el no dudo en poner sus conocimientos y su voluntad, de nuevo bajo aquel techo.
Así Cándido, lo mejor que encontró a su regreso, fueron los otros braceros que allí laboraban. Uno de ellos Julián “el terrible” descendiente de aquel famoso Iván de los Cárpatos de Benimamet. Tendría los días contados, pues la ira de los señores caía sobre él, que tenía la particularidad de no callarse ante nada, ni ante nadie, y esto, como es sabido, no es tolerado por ningún señor del mundo. Cabalgaba una montura semi-salvaje, cuyos relinchos asustaba a las viejas de aquel viejo burgo.
También laboraba por aquellos días un navegante venido a menos, que suspiraba por embarcar de nuevo, con rumbo al nuevo mundo, de donde era originario, y donde la visión del río de la plata y las salidas de Sol, contempladas desde su orilla mientras mateaba escuchando un bandoneón, le tenían hechizado. Su nombre era Ponce de León, y era el que más tiempo llevaba padeciendo los caprichos y locuras, cada vez más evidentes del señor Dante, que en sus febriles noches, seguía desentrañando los círculos del infierno de su amado escritor, especialmente aquel, donde los condenados penaban el pecado de la lujuría. La imagen de los cuerpos lascivos y desnudos, y ardiendo eternamente encendían sus más ocultas pasiones.
También andaba aquellos días por aquella casa Josep “el belloso” hijo de unos comerciantes del cercano villorrio de Benicalap, tipo dicharachero, que se descubrió como el mejor compañero del pobre Cándido, Este no tardó en enseñar todas sus artes a su nuevo amigo, incluso las mejor guardadas, como la búsqueda fructífera de “los monguis” unos frutos muy apreciados en la época.

Así transcurrieron dos largos años, en los que el carácter de Cándido se fue ensombreciendo. Sus crueles amos no escatimaban ocasiones para culpar a Cándido de cualquier cosa, aunque estas no tuvieran nada que ver con él. Los demás, asistían atónitos, a las locuras de su Señor.

6.- Cándido se harta, y decide abandonar la casa Di-Mar. Los señores adolecen de falta de memoria, y se hacen los inocentes ante los reproches de su otrora mal llamado hijo pródigo. Cándido abandona la casa, y se encamina hacía cualquier sitio, distraído, pero feliz de nuevo.


Y llegó el día que estaba escrito habría de llegar, escrito se entiende, en el aguante humano de cualquier tropelía, ya que la paciencia, se sabe acaba tarde o temprano.
Y así Cándido, un día cercano al verano, ante las continuas humillaciones de su señor, no pudo más, y ahogado de congoja comunicó a éste su marcha de la casa. Los señores de Di-mar, con una mal disimulada cara de sorprendidos, ignoraron conocer las quejas a las que hacía mención Cándido, defendiéndose torpemente de las acusaciones de éste. Y sin insistir de modo alguno, consintieron que Cándido abandonara la casa, después de tantos años de servicio. Mostrando de ese modo, que Cándido tenía razón, al sospechar que en su persona se fraguaba una venganza.
El resto de braceros de la casa, no daba crédito a lo ocurrido, aunque en su interior, todos sospechaban que ocurriría, pues ellos mismos alimentaban los mismos sueños de marcha. Todos menos uno claro: El heredero natural de la casa, Enrique “el tenso” que taimada y sabiamente, supo doblegar la ira de su padre ante el amor de su madre, para su propio privilegio dentro de la casa.
Quizás un lento cambio generacional dentro de la casa Di-mar, acabe de una vez con años de ambición desmedida y engaño vergonzoso, pero eso, de ocurrir, no será narrado aquí, y corresponderá a otros cronistas, contar, si tienen a bien tan insignificantes historias.


7.- De la rabia incontrolada de Cándido en aquellos primeros días, de cómo ese terrible sentimiento llamado venganza, ronda su pensamiento, y como después de mucho pensar, Cándido encuentra una forma de llevar a cabo esta, sin caer en la bajeza de sus antiguos señores.


Largos y vacíos se hicieron los días siguientes para Cándido. Hundido en su moral, y nuevamente humillado en su persona, por la indiferencia de a quienes tan buenos servicios ofreciera, se hundió en un duermevela de rabia contenida y deseo voraz de venganza.
Pero como el ánimo y la naturaleza de Cándido siempre se alimentó en el camino contrario, era cuestión de días, que éste recuperara su antigua disposición al optimismo y el buen humor, aunque de forma equilibrada y reposada seguía pensando en dar un escarmiento a aquellos que de forma tan despechada tanto daño le habían hecho.

Y hay que decir, que no se podría haber llevado a cabo su propósito de forma más original. Muchos a su alrededor le aconsejaron acercarse hasta los alguaciles reales, para denunciar a sus antiguos señores. Pero Cándido siempre receló de esta medida, pues él nunca fue amigo de la autoridad, y en consecuencia con esta idea, tenía que idear una forma de devolver tanta humillación recibida, al margen de magistrados o comisarios.
Y un buen día, al levantarse de la cama, se le ocurrió una idea, que colmaba todos sus deseos de venganza, y riéndose de su propia ocurrencia se puso manos a la obra.
Su venganza, si se la puede llamar así, colmaba con aquel plan, y se juró a si mismo que una vez llevada a cabo, no perdería ni un segundo más de su vida en pensar en sus antiguos señores. Siguiendo aquel dicho antiguo de: “No hay mayor desprecio, que no hacer aprecio” Cándido, comenzó a escribir su historia, aprovechando su desaprovechado don natural de la escritura, se propuso escribirla, para una vez terminada, ponerla en conocimiento de todos los comerciantes y señores del Burgo. Huelga decir, que esta también llegaría a manos de los señores de Di-mar, para se avergonzaran públicamente, y también a los braceros de la casa, para que si les quedaba alguna duda sobre las verdaderas intenciones e intereses de sus señores, estas se disiparan de inmediato.
Así, la venganza de Cándido, consistía básicamente, en airear los padecimientos sufridos a los cuatro vientos, advirtiendo de paso a todos los incautos del Burgo, de guardarse de traspasar aquellas jambas que ocultaban tanta maldad.

Una vez acabado su relato, Cándido, como se prometiera a sí mismo, abandonó cualquier tipo de pensamiento hacía sus antiguos señores, y como hiciera años antes, se dedicó a agudizar su ingenio, en busca de nuevos sustentos y aventuras, sin olvidar de ahí en adelante, ser un poco más precavido a la hora de meterse en cualquier lugar… Un poco solo.


Rafa Becerra.


Gracias eternas, a don Miguel de Cervantes Saavedra, a don Francisco de Quevedo, al señor Voltaire, al Arcipreste de Hita, al señor Dante Alighieri, al bachiller Fernando de Rojas, a don Juan Manuel, y a don Pedro Calderón de la Barca.


Según se ha descubierto recientemente, parece ser que la Virgen María se casó de segundas con san José el Carpintero (que lo hicieron santo por los cuernos que tuvo que soportar durante toda su vida) que era bastante bueno haciendo zuecos en el pueblo, aunque allí, con el clima que tenían, era como hacerle una paja a un muerto. Pero el hombre se defendía. Tenía para sus caliqueños, para la bonoloto de la época. También se compró un burro de inyección, con tracción a las cuatro patas. En fin, que Pepe no era un pelagatos.
Lo que no soportaba era las visitas que a su mujer le hacía el Espíritu Santo. Que por mucha forma de paloma que adquiriese, no dejaba de tener un mandao tremendo. (En aquella época, los nabos aún tenían hueso).
Tuvo que reconocer a Jesusito como hijo suyo, pero bien sabía que era el Hijo de Dios. Desde el momento del nacimiento, al niño le cogió una manía de que te cagas en las bragas. Le daba pescozones cuando Jesús le ayudaba en la carpintería. A la mínima, le llamaba fill de puta, claro, en arameo..
Cuando la Virgen veía lo que le hacía al chiquillo, como madre que era, la figa se le salía de las bragas de esparto, de la malaleche que le entraba:
-Cómo le des otra colleja al niño, soy capaz de pasarte la garlopa por el pijo, cabrón (Todo esto en el idioma vernáculo) Que me tienes hasta la figa!!
Lo peor vino cuando una tarde de canícula, San José sorprendió a la Virgen cepillándose –no con la garlopa- a su compañero de sindicato: San José de Arimatea.
Arimatea, era un pueblo que distaba unas siete leguas. Vamos, próximo a Galilea, como se desprende.
A partir de ese momento, José –al que todos llamaban Pepe, entró en una profunda depresión y empezó a tomar “barrechats” y carajillos a porrillo y, a partir de ese momento, la historia no cuenta nada, aunque se sabe de buena tinta, que se afilió al LEVANTE C. F. y cuando éste bajó a segunda división, fue la gota que colmó el vaso y se colgó de una encina.
El Bobo de Koria

la boda


Sin ningún tipo de pudor, todos los medios de comunicación se vuelcan con el acontecimiento. Lo magnifican. Y un enlace que solo debiera importar a los implicados se convierte en un circo para entretener al país.
Horas y horas de televisión, contando todos los detalles del enlace, los vestidos, los invitados, el menú, la música, etc.
Y tras las ventanas catódicas miles y miles de personas hipnotizadas de admiración. Miles y miles de esclavos dispuestos a digerir sin ningún atisbo de indigestión todo lo que les es trasmitido a través de sus magnos televisores. De la misma forma, al cabo de dos o tres días acudirán prestos a sus kioscos, a comprar las revistas que seguirán informando sobre los fastos. Y nuevamente soñaran con lo que no tienen. Vestirán sus pensamientos de deseos infinitos de poder ser como ellos, de parecerse, de que cambie su suerte, y en ese giro de la fortuna puedan codearse con quién asoma al televisor.

Al otro lado de la ponzoñosa pantalla una anciana se esfuerza porque el rictus de su cara parezca una sonrisa. De su brazo cuelga un tipo con aspecto de pelele. Ellos son los protagonistas del acontecimiento: Los duques de Alba.

La derrota que puedo llegar a sentir al verlos me paraliza los músculos, poco a poco, desde lo más hondo de mi mismo noto un hormigueo. Es mi sangre que empieza a hervir. Así, hasta que la ira me posee. Creo oír las voces de los muertos, de los desheredados de la tierra que claman desde sus anónimas sepulturas ante el espectáculo que ven: El pueblo rendido y sumiso aclamando a sus señores. Esa sumisión convierte sus muertes en inútiles, en esfuerzos y pérdidas baldías.

Los novios se dan un calculado baño de masas. Comprobando de paso el pulso de la calle que los vitorea. Pueden dormir tranquilos, deben de pensar, nadie inquietará sus sueños, nadie asaltará el castillo para decapitarlos y arrojar sus cabezas por la ventana. Nadie. Su imperio seguirá a salvo, y lo que es mejor, ellos mismos, lo que representan, lo que llevan representando siglos, sigue asumido por el pueblo. Es obvio que duerman tranquilos.
Su imperio forjado en la infamia de la historia se pierde en el tiempo, calculado hoy día en unos 600 millones de euros, aparte de las 34.000 hectáreas en terrenos agrícolas valorados en otros 200 millones de euros. Además de su patrimonio inmobiliario compuesto por 20 castillos repartidos por el país, y varios palacios. Una pinacoteca familiar, y una biblioteca imponente. Sin saber como se ramifica ese patrimonio, cuantas empresas y sociedades semiocultas creadas para camuflar y desviar dinero. Se dice que sus tierras han sido gestionadas de forma fraudulenta, solicitando ayudas europeas a cultivos específicos, sin que estos aparecieran nunca por ningún lado. Así con la soberbia del poder durante siglos. Adaptándose siempre a los diferentes gobiernos, como la iglesia, ahora monárquicos, ahora con el dictador, ahora con quien sea. Pero siempre conservando su posición y privilegios. Mientras un número incalculable de personas han muerto de hambre, en revueltas provocadas por esa hambre, con las manos atadas, sin poder trabajar la tierra, los enormes latifundios de la duquesa.
Así a lo largo de la historia. Sin ningún tipo de pudor esta nobleza enquistada en las sociedades impide su crecimiento, forma parte de esos estamentos poderosos que mantienen a toda costa su estatus. Apoyados por la clase política, por la iglesia, por la monarquía, por el ejercito. Por todo ese lastre social que como un enorme ancla nos sujeta en el puerto de sus intereses. Ahí, esclavizados, entretenidos, distraídos, huyendo de la realidad mientras satisfechos apuramos las miguitas que nos son arrojadas desde el balcón. Creyendo como idiotas que nuestra opinión cuenta, que nuestro voto es importante, que ellos son necesarios.

Apago la televisión y me quedo pensando, pensando en la derrota, en mi ira, en la profunda ignorancia que me rodea, y que como cómplice de quienes admiran nunca escucharían la verdad sobre ellos. Me duermo de cansancio, de agotamiento, de derrota, y en mis sueños aparecen los ancianos, los gritos de fondo, sus falsas sonrisas acaban mostrando unas fauces desproporcionadas, maléficas, retorcidas. La multitud espantada huye, todos menos uno, su rostro difuso se pierde en la polvareda de la huida. Porta una espada, y sin miedo se acerca a las bestias, y de un golpe las decapita. Poco a poco, el griterío cesa, las carreras desaparecen, y las gentes que antes huía, y mucho antes clamaba a los nobles, poco a poco se acerca a sus cadáveres. Los observan un segundo e indiferentes continúan su errático camino. Sin aspavientos vuelven a sus quehaceres. El hombre de la espada se queda solo junto a los cadáveres. Ignorado se diluye en la niebla. Pronto se oye de nuevo un griterío y la gente corre hacía otro punto. Allí el aclamado saluda con cara de circunstancia. Viste un uniforme militar, y de su pecho cuelgan decenas de medallas.

El hombre de la espada ha desaparecido y la multitud grita entusiasmada.

el reverendo Yorick.

SECTAS INFAMES E INFAMANTES



Sectas, porque otra cosa no, difaman la imagen de la Virgen María. La Madre de todos nosotros y nosotras. Se basan, los supuestos historiadorzuelos, en supuestos documentos hallados en la supuesta Galilea, en unas excavaciones arqueológicas. ¡¡Algunos han llegado a afirmar que han encontrado las verdaderas bragas de la Virgen, nuestra Señora!! Cuando, harto demostrado está, que en ese periodo de la historia, todas las mujeres de Nazaret, Arimatea, Galilea y cercanías, andaban a chocho pelao!! El clima cálido, lo exigía.
No obstante esto, hemos de reconocer que María, antes que la Madre de Jesusito, era mujer. Y, como es lógico, debía de tener sus días mejores, sus días peores; sus días difíciles... y sus días fáciles. Y, como mujer que era, en el sentido más lato del término, tendría, es de suponer, sus deseos sexuales –aunque en aquél tiempo no existía la sexualidá-. Bien, dejémoslo en picores de breva.
Lo cierto es, que una tarde de agosto –téngase en cuenta que en agosto en aquella latitud, la temperatura media era 37 grados centígrados, a la sombra. Sin aire acondicionado, y sin ventiladores!!! estaba Ella barriendo el serrín de la carpintería de su marido y se presentó una especie de KEVIN KORNE, o alguien parecido. (Algunos dicen que tenía dos alas. No se ha podido confirmar) Lo cierto es que a la Virgen se la cayó la escoba de las manos y comenzó a temblar en galileo.
El forastero:
-VENGO A PEDIR UN PRESUPUESTO PARA UNA CASITA QUE ME HE COMPRADO EN EL PUEBLO. ES PARA ESTAR TRANQUILO, PORQUE ESTOY ESCRIBIENDO UN LIBRO, QUE CREO SERÁ UN BERSELLE.
-Jolín, me ha cogido usted sin arreglar...
-No importa, me acabo de enamorar de ti, galilea...
-¡Copón, me has puesto la pipa como un palo, Kevin.
-No me llamo Kevin, pero puedes llamarme como te salga del higo, Mari. ¿Te puedo llamar Mari?
-Mari y Maruja, cariño. Tú puedes llamarme cómo quieras...
-Pero, mujer, ten en cuenta que he venido a pedir un presupuesto para las puertas y los armarios de la segunda residencia que deseo tener en Galilea...
-¡Déjate de mariconás, ¿tú sabes la calor que hace aquí, bonico? (No estoy segura de acertar con el artículo. No sé si calor es chico o chica). A nuestros hombres el calor los derrumba y a nosotras nos enciende el motor de arranque (Valga la elipsis, que en este caso, casi es tan enorme como el de la película “2001, UNA ODISEA DEL ESPACIO”)
-Y, puestos a dar presupuestos, yo te lo puedo hacer, ¿lo quieres con IVA, o sin IVA? De ti depende...
-Mujer, soy de familia acomodá, no pensaba regatear, pero lo prefiero sin IVA, como es lógico. Además, que el IVA va a parar a los jodidos romanos de mierda, y me tienen hasta los cojones...
-Dísmelo a mí...
-Bueno, ¿en qué quedamos?
-Pues, mira, ahora que tengo amontonao el serrín y las virutas, pienso que no es mala yacija para yacer, ¿no te parece, Kevin?
-Mujer, si eso va a repercutir en el presupuesto, pos manos a la obra, digo yo...
Tumbose Ella, espatarrá, y él (con minúscula, porque todavía no se sabía que era el Espíritu Santo, disfrazao de KEVIN CORNE)
.......................................... (En estos puntitos ha transcurrido toda la escena escabrosa pero, como estamos en horario infantil....)
Así es que, estando en el ayuntamiento (eufemismo estúpido), él le pidió a Ella el presupuesto.
-Pues, bonico, las puertas no te van a salir por menos de 220 denarios. Y en cuanto a los armarios, si van forrados,: por no menos de 328 denarios de nada...
-¡¡Cagonlavirgen!! ¡Huy, perdona, Mari!
-Kevin, no sabes lo que aprieta la Hacienda Romana, que es que nos tiene baldaos, chico.
-Bueno, no te lo he querido decir antes pero, yo soy el ESPÍRITU SANTO.
-A mí, cómo si me bailas una sardana deconstruida. Una cosa es que le ponga los cuernos a San José, que bastante tiene ya, el pobre, y otra muy distinta que no pueda comprarme unos refajos que acaban de venir de París. (¿En esa época ya se había fundado París, la de la Torre Infiel?)
El Bobo de Koria

Apuntes sobre un error histórico




En estos últimos tiempos, de crisis salvajes, de intentos asimismo salvajes que pone en práctica el capitalismo, con vistas a su propia supervivencia, se dan extrañas asociaciones, que podrían llevar a repetir pésimos errores que podríamos llamar históricos, dada la profusión de veces que estos se han dado.

En los últimos años, cuando el pueblo, ejerce su derecho a la manifestación, ésta, por supuesto, debe estar y está, de hecho, manipulada por el estado.
Su método es sencillo, se financian a los sindicatos de tal modo, que lo que queda, no es más que una subcontrata del Estado, un método de control, hacía una clase trabajadora casi inexistente, pero que aun así, es necesario controlar. De ese modo, los sindicatos mayoritarios quedan atados, y bajo la órbita del poder. Sus consignas, y sus líneas de lucha están por supuesto dirigidas desde arriba, es decir, desde las manos de los que los mantienen y financian.

¿Pero? ¿Qué ocurre más abajo? Donde otros sindicatos más pequeños pugnan por sobrevivir. Pues muy sencillo: Estos, si quieren tener algún tipo de presencia, no les queda más remedio que arrastrarse en la corriente que generan los mayores, apareciendo tímidamente en los alrededores de la bestia. Porque…no olvidemos, que el verdadero fin de estos pequeños sindicatos, no es otro, que optar, a su pequeño trozo de pastel. O lo que es lo mismo, las golosas subvenciones que el Estado pone en sus manos, con vistas a un control de sus líneas de lucha.

Aunque no siempre es así. Existe una honrosa excepción: La C.N.T.
Este sindicato, es el único, que no acepta subvenciones del Estado, el único que quiere abolir las elecciones sindicales, el único que se organiza de forma horizontal, donde la voz de cada uno se hace oír mediante la asamblea.

Con el fin del franquismo, llegó la legalización de los partidos y los sindicatos que permanecían en la clandestinidad. En aquel tiempo, mediante negociaciones provechosas, el Estado en construcción se cuidó mucho, de cubrirse las espaldas, y llevar acabo la gran mentira democrática en la que estamos inmersos, de esa forma, se propuso comprar a todas las organizaciones políticas, garantizando así, que no hubiera por ninguna parte ningún atisbo de contestación o revolución. Blindó una constitución hecha a su medida, y propugnó una ley electoral, que pusiera a cada uno en su sitio, dejándolo todo justo como había vaticinado el pequeño dictador: “Atado y bien atado”
Pero hubo una organización que no se atuvo a la venta de sus ideas, ésta fue la Confederación Nacional del Trabajo. Que volvía a coger fuerza, su afiliación crecía, y con ella el miedo del Estado, a tener en sus manos de nuevo un sindicato revolucionario, que diera al traste con sus planes de control y expolio del país.
Así comenzó una campaña de acoso y derribo del sindicato. De desprestigio, hasta que finalmente, dieron con la clave.
Desde dentro del sindicato, una serie de militantes, se separaron de las ideas y líneas de trabajo común, y fundaron la nefasta CGT.
Como es fácil de imaginar, ésta, pronto se acercó a la órbita del poder, de ese modo mendigó su trozo de pastel, y hoy día, es un sindicato más, alimentado por el Estado. Para crear más confusión, siguen manteniendo la bandera rojinegra, y un discurso revolucionario.

Volviendo a nuestros días, en los últimos meses, ha habido un acercamiento de los dos sindicatos, se han hecho movilizaciones conjuntas, y los falsos anarcosindicalistas han “zalameado” sin recato ninguno, a la C.N.T.
Estos acercamientos, pueden tener su lógica, no solo de estas dos organizaciones, sino de otros pequeños sindicatos, por aquello de la unión hace la fuerza. La pregunta es: ¿De verdad, cualquier sindicato que esté financiado por el Estado mordería la mano que le da de comer? No podemos olvidar, que de todas estas pequeñas organizaciones, la más fuerte, es CGT, la que está interesada en que todos tengamos la misma línea de lucha es CGT. ¿No está esta organización de algún modo sacando provecho de sus “socios” temporales?

En este punto, es donde entra el asunto de los errores históricos. Por ejemplo, el de la C.N.T. cuando colaboró en el gobierno de la II República, arrastrando así a su militancia a luchar por ella. ¿Qué recibió a cambio? Muerte, descrédito y olvido.
¿Acaso no fue la burguesía emergente, la que con engaños encabezó la revolución popular ocurrida en Francia, y origen del Estado moderno?

Estos, son solo dos ejemplos, de cómo ese digamos “romanticismo revolucionario” puede ser arrastrado para servir a los intereses de otros.
En mi opinión personal, la C.N.T. es lo que es. El hecho de bailar peligrosamente con el diablo al filo de la navaja no creo que vaya a ayudarle de mucho, sobre todos en los objetivos de la lucha.
Por el contrario sí pienso, que organizaciones como C.G.T. Se beneficiarían de contar con el apoyo, y la militancia de sindicatos pequeños, y que ellos en última instancia, son los llamados a negociar con el Estado y al poner la mano para recoger sus monedas. Traicionando una vez más a los desprendidos, y de paso desacreditando su bien ganada, y honrada reputación.


Yorick.

la insumisión

Hace ya 25 años, que para salir del ambiente asfixiante del hogar, se me ocurrió la pésima idea de irme voluntario a hacer la mili. De todas formas no me hubiera librado, aunque la decisión de adelantar el acontecimiento, la sigo considerando una de las peores ideas de mi vida.
Estos días, en una de las famosas redes sociales, he encontrado varios grupos de personas que se reunen virtualmente, para recordar sus batallitas militares, o para recuperar una camaradería perdida en el tiempo. No ha dejado de llamar mi atención, que casi todos los individuos apuntados a los grupos, recuerdan su paso por el ejercito como una de las mejores épocas de su vida, y en un ejercicio pacificador de sus cerebros, todos los malos recuerdos de aquella época, que debieron tenerlos y muchos, han desaparecido.
Esto me ha hecho reflexionar: Si personas que van camino de cumplir los cincuenta años, reconocen la mili, como la mejor experiencia de sus vidas, estas deben estar muy vacías, y por otro lado, asusta la necesidad de sentirse esclavos que estas personas reclaman. Porque, o no recuerdo mal, o tras los muros de un acuartelamiento, la intención era cualquiera, menos hacerte sentir que estabas viviendo unas idílicas vacaciones.
Un lugar donde nada más atravesar sus puertas eras tratado a gritos, uniformado de los pies a la cabeza, donde todo el mundo te despreciaba, te humillaba, y se intentaba aprovechar de ti, hasta que pasado el tiempo, tú, fueras capaz de hacer lo mismo a otros desgraciados recién llegados.

Donde cualquier atisbo de sensibilidad te convertía inmediatamente en maricón, y donde se premiaba el embrutecimiento más soez. Donde un sadismo descarnado se mostraba sin escrúpulos ninguno, siguiendo una cadena de mando de arriba hacia abajo. Donde tu propia vida podía llegar a estar en peligro, si no te atenías a las directrices de sumisión en las que eras adoctrinado continuamente.
En este ambiente, lógicamente, si que se creaba una camaradería entre la tropa, es bien sabido, que el ser humano, es en el sufrimiento cuando busca el apoyo de la tribu. Pero este aspecto también era engañoso, ¿Pues acaso no se fomentaba en las compañías una competencia feroz para ser los mejores, los más duros, y los más patriotas? Odiando entonces a los miembros de otros acuartelamientos o cuerpos de un mismo ejercito.

Va a resultar que estos aguerridos mandos militares, que pasaban el día en sus teatrillos, con su liturgia castrense, y sus medallitas, si que sabían hacer su trabajo, si tantos años después aquel ejercito de cretinos suspira sin vergüenza ninguna por volver a vivir la mejor época de sus vidas.

Sin embargo, los verdaderos héroes de aquellos años, no eran aquellos que: “estaban dispuestos a derramar hasta la última gota de su sangre” Sino aquellos otros olvidados que supieron enfrentarse a aquella infamia. Me refiero a los insumisos, chavales que a sabiendas de que serían encarcelados, como así ocurrió, se negaron a participar de aquella pantomima fascista. Y por ello, fueron castigados duramente, con la privación de su libertad, con una prensa que los presentaba como enemigos, como desarrapados, como antisociales… Siempre hemos adolecidos en este país de un problema inmenso de amnesia. Aquellos chavales sabían perfectamente lo que hacían, arriesgaban su libertad, por unas ideas basadas en el pacifismo y en el entendimiento entre los pueblos. Mientras otros jugábamos a los soldaditos y tragábamos con todas aquellas humillaciones, ellos dijeron “No” y lo pagaron caro.
El gobierno socialista, ese tan democrático, no dudo en encerrar a inocentes, en joderles la vida, solo por que se atrevieron a toserle.

¿Quién se acuerda hoy día de aquellas personas? Jóvenes que sin haber cometido delito alguno fueron tratados como delincuentes, como criminales. Que este artículo sirva para recordarlos, para mostrarles mi admiración, para darles las gracias por mostrarme un camino diferente, un camino por el que una vez cogí, y al que ya nunca abandoné, el camino de la desobediencia, el de la duda, el de la pregunta, el de la replica. Frente a aquella otra senda que desembocaba directamente en la sumisión para más tarde arrastrarte a la esclavitud.

El reverendo Yorick.
Si amoldas tu esfínter al paso de rosca del Sistema Imperante, verás que todo es ... más sencillo.

"La suerte de la fea la guapa la desea". Tróquese por: "La muerte de la guapa la fea la desea".

Ante la estupidez: inmisericordia.

¿Cloacas del Estado? Estado, todo, es una cloaca.

Lo siento... con la estupidez no contemporizo.

Y harán lo que tengan que hacer para hacer lo que todos hacen.

La vida es una broma de mal gusto.

A quien le queda un minuto de vida, tiene toda la vida por delante.

Celebraba los cumpleaños de sus tres hijos... nonatos.

Tan injusta es la Justicia que mueve a justiciera justa que devuelva la justedad de la que se desajusta.

Viejos y viejas soberbios que con 90 -y más- años se acercan a la iglesia a pedir un préstamo de vida a largo plazo.

Todo nacimiento es aciago.

Quizás, la soledad más extrema se sienta a partir del momento en que sabes que la vida no tiene ningún sentido.

Sólo me arrodillaría -con devoción- ante la Virgen de las Hermosísimas Nalgas.

Lo trágico no es que el hombre sea un lobo para el hombre sino que se convierta en un cordero ante el hombre.

EL BOBO DE KORIA

¡Dadme para el castillo!



Los movimientos del 15 M, han hecho que algunos ideólogos que llevaban años en sus catacumbas, agarrasen el megáfono y se lanzaran a la calle, justo en la que se encontraba una cámara de televisión.
Uno de esos casos, el que me ha llamado la atención, es el de Agustín García Calvo, otrora agitador de las conciencias desde su púlpito radiofónico, y desde la mismísima universidad. Vaya por delante antes de seguir, que mi admiración por este hombre alcanzó cotas casi de idolatración, en la candidez de aquella mi juventud, y que como es de esperar, en todos los ídolos de barro, a nada que observemos un poco su comportamiento, les veremos tambalearse y caer. Aun así, su obra impresa sigue siendo de lo mejor que se ha escrito en este aciago país, y muchos de sus textos, en mi caso, llenaron vacíos espirituales e ideológicos y cuyo poso todavía permanece. Pero como lo que nos interesa aquí en este caso, es lo humano, que no lo divino, me gustaría contar, a que se debió que mi respeto por este hombre pasara a través de una gran decepción a la total indiferencia.

Hay personas, que una vez que son reconocidas socialmente en un determinado papel, se perpetúan en este, incluso a costa de perder la propia dignidad, y con ella toda la credibilidad que pudieran tener. Y no hace falta ser un personaje público, para caer tan bajo, basta observar un poco, empezando por nosotros mismos, y veríamos que el que más o el que menos, tiene su buena dosis de megalomanía galopante.

Agustín García Calvo, al igual que Tierno Galván, eran profesores de Universidad, que apoyaron las huelgas de estudiantes durante el franquismo, lo que produjo su detención, esta fama de luchadores por la libertad, hizo que durante la transición fueran personajes públicos y reconocidos (del segundo ya hemos hablado aquí antes)
El primero se convirtió en algo parecido a un administrador público de las ideas libertarias a través de sus enseñanzas, y sobre todo de las tertulias y de su famoso programa de radio: LA BARRACA. Este programa se convirtió en una isla donde el pensamiento crítico, la inteligencia y la libertad, campaban a sus anchas. Cualquiera que perdiera el sueño por esas tres directrices oía su programa. Así durante años, mientras las ilusiones de libertad que se crearon durante el nacimiento de la democracia, fueron cayendo en el saco de la decepción. La emisión radiofónica de LA BARRACA, se convertía en el punto de fuga donde confluían todas las ilusiones de los que siempre quisieron más, algo más que la burda mentira propagandística en la que se convirtió la transición.
Todo iba bien, hasta que al protagonista de esta historia se le ocurrió, vaya usted a saber porqué, comprarse un castillo. ¿El mosquito de la avaricia? ¿Una promesa de título nobiliario? La cuestión es que la compra del inmueble se le fue de las manos, y al buen señor, no se le ocurre otra cosa, que pensar en los miles de oyentes de su programa que le seguían ensimismado, y estimando, que el esfuerzo intelectual y el desgaste que este pudiera provocarle en su persona no estaba ni mucho menos pagado con la nómina radiofónica se dirigió, ni corto ni perezoso a sus oyentes pidiendo una especie de impuesto revolucionario…-Con lo que habéis disfrutado de mí- en sus propias palabras.
Muchos no dábamos crédito, otros se lo tomaron a broma y la anécdota todavía es recordada de vez en cuando en nostálgicas conversaciones.
Su compañera, también profesora de universidad, Isabel Escudero le sigue nombrando en sus clases, y en sus escritos, en su fidelidad, arrastra un fardo inerte marcado por la falta de credibilidad, solo leyendo sus textos, y sus libros se recupera un pensamiento al que su autor no supo ser fiel, estos le sobrevivirán a un lado de la línea que separan al genio del payaso.

Agustín García Calvo, era amigo de Chicho Sánchez Ferlosio, este si que vivió y murió honestamente fiel a lo que siempre creyó, ya se ve que no le sirvió de ejemplo. Ahora, el profesor vuelve a la palestra, de mano de un movimiento popular, esperemos que estas generaciones no se dejen engañar, que hayan aprendido, que no siempre hay que seguir al que porta el megáfono, y que escuchen su propio corazón, y se mantengan unidos, solo así, se consigue hacer fuerza.
En un mundo donde el cadáver de las ideas yace corrompido en cualquier lugar, donde los valores humanos se venden y se compran a diario, donde la dignidad no es mas que otra palabra prostituida, estamos solos.

El reverendo Yorick.

Caballero, tenga la bondad…

No puedo soportarlo. Me violenta, me irrita, me descompone. Cada vez que alguien se dirige a mí, con el término: Caballero. Todos los demonios me hacen hervir la sangre. La palabra en si, según el diccionario, hace referencia a los miembros de órdenes de caballería, a personas de alguna consideración o buen porte, o al hombre que se porta con nobleza y generosidad. Siendo así: ¿Puede alguien explicarme porqué la policía cuando se dirige a alguien con intención de interceptarle o detenerle utiliza tal palabra?
Yo creo, que el atentado lingüístico tiene más bien que ver con una estudiada asepsia que practican los encurtidos personajillos, y que en su ignorancia, practicando una educación palurda e inadecuada parecen querer decirte con esa burda forma de hablar y con su odioso lenguaje corporal, que o los acompañas civilizadamente sumiso, o te van a vapulear de lo lindo. Que para eso se colocan sus guantes con esa estudiada parsimonia esperando desanimar al más valiente. Sus miradas ocultas tras el ahumado de sus gafas y sus rostros de verdugo alejan ya de por sí cualquiera de las definiciones de la palabra.

Lo preocupante del asunto, es que el sistema policial se expande con rapidez a diferentes y cercanos gremios. Lo que nos hace rechinar los dientes continuamente. Tristemente, estrategias como esta nos aleja cada vez más de una auténtica comunicación. El protocolo de títulos y palabras que se utilizan a diario formando parte de eso que llamamos educación, es un arma de doble filo, y aparte de que el uso de los: Usted, señor, caballero, maestro, etc, pone en evidencia la falta de capacidad comunicativa de las personas, y no deja de ser un método de “zalameo” del que cabría desconfiar. Desgraciadamente, muchos, arrastrados por la vanidad, seguirán prefiriendo que se dirijan a ellos en los términos de educación reglamentados, con la única satisfacción de sentirse importantes por unos segundos. Sin percibir ni por asomo, que esos pequeños gestos de tiranía separatista caminan siempre en una sórdida dirección: la de marcar diferencias. Diferencias en realidad inexistentes, cuya única solidez es el dinero y el poder. Fuera de eso, todos y todas absolutamente se limpian el culo a diario, y acaban muertos tarde o temprano.

Que estas reflexiones no sirvan para cambiar los hechos, es evidente, pero siempre todos deberíamos hacer un poco de uso de nuestra supuesta inteligencia, y analizar esas costumbres o maneras que se nos pegan de ver y estar en contacto continuo con otras personas. Las coletillas en el lenguaje, y el mal uso de este, nos puede ocasionar a la larga muchos problemas, saber como hablamos puede resultar tan importante como saber lo que comemos. Por eso debemos estar atentos, al uso adecuado de las palabras. A diario, en la televisión y en la prensa escrita, se manipulan términos que acaban vaciándose de su verdadero significado. Son palabras que una vez descarnadas se arrojan sobre nosotros, confundiendo no solo los conceptos, sino el análisis que podamos hacer de lo que ocurre en este nuestro mundo. Ni que decir tiene, de que estos usos son premeditados, y que la intención esta clara. No la voy a repetir, solo añadiría que está en nuestra voluntad dejar de ser manipulados y manejados constantemente, que si no somos conscientes de la distancia que hay entre lo que nos dicen y la realidad, poco podremos hacer para cambiarla.


El reverendo Yorick.

EL BOBO DE KORIA



-El Bobo de Coria tiene el secreto porque ha descendido tan por debajo de toda posible dignidad humana que ha tocado ese fondo que sigue siendo inalcanzable para nosotros. Diréis que también ha bajado una cucaracha, o un mono o un escorpión, pero no es cierto. Ellos no tienen a dónde bajar ni a dónde subir sino con sus pobres patas. El hombre es el único que puede tener deseos o esperanzas o desventuras y frustraciones conscientes o inconscientes. El último nivel de la dignidad que conocemos está todavía muy por encima del nivel al que ha bajado ese enano cabezudo que parece no tenerse en pie y rendirse al peso de su propio trasero. Ése tiene nuestro secreto y el de los demás. Para alcanzarlo como él habría que aceptar todas las miserias del mundo. Hay que ir dejándose despreciar del pobre, del rico, del tonto y del sabio y recibir toda clase de indignidades imaginables, muy por debajo del mendigo, del abofeteado y pateado en público, del miserable por enfermedad o por idiotismo, del ciego, del cojo, del manco y del leproso. Muy por debajo de toda posible miseria entre las que conocemos y las que podríamos imaginar que son infinitas realmente, porque tienen sus raíces secretas en nuestro mundo inconsciente, tan insondable como el mismo universo. Ese enano tiene el secreto.
EXTRAÍDO DEL LIBRO DE RAMÓN J. SENDER “LA MIRADA INMÓVIL”


He recurrido a su apelativo, no porque trate de emular al excelso bufón, ni mucho menos. Solo es por la admiración que ha despertado en mí este personaje histórico. Por lo que entraña su reducida persona y lo que de ella sabemos.
Siempre he sentido gran admiración por los tontos y, desprecio por los gilipollas y estultos que, me temo, somos la mayoría.
Porque va a ser el único tonto –Azarías- del elenco de la gran película “Los Santos Inocentes” el que va a rebelarse contra el repugnante señorito.
-¡Milana bonita…Milana bonita….!
B. K.

¿El Papa come papas?

Ese furibundo feminismo, que tanto se parece al machismo que combate.

BENEMERITOS Y MUY HONORABLES BANDIDOS!!!

Esa horteridad que constituye el verdadero carácter de Valencia. Esa “falleror” que por doquier, todo lo impregna.

La Tv echa lo que la gente quiere que eche, que es lo que la TV quiere echar porque la gente quiere que eche lo que la TV echa, que es lo que...

Existe una ideología: el consumismo.

Si se pudiera comer jamón, me haría mahometano.

DE MUJER A MUJER
Mari, mi marido se me ha hecho musulmán. Que sí, que ha dejao de comer el jamón que yo le compraba en Consum. Que se me va a la mezquita todos los días, en vez de ir al fúrbol, como debe de ser. Lo mejor de todo es que se me pone en pompa... con el culito que tiene el jodío!!!

“PAPAS VIDAL” PATROCINA LA VISITA DEL PAPA A VALENCIA.

Todos estamos condenados a encontrar nuestras verdades... Que suelen ser mentira.

DE MUJER A MUJER
Mari, me gustan más las ministras que los ministros: EN EL CADALSO LUCEN MÁS.

Estimado estulto: No, la ley de la gravedad no tiene nada que ver con la salud, ni con los hospitales.

Follar está bien, muy bien. Pero, reproducirse ¿por qué, para qué si sobramos gente en el puto mundo?

¡Qué tiempos, ver esa guillotina trabajar sin descanso en esa gloriosa Francia!!!
¡Hasta el Rey Sol fue desprovisto de su corona junto con la cabeza que la sustentaba!!!
Es lo jodido que tiene nacer en otro siglo. No se puede abarcar todo, porque lo de CARRERO BLANCO tampoco fue moco de pavo.

EL BOBO DE KORIA

Las putrefactas raíces de una podrida institución: La Iglesia.

A estas alturas, ponerse a hablar de la iglesia, podría parecer una perdida de tiempo, pero aprovechando una nueva visita de su máximo caudillo a nuestras tierras (un hombrecillo vestido de blanco, que arenga a sus fieles, que enardecidos le aclaman inmersos en una catarsis colectiva)
Me gustaría hacer algunas observaciones sobre la realidad de una institución, que aparentemente sin hacer ruido, se introduce como una hiedra salvaje en todos los resquicios de nuestra ya de por sí, podrida sociedad.
Una institución cuyos preceptos dicen se inspiran en el amor, la piedad, y la caridad. Huelga decir que todo esto no son más que palabras vacías, y que su fín, como la de toda institución parecida es el poder.
En la calle muchas personas son de la opinión de que este poder está mermado, de que ya no es lo que era, y de que no son tenidos en cuenta en los entresijos de la manipulación mundial. Nada más lejos de la realidad. Están por todas partes, invadiendo desde el más pequeño barrio, hasta la más grande de las urbes.
En nuestro día a día existen constantes que nos remiten directamente a ellos a través de un balizaje que rodea nuestra cotidianidad. Desde el calendario, pasando por los nombres de los colegios, las calles, los hospitales, los cementerios, los tanatorios, etc. Sus nombres aluden directamente al santoral completo, a la vida del supuesto hijo del supuesto Dios y a toda su familia cercana.
Por otra parte, su presencia lacerante en los medios de desinformación, las proclamas de párrocos, conferencias episcopales, vaticanos, iluminados, etc, son casi diarias. La sumisión que les rinden gobiernos de todo el mundo, ya sean: caducas monarquías, falsas repúblicas o dictaduras bananeras. Las subvenciones que reciben del estado, hasta hace poco directamente, ahora indirectamente. La presencia de su famosa casilla en la declaración de la renta. La introducción de sus tentáculos en universidades, casas de caridad, Ongs. Hospitales, la cotización en bolsa de sus empresas, etc. Todo ello nos habla de un poder económico que sería
imposible de calcular.
En definitiva, están por todas partes, propagada como una peste, y dispuesta siempre a mutar y sobrevivir, como un virus malévolo, que mediante una tremenda farsa controla el devenir de países enteros.
Yo creo que son para tomárselos en serio, para saber a que distancia están de nosotros y en que lugares plantan sus redes para atrapar incautos y reforzar su ya excelso poder.

Solo liberando nuestra mente de sus mentiras se les podría desenmascarar, e incluso acabar con ellos: ¡Abajo el Papa! ¡Abajo sus ceremonias religiosas! ¡Desafección también para la iglesia!


el reverendo Yorick.

homenaje a Monterroso



Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.


Augusto Monterroso

la memoria de los olores



Sucede en cualquier momento de nuestra vida. Para aquel que no lo ha descubierto aun, supone adentrarse en nuevos caminos dentro de su propia memoria, y ahondar más en sus propios recuerdos.
El gesto fortuito, que nos hace pasar distraídamente por los alrededores de un jardín, de un horno de pan, de un almacén de cereal, y que inmediatamente, nuestro cerebro active una alerta de reconocimiento de ese olor, retrotrayéndonos a un pasado ya vivido, algún pasaje de nuestra infancia, de la juventud, la presencia casi olvidada de alguna persona que se arrimó lo suficiente a nuestra vida, como para dejar una impronta que se memorizó en nosotros a través de un perfume, o de su olor corporal.
Esos olores se hacen familiares, se quedan a vivir contigo, y de alguna forma, cuando los reconoces en cualquier parte, te dan la seguridad de que su presencia guarda algo en comunión contigo mismo que te hace ser quien eres.
En mi caso, el archivo de olores de mi memoria es amplio, a través de ellos, rememoro lugares, personas, situaciones mas o menos agradables, que me hacen adoptar una perspectiva diferente del presente, y como estar conmigo mismo. La sensación de seguridad que me pueda dar una vivencia del pasado en el presente me reconforta. Aunque el recuerdo en cuestión no fuera de mi agrado, el hecho de haber sido vivido me supone enfrentarme a mi presente de forma distinta.
Los olores que más intensamente me sumergen en mi pasado, son los de algunas flores y árboles. A pesar de la intensidad con la que pueda recordar, digamos, por la cercanía de un animal, es en el caso de ciertas plantas, donde podría cerrar los ojos y ver la escena recordada perfectamente. Especialmente en tres casos: El jazmín, la higuera, y el azahar.
Suelo achacar la intensidad de esa ecuación de olores-recuerdos, al hecho constante del nomadismo que ha acompañado mi existencia. Bien es sabido que no todas las plantas y árboles se adaptan a todos los climas. Así, estas planta y árboles, están principalmente ligadas al sur donde nací.
El haber viajado a otras latitudes, con otro presente, hace que los recuerdos tomen un tono sepia, y que sean discretamente visitados.
De esa forma, el encuentro fortuito con alguno de esos olores. Se presenta como un agradable despertar que dota de color, y de voces a aquellos recuerdos que caminaban fosilizados hacía algún lugar de la memoria.
Basta ese encuentro para reactivar una memoria que ya no me abandona, sin la necesidad de viajar con un vivero portátil, los recuerdos consiguen reactivarse a través del olfato, como otros lo hacen a través del gusto, del tacto, o del oído.
De la vista no digo nada, porque es bien sabido el lugar omnipresente que ocupa en nuestras vidas. Relegamos voluntariamente los otros sentidos de los que disponemos, perdiéndonos penosamente todas las sensaciones excitantes que nos pueden provocar. Seguramente, que mi afán por desarrollarlos y conservarlos haya sido el detonante de que esos recuerdos relacionados con los olores se presenten con tanta intensidad. Un placer, que me sirve de aliciente para probar suerte con el tacto, el oído y el gusto.

Yorick.

Del diario de un decepcionado.

Está amaneciendo. Me visto despacio y salgo de casa, enciendo la luz de la escalera, una luz mortecina que proviene de una bombilla cubierta de polvo, no importa, conozco cada rincón de este edificio, podría bajar y subir a oscuras sin rozarme por la mugrienta pared. La puerta de hierro acristalada del portal chirría como siempre. Me recibe el olor a alcantarilla de todas las mañanas, proveniente de la reja de ventilación que hay en la acera, justo delante de la puerta, hoy no se ve ninguna rata. El edificio de enfrente ofrece el aspecto mugriento de todos los días, igual que el del que acabo de abandonar, unas manchas de humedad producidas por un canalón que tira más agua de la que recoge engalanan sus paredes. Los habitantes de estos edificios llenan los desvencijados balcones con macetas intentando dotar de belleza a la mismísima fealdad. Unas botellas de butano ponen la nota chillona a lo largo de toda la calle. El camión de la basura aun no pasó, y un olor acre proviene de los contenedores que rebosan bolsas pestilentes, los gatos han desparramado el contenido de algunas por la acera, una mancha oscura rodea permanentemente el rincón donde hace años se deposita la basura. Cuando salga el sol, este rincón estará poblado de moscas y el olor crecerá.
Al desembocar en la avenida, la humareda del autobús que acabo de perder me envuelve por un momento, la calle está desierta, al fondo un bar, de aspecto inenarrable merca café y coñac a los desgraciados que se enfrentan a una jornada interminable de trabajo. Como yo.
Decido caminar hasta la siguiente parada de autobús, mientras observo a mí alrededor. Los edificios grises, apagados, cubierto de una patina oscura de polución asemejan las salas de una consulta médica, sus tejados cubiertos de una maraña de cables, antenas y tejas desvencijadas son ensombrecidos por el humo negruzco de las calefacciones. En el suelo, en los huecos que quedan después de la marcha de los coches, unas manchas de aceite ennegrecen el ya oscuro asfalto, las aceras están minadas de excrementos de perros y las esquinas marcadas con sus meadas. Se hace insoportable no encontrar ninguna armonía en este caos. En la siguiente bocacalle, cambio de opinión y voy en busca de la entrada del metro. Un aire cargado y rancio sale de la abertura, que me engulle mientras el resplandor de los tubos fluorescentes me encandila.
Soy adelantado por una multitud que avanza deprisa inmersos en sus miserias, empujan intentando robar segundos al tiempo para llegar a sus absurdos cometidos. No se oye ni una risa, ni una conversación, solo el ruido de los pasos de cientos de personas y los chirridos y bufidos que provienen del fondo de los túneles, donde la serpiente de metal, engulle y vomita gente constantemente. A sus entrañas nos dirigimos todos atrapados por el destino.
En el vagón, los olores no dejan de llegar, viajamos hacinados e impregnados de humanidad, en una curva, la luz del vagón se apaga, quedando solo un par de tubos encendidos, la imagen que ofrecemos es demencial, las cabezas tambaleantes se mecen sin resistencia, adormecidos por el paso de los vagones sobre los espacios de dilatación de los raíles. En la estación de destino casi soy sacado en volandas del vagón, las escaleras mecánicas están abarrotadas de gente, unos van parados, pegados a la derecha y el resto sube por la parte izquierda, como una fila de hormigas.
Al salir a la calle, el mundo se ha transformado, un ruido infernal proviene del tráfico, pitadas, acelerones y músicas encapotan los oídos. Todo el mundo corre. Pasamos de la somnolencia del metro a ser atrapados por una prisa absurda que no nos abandonará el resto del día. Retazos de conversaciones se oyen aquí y allá, el partido del sábado, las salidas de copas, -que cansino es todo- pienso al andar.
Me dirijo al polígono, donde está la fábrica donde trabajo, algunos compañeros me saludan con la cabeza. Los inmensos camiones ya bloquean la rotonda, así será durante gran parte del día. En la entrada de la fábrica cojo mi ficha y la introduzco en la gran caja azulada con un reloj, un golpe seco me indica que la hora de entrada ha quedado grabada en el tarjetón. Voy al vestuario, saludo a los hombres que me encuentro y me dirijo a mi taquilla a cambiarme de ropa. La funda azul desprende un olor a óxidos metálicos, me la pongo, así como las pesadas botas. Apuramos los últimos minutos echando un cigarro, hasta que la estridente sirena marque el comienzo de la jornada. Desde ese momento nadie habla, cada uno en su puesto trabaja sin levantar la cabeza, ni siquiera sin comprender que son esas piezas, que van de mano en mano, de puesto en puesto, hasta la sección de embalaje, donde serán empaquetadas y enviadas a otra fábrica para su ensamblaje final. Levanto un momento la cabeza y miro a mi alrededor angustiado, el reloj de la pared, apenas marca diez minutos pasados después de las ocho de la mañana de un lunes cualquiera, de una semana cualquiera de un año cualquiera, de cualquier persona como yo.


Rafael Becerra.


Extraido del número 2 de la revista Renderén

Diez premisas para salir del infierno de los necios

Por el reverendo Yorick.

1.- Si crees ser único, ¿Porqué haces exactamente lo mismo que los demás? Algo habrá que te diferencie ¿no? Podrías empezar explorando esa posibilidad.

2.- Si piensas que todos los políticos son iguales ¿Porqué sigues votando indistintamente a unos o a otros cada vez? ¿Tú eres de los que piensas que la abstención se suma al ganador…?

3.- Deberías hacer una desintoxicación televisiva Si ni siquiera la mira ¿Por qué la mantienes encendida?

4.- Prueba con la radio, y no me refiero a radio fórmulas para descerebrados. Busca, que algo encontraras.

5.- Intenta ir andando a algún sitio, sin coger tu amado coche, de paso comprobarás en tu pellejo, la educación vial que profesan tus congéneres. Y ya que caminas fíjate, en la falta de espacios verdes, de carriles bicis, y de parques libres de “ mierdasdeperrosdemarca” que hay en tu ciudad.

6.- Soportarás estar una semana, sin comprar nada que no sea absolutamente necesario. Pues debes hacerlo, y medita sobre la procedencia de tu compra y la necesidad que tienes de ella.

7.-¿Conoces a tus vecinos? Y no me refiero solo a esas personas que te incomodan en el ascensor. ¿No tendrás problemas para comunicarte?

8.-Siguiendo con el mandamiento anterior, toca semana de las buenas acciones, pero ¡ojo! Que no hay medallas, solo valora, como esta de necesitada la humanidad de personas como tú.

9.-¿Haz analizado alguna vez tu situación laboral? ¿Cuántas horas trabajas gratis? ¿Cuantos incumplimientos por parte de la empresa aceptas como trabajador? No crees que sea hora de hablar con tus compañeros y cambiar las cosas.

10.- En general, busca los motivos de tu frustración, como persona, como trabajador, como ciudadano, y no eches la culpa y lo pagues con alguien más débil que tú. Generalmente, es al contrario, los males no vienen de abajo, sino de arriba.


Si eres capaz, de enfrentarte, a la persona que aparece en el espejo, cuando te asomas, planteándole una pregunta de vez en cuando, puede que no estés tan lejos de abandonar el infierno alguna vez, aunque si lo que yo llamo infierno, para ti, es el paraíso, irremediablemente no nos vamos a llevar bien.

la tercera edad

Se llenan los parques de aparatos gimnásticos. A cualquier hora del día, esforzados ancianos aprietan sus cansados cuerpos que parecen crujir ante el esfuerzo extra.
El higienismo se impone, el acoso de la presión social ante el cuerpo trabajado hace que hasta los mayores ocupen sus horas muertas castigando sus anatomías, sus discursos optimistas sobre lo saludable y necesario de estos comportamientos dan escalofríos.

¿Es la necesidad de demostrar a los demás su estado de forma lo que los obliga?

Apartados del mercado laboral muchos mayores pierden el norte, y buscan desesperados como llenar ese vacío laboral, al mismo tiempo se esfuerzan porque la vida no los margine, para no sentir las miradas esquivas de una juventud que se aparta de ellos, temerosos de que su presencia les recuerde la cara de su futuro.
Por otro lado, la Seguridad Social, lanza su taimado mensaje, la campaña de optimismo social hacía la tercera edad, pretende vaciar los ambulatorios de esos enfermos imaginarios que son los ancianos. Enfermos de normopatía, que una vez perdido el derecho a la esclavitud del trabajo diario, vagan de depresión en depresión, de enfermedad en recaída, de hastío a cansancio de vivir, y en general de aburrimiento.

Estos parques, convertidos en centros de disciplina y trabajo se presentan como la punta de lanza de una campaña medida al milímetro. Un esfuerzo para que nuestra sociedad supure felicidad hasta el final de nuestros días. Para dejar entrever que todo el mundo tiene sitio, y Estado se ocupa de todos nosotros.

Ver a los jóvenes lanzar piedras o cócteles molotov en las manifestaciones tiene una lógica por lo rebelde de la edad, pero ver a los viejos sería lo lógico, ya que son ellos los que más han vivido, los que más han claudicado y los que por derecho deberían estar levantando barricadas y explicando a otras generaciones porqué hay que hacer una revolución.

el reverendo Yorick

Sí, pero...se mueve

Dice el periódico que Arabia Saudi desarrollará armas atómicas si Irán lo hace. Lo dice sin pudor a sus aliados americanos, a sabiendas, de que estos, intervendrán mediante sus sutiles métodos coercitivos a su favor.
En el peor de los casos, la tentación que pueda arremeter contra cualquier megalómano de cualquier país ante el poder del armamento atómico, no tiene discusión alguna. En manos de cualquiera de estos, vistan corbata o salacoff, supone una forma de presión constante hacía sus vecinos, y hacía quienes no lo son.
¿No es el miedo un instrumento castrador por si mismo? La tentación de disponer del poder atómico, lleva a cualquiera a arrastrar de la mano a un dios gigantesco con manos de fuego.
El ser humano se delata en estos pequeños detalles. Detalles tan banales como tener la vida de millones de personas en las manos, y tomárselo tan a la ligera como pueda ser la ingesta de un helado en estos días de canícula. La evidencia de nuestra inacabable crueldad se manifiesta constantemente en todos los niveles. Si los dirigentes de cualquier país se dedica a estos menesteres belicosos, o a otros no tan altisonantes, pero del mismo cariz, y de parecida efectividad, por imitación ¿Qué harán sus ciudadanos? Amparados por esa imagen pública e internacional, aplicarán medidas drásticas, en el propio seno de sus familias, en sus comunidades y pueblos, sembrando de odio la cotidianidad más sencilla.

¿Es acaso esa la semilla que ha de florecer? Si de cada diez personas, ocho están de acuerdo con sus gobiernos sin un criterio sensato, que vaya más allá del costumbrismo diario. ¿Qué podemos esperar del futuro de nuestra raza? Las ganas de que cambiáramos siempre estuvieron ahí. Este es tan buen momento como cualquier otro. ¿Porqué no empezar entonces? Los tiempos están avisando, los seres humanos se mueven a la vez en diferentes partes del mundo, siguen sin querer oír, ni ellos, ni el resto de los que se esconden en sus casas.
Pudiera ser que esta vez, el tiempo no esté de su parte.

Yorick.