Oficios entrañables del pasado para el futuro. Parte I

En estos tiempos de crisis que corren, donde la bonanza económica no es más que un amargo recuerdo que amenaza con hacerse más lejano cada vez, donde se acabaron las vacaciones exóticas, la vivienda en forma de loft, y aquel volvo, al que no llegamos ni ha hacer el rodaje, antes de que nos fuera embargado, condenándonos a volver al autobús, como medio de transporte, a los barrios de obreros, a habitar esos pisos estrechos sin ascensor, donde el olor de los manjares de los restaurantes caros se cambia de golpe, por el olor a pucheros, frituras y sardinas que sube por el patio de luces de las humildes viviendas. Y en vista de que el asunto parece que va a durar unos cuantos años, en los que esperamos se les abran los ojos a la mayoría, hemos decidido, después de mucho pensarlo, hacer un bien a la humanidad, velar por sus intereses, y hacer que el desangre de sus menguadas carteras se ralentice lo más posible, mientras las hojas de calendario van cayendo camino de ese amanecer que es el principio de mes, y la llegada de un nuevo aunque exiguo sueldo.
Tras pensarlo fría y detenidamente, y hacer algunas observaciones sobre el terreno, hemos decidido recuperar una serie de oficios, si se les puede llamar así, o formas de buscarse la vida, que la bonanza económica llevó al olvido, pero que en tiempos de la posguerra fueron muchos miles de personas las que se dedicaron a ellos, así que con el fin de que las generaciones que no vivieron estas ingeniosas profesiones se hagan eco de ellas pasaremos revista desde aquí, a las más productivas y a las menos penosas pensando siempre en el bien que hacemos a nuestros vecinos en particular y a la humanidad en general.

Hemos optado por empezar por una profesión de las más productivas, dado el ensañamiento que el estado se toma para con el precio del producto sobre el que trabajar, nos referimos al tabaco, que sufre subida tras subida, convirtiéndose este en un artículo de lujo. Y si, es cierto que en los últimos años así ha sido, pero no siempre estuvo visto de semejante forma, pues convertido en un vicio hoy día, en otros tiempos no era sino la forma de evasión más barata que existía, el poder relajarse echando unas caladas, que nos hicieran olvidar las horas de trabajo, o los gritos de nuestra prole, las exigencias de la parienta, o matar los nervios antes del fusilamiento y de paso alargar nuestra vida unos minutos, un evasivo relajante que nos trasladaba a otro mundo tras las primeras caladas.
En vista de que el precio de una cajetilla de tabaco se acerca peligrosamente a la frontera de los cinco ecus, hablamos hoy aquí de un oficio que sacó del hambre a muchas familias: LOS COLILLEROS. Personas que se dedicaban a recoger colillas a las que quedaran un trozo sin quemar, para más tarde deshacerlas, volver a secarlas y empaquetarlas sencillamente, creando unos paquetes llamados de picadura, que hacía el gozo de ociosos y necesitados, aunque estos últimos funcionaban como autónomos, fumándose al instante las colillas que aun aprovechables se cruzaban en su camino. El inconveniente principal de este oficio eran las largas caminatas que se efectuaban para recoger las dichosas colillas, aunque parece fácil, no era un trabajo carente de ciertas técnicas y trucos. Por ejemplo, y según pudimos observar el otro día sobre el terreno, no es lo mismo andar buscando colillas por un barrio humilde, que hacerlo por uno donde el nivel económico de sus habitantes sea más boyante. En nuestras observaciones, pudimos apuntar que en los primeros, las colillas están apuradas al máximo, incluso en algún caso, un ansioso se había fumado medio filtro, sin embargo, basta cambiar de barrio, para empezar a encontrar piezas de gran calidad, por la mitad, o en bastantes casos cigarrillos tirados apenas empezaban estos a consumirse. Un hallazgo por otro lado. También los centros de ocio marcan importantes pautas, a diferencia del cine de reestreno, en los alrededores de las plazas de toros, se suele recoger una buena cosecha, en las puertas de los teatros decimonónicos y en las llamadas “millas de oro” de las ciudades, donde no es extraño toparnos incluso con algún puro habano, que dotará sin duda de una calidad suprema a nuestra mezcla casera.
Otra ventaja indiscutible de este oficio es que puede participar toda la familia, sin importar la edad que se tenga, los niños a partir de cinco años, ya pueden andar con su bolsa recorriendo las calles, para al final del día, y ya, toda la familia pasar a la siguiente fase del trabajo, que consiste en deshacer las colillas para recuperar las hebras, que una vez mezcladas se aproximarán a una fuente de calor, que acabará con humedades y dejará el producto preparado para su embolse y posterior venta.

Esperamos desde aquí haber puesto luz en la negrura del túnel diario de algunos y que con ese humilde recordatorio ayudemos a que la prosperidad familiar ponga rumbo a la tranquilidad y al desahogo económico, colaborando de paso con la limpieza de nuestra ciudad y con el medio ambiente.


el colectivo editorial.

elogio del suicidio

Murió Mario Monicelli. Desde hace meses vivía perseguido y acosado por un cáncer de prostata, y por la edad. Quizás en un último momento de lucidez se arrojó por la ventana del hospital. Su padre, también se suicidó. Esta fue una loable enseñanza que le quedó al hijo, que viendo su cuerpo y su mente caer en la miseria de la enfermedad, conejillo de indias de médicos, con las banales promesas de recuperación a la que son sometidos todos aquellos en los que hace presa el deterioro físico, decidió acabar de una vez, antes de que ni siquiera su conciencia se opusiera a ello.

El suicidio no es una vía muerta. Es más bien ejercer el último derecho que realmente nos queda, el de la autodestrucción. La elección de algo que nadie nos puede quitar,la elección del fin de nuestra propia vida.
Si ya tenía admiración a Mario Monicelli por su cine, por su sentido del humor, ese que siempre nos salva de la estupidez del hombre, para mí, su obra queda redonda. El epílogo a una vida crítica se resuelve de la manera más feliz posible, y quizás la única honesta que le quedaba.
La primera vez que me topé con su obra, fue en el cine Doré de Madrid, la filmoteca, hermoso edificio que luce sus años con la belleza que otorga el cariño de un público amante del buen cine. Allí, reí a gusto viendo Rufufú, sorprendido de que pudiera haberse hecho una maravilla semejante, admirado del grado de complicidad de los actores, que otorgan a la película de mucha de su savia. Admirado de la dirección del film y de su fotografía, de su historia, de toda ella en general. Luego vinieron otras filmotecas, y otras películas, y en mi preferencias cinematográficas siempre su nombre.
Hoy mi admiración por él se acrecienta, motivada por el fin que el decidió poner a su vida, ajeno ya a las críticas, a las religiones, y a los dedos que intenten señalar a su fantasma, que se funde libre con ese aire que todos respiramos, donde puede que al aspirarlo muchos se contagien del buen sentido de un hombre cabal.


el reverendo Yorick.

CONGRESO SOBRE MISANTROPÍA

El psiquiatra se ajustó el nudo de la corbata apurando los últimos minutos que le quedaban antes de volver a la sala de congresos. Maldijo para sus adentros el momento en que se le ocurrió la idea, el momento en que se dejó convencer para estudiar psiquiatría, el momento en que se creyó que era alguien. Ahora, al borde del hundimiento personal y profesional había inventado este grupo de trabajo con la esperanza de remontar el vuelo, de volver a ser un nombre dentro de la profesión, y por el contrario todo estaba siendo un desastre. Sus colegas allí reunidos no tardarían en firmar su acta de defunción profesional. El congreso llevaba todas las papeletas para ser un fracaso absoluto desde todas las perspectivas y la psiquiatría en general se quedaba en pelotas ante los sujetos que se habían presentado voluntarios en busca de sus minutos de gloria, pues lejos de querer curarse, los muy cabrones se dedicaban a dejar fuera de juego a todo el gremio de loqueros de la ciudad, cuya única respuesta ante el problema iba siempre a parar a los electroshock o a la medicación compulsiva y anulante de la voluntad. Ante ese panorama, los invitados dejaban correr sus turnos de palabra, y las ideas brillaban por su ausencia. En ese instante se dio cuenta de lo estúpido que era seguir con aquello, que él, en realidad nunca había tenido vocación, y lo peor, que en los años en los que desarrolló su profesión, no dio con un solo doctor que la tuviera, que el objetivo general de tan aclamada ciencia no era otro que anular al paciente por completo, que de manera dócil sería devuelto a la sociedad con sus sentidos y sensibilidades mermados para dejar de causar problemas.
Y por el contrario allí estaban aquellos doce, respondiendo a los test tan alegremente, y con respuesta para todo. Con una frialdad a prueba de bombas, y convencidos de lo que pensaban, apoyados también por la falta de respuestas de todo el colectivo psiquiátrico de la ciudad.
CONGRESO SOBRE MISANTROPÍA. Ahí es nada. Ha resultado ser como cuando un cura trata de convencer a un agnóstico de la existencia de Dios, y este le rebate y le increpa todo el rato a que le explique lo de la santa trinidad. Todavía le retumba en la cabeza la respuesta de aquel tarado de la camisa a cuadros cuando se le preguntó en el test, que le gustaría ser si volviera a nacer. Y contesta el cabrón que el virus del ¡Ébola! Y los demás para colmo se ríen o le felicitan, y allí abajo, los doctores con cara de berzas mirándose unos a otros. Los pacientes, que dudo ya si el apelativo se puede aplicar a ellos con corrección, dan muestra de una cordura absoluta, salvo por su odio infinito hacía el ser humano, sin llegar a ser una conducta criminal, pues hasta la fecha ninguno de los estudiados tiene ningún tipo de antecedente delictivo. Como el ejemplo del virus de Ébola había otros once, de capacidad destructora parecida, o menos sofisticados pero igual de eficiente.
Y ahora tenía que volver a la sala, a cerrar el congreso, a exponer las conclusiones de los comportamientos misántropos, a convencer a los presentes de que había una línea de estudio e integración abierta. Y nada de eso era cierto. No había nada, solo una incapacidad común para reconocer que semejante forma de pensar no dejaba de tener razón, y que desde luego era generada por esa sociedad idílica a la que él pertenecía, pero que en su estatus de psiquiatra no percibía en su totalidad, que la burbuja social en la que se veía inmerso distaba mucho de los problemas reales, y que estos no se solucionan sin saber su origen ni su desarrollo.
Cerró la puerta del baño y se dirigió a la sala de congresos. A un lado del pasillo quedaba la puerta de esta, enfrente, al otro lado la puerta que conducía a la calle. Tomó la dirección de esta última, abandonó su ponencia en una papelera y se perdió entre la gente.

Yorick.

trabajar

-Hijo mío, que no te falte el trabajo-
Este es un ejemplo de las frases que se suelen oír al cabo del día, cuando hablas con la gente. Hay otras variantes, pero en conclusión todas vienen a decir lo mismo.
Pero: ¿Qué significa en realidad ir a trabajar? ¿Qué beneficios obtenemos de ello?
Antes de que salga el Sol ya estamos de pie, preparados para entregar otra jornada de nuestra vida a alguien que nos paga por ello. Desde que llegas a tu puesto de trabajo tienes la sensación de que debes algo a alguien, siendo ese, como es, el peor error de los trabajadores. Pues quien te contrata lo hace porque te necesita, e intercambia tu capacidad de trabajo, y tu experiencia por un dinero establecido por el estado, obviando la plusvalía que genera tu trabajo diario. ¿Que quiere decir esto? Que todo el beneficio que se genera del conocimiento y esfuerzo de los trabajadores va a parar al empresario. ¿Entonces, porqué caemos en el error de hacerlos más fuertes de lo que son?
Decía Antonio Machado en su maravilloso libro: Juan de Mairena, que la sacralización del trabajo era un mal para el trabajador, que supone aceptar una sumisión inexistente, que un trabajo se rige por la firma de un contrato, y que esto significa que cambiamos nuestra fuerza y capacidad por una nómina monetaria. Y hasta ahí llega el asunto, que todo lo que hagamos de más es beneficio que no nos va a repercutir en forma alguna. Que con las horas que se pasan fuera de casa, lejos de la familia y entregando minutos a una empresa, estamos rindiendo nuestra propia vida, las horas robadas a nuestros hijos, a nuestras familias, o a nosotros mismos. Qué no somos responsables de la mala gestión empresarial de otros, ni de sus fracasos ni de sus mierdas.
Verse envuelto en esos humores pestilentes de quién nos paga es más que indignante.
En esta semana he visto lloriquear y quejarse de la crisis a tres pequeños empresarios. Tres pequeños empresarios que han ganado dinero abundantemente durante los años pasados. Que sin rendir cuentas ha nadie han preferido guardar ese dinero para su disfrute personal. Me parece muy bien. Yo se lo que firmo y lo que no firmo. Pero...Llegados los días en que el trabajo flojea, en que el nivel al que están acostrumbrados baja, y en que el lloriqueo se convierte en un asunto de estado, muchos aprovechan para esconderse tras ese lloriqueo, tras esa crisis, para ajustar cuentas con sus empleados. Para estirar lo inestirable, para sembrar incertidumbres, para demandar esa sacralización a la que se refiere Mairena.
Ahí es donde se demuestra la clase de cada uno, la falsedad de las sonrisas forzadas de la mañana, y el interés que verdaderamente demuestran por ti.
Quizás sea ya la hora de demostrarles lo que es la desafección. De ignorar sus conversaciones banales, de negar sus comidas de empresa, sus regalos de navidad, toda esa parafernalia ramplona con la que quieren compararase con nosotros. !NO! no hay conciliación ninguna ante quién abanica su título o su licencia de apertura en tus propias narices. Si jugamos a su manera, que no esperen de nosotros nada más que lo que estipula un maldito contrato que ya nos hace gotear horas de vida en el saco insaciable de sus malditos trabajos.

el reverendo Yorick.

NOVELA EN CUENTO

La letrita pequeña disimulaba la falta de palabras para escribir un cuento.
La Pepona es una muñeca rosada de plástico duro, esta inflada de aire con una válvula contraída de escape en la espalda. Así cuando la aprietas se sale el aire por la válvula oyéndose un pitido y se hunde la goma a la pulsión. Tiene dos coletas a ambos lados de la cara redonda, tan duros y en punta que no permite oprimirlos. Esta encerrada en un armario, rodeada de libros y otros recuerdos de su existencia: caballito de porcelana, un osito de lo mismo, un juego de damas y caballeros diminuto, hecho de barro y pintado de colores primarios.

Ingrid se viste de tul rosa estampado con mariposas, coge La Pepona del armario y tiene la fácil tarea de desenvainar guisantes, pelotitas verdes que saltan por el empedrado del húmedo huerto. Su tía Elena estaba posicionando la manguera en su sitio, vestida con un biquini de ganchillo prieto… Las noticias se escuchaban desde la radio del interior de la casa.
Uno de los guisantes es tranvía, otro es coche, bici, avión, unos son personas, casi todos desembocan en un bol fucsia sujeto ahora en las entrepiernas de la tía Elena. Los árboles filtraban la luz entre las ramas y hojas verdes, amarillas, rojas; el viento rumorea todo el huerto plantado de coles, zanahoria, azafrán…

La Pepona reposa en la uve del peral, Ingrid le puso colorete y le pintó los labios con bolígrafo rojo; sujeto de una pinza en una cuerda esta el vestido blanco de su talla. Elena cocina los guisantes, Ingrid prepara la gelatina con Agar-agar y fresas silvestres acompañantes del solomillo que degustaran con Edgar Allan Poe, vecino y encargado de preparar la carne en su chimenea.
Poe es escritor de otra talla, seca su ropa sobre piedras ovaladas, enormes cantos rodados situados al lado del estanque con peces, culebras, ranas, mosquitos, sapos se esconden entre liquen, otras hojas y tréboles de cuatro cuarenta, es espejo del cielo con pájaros volando en circulo, tiene jazmín y hierbabuena rodeándolo.

Ingrid posa a La Pepona en una mecedora estilo Tonet, se sienta en un tronco cerca del fuego, lleva unas albarcas menorquinas blancas y huele a vainilla.
Las brasas rubí las cubre una parrilla de saín carbón y el solomillo esta en una tabla de olivo que Poe ha cortado en lonchitas; lo ha cocinado vuelta y vuelta lentamente, tan jugoso con su costra…
Ingrid trajo hojas gigantes de col, las puso en jarra de vidrio sobre la mesa del porche.
Elena coqueta de seda preparo limonada y encendió velas rosas por los rincones trepadores de hormigas.

1 de Junio con luna creciente y sus ojos ya casi dormían con el sabor de un dulce de avellanas, tumbados sobre césped, musgo y helechos, solo que el olor de plástico quemado y el humo negro muy denso derritió la suave piel de La Pepona; se quemo el salón: la guitarra, los cojines, la mesa el mantel, estalló en mil cristales y mecheros, los manuscritos repasados en ceniza, ni había estilográfica todo era carbón, ni gris todo negro.

Por aquel entonces Poe editaba su noveno libro El primer marrón firmaba ejemplares en una caseta de El Retiro; según la persona estampaba su sello y unas líneas de tinta azul puética.

El salón se pintaba: techo amarillo, paredes lilas, cenefa en azul y bordillo verde, limpio, una mesa improvisada y un portátil nuevo darían comienzo a Escritos del primer carbón, una colaboración con Ingrid y su tía Elena de doscientas paginas con amor, poemas del estanque, La Pepona, el jardín del huerto. Todos describían a Dios como golosinas de fruta, tan puro y natural al salivarlas, bajaban dulces por la garganta.
Ingrid las preparaba en cocciones muy lentas, vapor y algunas fritas; deleitaban a su tía que las comía a pares sin conocer todos los preparativos e ingredientes que amasaba su sobrina. Escribía en un bloc muchas impresiones sobre los cambios que sentía en su tía desde que empezó a comerlas: nunca estaba cansada, estaba serena y muy guapa, de voz clara, sonrisa plena y diálogos comprensivos, sutil y vibrante su cuerpo envolvía de luz la tez de Poe.

Un día cualquiera estirados en hamacas de macramé Poe deslizó un anillo de pedida en el anular de Elena, diamante interior en bruto y brillante exterior pulido engarzados con el metal que no había en la tierra, ella le ofreció el reloj de sin tiempo parecido al de bolsillo.
Viento de poniente para permanecer tumbados en las hamacas, la ventolada movía las hojas del encinar, cuatro robles inmensos son los únicos quietos en los que Ingrid escribe sus nombres a navaja, la caligrafía en mayúscula y una tiara de filigranas sujeta en su guedeja ondulada y cardada de aire.

El graznido del estío, las gaviotas todo el año, nidos de golondrina, el cu cu de las palomas; Poe afinaba el violín inmerso en el oriente del día, Ingrid le insistía en sacar de sus manos el fósforo mas largo y Elena cocinaba melocotón en almíbar en compañía de Marmar, la mujer de pelo blanco viticultora que vertía su preciado vino blanco en copas rin tin tin; hablaba de su pasado en Jaguar por caminos de Francia recorriendo viñedos, tocando cepas enroscadas y racimos poderosos para la vid de su vida. Su vino perfumado, intenso, dorado; multitud de imágenes pasaba en el proyector, largos carruseles con diapositivas a todo color. Una luz fija finalizo la sesión, cerró los ojos y congelo la sonrisa para nunca jamás, yacía en la quietud.

Redada de violetas y otras flores de otoño, el verano calcino la jara y muchas hierbas altas del huerto, Poe a golpe de pluma desplumo el pollo y a lenguas de fuego se relamió el carbón para su asado. Elena enmarco la crema de guisantes y habas con chorrito de Jerez y hojitas de cilantro; Ingrid dibujaba alfabetos y más signos en un bloc de papel japonés con trazas de algas. Quedaba un olor fantástico vestido de Dios, un calorcito místico de pura medicina, quedaba Elena embarazada para dar a luz en Agosto.

Borrador para un ensayo a mano, palabras de mutis contenían doscientos folios A4 desparramados en una colcha de seda salvaje. Iba leyendo Ingrid cada silencio en una nota alta con el sudor de un mes febril sin sostén ni bragas, a pelo y la voz de Sarah Voughan de fondo cantaba solo jazz; solo una bolsa de agua helada para sofocar el estío.

Elena, Poe y Carmesina con flotador jugaban en la playa, pala, rastrillo y cubo, una pelota hinchable bola del mundo; fijaron un castillo con arena mojada, repleto de conchas y pilares de cantos rodados, barquitos de papel a la mar. En la nevera portátil tenían frutas para mineralizarse. Se daban crema solar protectora por toda la piel, se bañaban soltando alaridos de alegría, grititos de agua fresca, aleteos de felicidad, salpicaban como fuentes de mil chorros a caída libre.

Pasaban los veranos en Citybeach, Ingrid los superaba en la morada con huerto, jardín y rico estanque, sumergida a la sombra del encinar, montada en la hamaca, elaborando golosinas, columpiándose en los olivos, cantando con los mirlos y otros bichitos de Agosto.
Vertía el puré de calabaza a la mantequilla sobre mejillones en escabeche y alubias a la hoja de col en platos de porcelana alemana. Se lo comía tibio mientras las chicharras anunciaban la temperatura ambiente con su vibrar impronunciable. Incluso por la noche deshacía fruta helada en su boca.

Otro Julio, otro Agosto en un pantano crecido por la lluvia y cerca del mar abierto: Ingrid solo tenía abrazos con un nogal desmedido, olor de laurel y nueces verdes, allí leia y cantaba entre hierbas altas y otras bajas, revoloteando mariposillas escribía:

Vapor de roca, intenso calor, océano de llamas,
Burbujas de agua hervida, desnuda
Formas de vida, región de sal
Investigador de evaporación
Deposito salino
Cristales de sal
Laberinto subterráneo
Sorpresas multiplicadas
Agua baba aprisionada
Tenaz de la supervivencia
¿Dónde esta el océano evaporado?
La vida profunda
Proteínas de lo inferior
Azul
Exterior de una mina de oro
Sudáfrica
Microorganismos del interior
Rastros desconocidos
Un camino a la superficie
Bola incandescente
Nubes de tormenta
Antepasado combinado


Edgar vestido de luces firmaba Bailongo libro de cenizas y polvos. Carmesina tocaba el violín para amenizar e Ingrid leyó en voz alta algunos párrafos del libro. Elena estaba a la fuga con un joven Dj holandés: Colombia, Brasil, Berlín…

Prometía una noche sin mosquitos. Inestable, Confines, palabras que contienen un nombre de mujer daban trabajo en el bloc de Ingrid “su amiga Dela Isla” brotaba en su jardín sentimental y tal, tal, tal; había dibujado sus caderas a veces, arrastrado las manos en sus pies, en su faz y el jardín seguía creciendo, podado, altibajos, se trepaba a un árbol o pasaba piedra a piedra el arroyito.
El vino adobado de nueces y cazalla, reposado y luego bebido en bouquet Poe alargaban unas noches de hoguera y entraña haciéndose despacito.

Decidieron viajar a la Catedral de Santiago de Compostela, dejando la casa del huerto bien cerrada y regado…
Querían meditar en la paz de ese templo de piedras en bóveda gigante y empañado de luz. El medio de transporte fue una preciosa moto con sidecar… Ingrid, Carmesina y Poe al manillar en un soleado e incipiente otoño.
Lo que duró la estación pertenece al cambio de color en las hojas del caqui, el olor de almendras, nueces, castañas tostadas, el tacto de los membrillos caídos, el sabor de mermelada de escaramujo, la flexibilidad del tiempo lluvioso, el calor del sol enmudecido, las flores y vainas del sésamo, avispas dormidas, furor de semillas de acacia, el molde de la sabina rastrera, tantas mangranas rubís y calabazas asadas, casi sin reconocer lo nuevo, tan dulce marron y cremosos purés.

Memorias del tango, de quince veces mate con la misma hierba y diferente hervor, reunión de dos en la misma cama relamiendo uno con otro, pelando la pava a la siniestra de la malvarrosa, leyendo bolsa de congelados al revés, a menos cuatro bajo cero, cocinando hacia el oeste de la ciudad.
El mismo hombre a diferentes horas, días, años; su boca en plural, Ingrid en singular:

Semillas de arañuela al bacalao o
amor en la niebla de Berlín
Brotes de primavera en el huerto
Era palmera al sol
Soy olivo robusto
La puerta que abate el viento
Rosáceas del quinto pétalo
Soy secamanos
Amarillo limón
Grelos en abundancia
Macizo adoquín
Hierba en la grieta
Parra brotando
Soy agua del pozo
Arqueta abierta
Soy gris construcción
Bartola, escoba
Soy azadón en arcillosa tierra roja
Jazz sostenido
Soy azahar o
Naranjo en botón
Trébol amarillo o
Acedera verde brillante
Antena a Galicia
Localizo espárragos
Acaso me lo como todo
Porque soy la boca perra
El sudor olido
Soy cuatro hojas sin nombre
Lectora en los Arcos de un film de Haneke
Poe en el baño


Si, coronamos la cima esmolaeta; puerros, lirios, ajos. Es un lugar orquidáceo, erótico invernadero. Poe lee La siesta del picador betseller numerado con tapas de cartón grueso ribeteadas de eneldo, grabadas de azalea. Huele el pincho de mollejas de gallina espolvoreadas de curry, pasa página su mano, en la boca brocheta de caracol, espárrago y fresa espolvoreada de chili.
El libro narra la historia de un pescador noruego del salmón, Eduard Munch, durante cinco días lo cocina, lo cocina de diferente manera, el sexto repite la primera receta y el séptimo durante la siesta sueña que un salmón come de su mano, ese día no pica ningún salmón.
Se describe al pescador con todo lujo de detalles, las recetas con pelos y señales, paginas con dibujos, paisajes y pasajes de tomo y lomo.
Toda conectividad entre consonantes y vocales.


4 letras, alguna de tus frases
igual a carta para la funcionaria
matécí y olía a pétalos de procesión europea
matéció que no es poco
notas de lefa pero
me cubría sábana de silencio
hube de escribirle cruzando en ámbar
siempre caminando a lomos de una cebra
pasando por peatón
saludo al pato donald en inglés
4 notas
v de escribirte a la torre eiffel
toda abierta la A
porque te leí después de tomar turbio
matéme, matédles
nochecí y perfumó de amapola mutante
nocheció que no es mucho
motas de semen por
todo el edredón
good morning
y si el lobo feroz
es porque no hay ovejas
en la isla
ellan van en tren que silba
numeradas
ni siquiera en camión
para ser felin bajo el celfan
bar saborear sorbetes
cel nos encontramos a menudo
ona tajada fresca
de amaté tanto para saciar la sed
hubimos de reservar un piso en marte
A planeta en tierra
endemientras encillo Amor
meciéndose en mis venas
oro tinta papel se anotan

a Poe de Ingrid




Amparo Balaguer

Sobre la guerra de África



Hace ocho años, mientras me dirigía al trabajo encontré un negativo fotográfico, bastante antiguo, a juzgar por el tamaño del mismo, de unos cinco centímetros por tres. Lo guardé durante mucho tiempo, pero un día lo llevé a revelar. En la imagen se aprecian lo que parecen ser militares que celebran algo, servidos por una mujer, al fondo se ven caballos. Siempre pensé que era una imagen de la guerra de África, no se porqué pero influenciado quizás por las lecturas que me ocupaban en esa época, bien pudiera situarse la imagen en tan inútil conflicto. Seguramente ninguno de los que aparecen este vivo actualmente. ¿Qué pensarían de poder ver esa imagen? seguirían tan contentos como entonces o por el contrario comprenderían del absurdo de haber desperdiciado su vida en el ejercito. Quién lo sabe. Una cosa si es segura, hoy día ya nadie los recordará, ni a ellos ni a todos los que participaron en aquella guerra. La mayoría con peor fortuna que los de la fotografía, secuestrados por un estado que los mandaba a la muerte segura, sin equipamiento, hacinados como animales, y tratados peor que estos. Los relatos de semejante infamia todavía pueden leerse, y sobre todos ellos dos autores fundamentales: Ramón J. Sender, y Arturo Barea. En sus páginas atroces se describe un conflicto perdido de antemano, en un entorno hostíl e inhumano y sin posibilidades casi de sobrevivir. Las experiencias narradas en sus libros todavía ponen los pelos de punta.
Si el colocar aquí esta fotografía sirve para que quien desconozca la historia de la guerra de África se interese por ella ya habrá merecido la pena, si no es así, que permanezca de todas formas esa imagen congelada que remite a un pasado olvidado e inmortalizado en color sepia.

Yorick.

el destierro sutíl

Ahí esta, frente a mí, sentado en otro banco, a unos quince metros, habla solo, cabecea y sonríe. Sus recuerdos son felices -pienso- mientras lo miro. Algunos días ya lo veo muy temprano en el bar donde tomo café, en estas tierras de nadie que son los barrios-despojos de las ciudades, en pleno centro, a un minuto de nuestros insignes gobernantes una estirpe fronteriza da sus contados coletazos, mezclados a partes iguales entre yonquis, vagabundos y putas. Un arrabal miserable que se camufla durante el día malvive mercadeando con lo que encuentra en la basura, o con sus propios cuerpos. Sin aspavientos se hacen invisibles a los ojos de los funcionarios que pueblan la zona, que la deshabitan en el fondo. Que desconocen su historia y que ignoran que la mayoría de los fantasmas humanos que pululan por estas maltrechas calles ya nacieron aquí, que son víctimas de un progreso capitalista que deshumaniza estos barrios donde ya no se permite envejecer a las personas. Donde se rehabilita pensando en jóvenes venidos de afuera, que alquilarán o comprarán áticos y loft en pleno centro de la ciudad rodeados de historias y vidas que ignoran y ayudan a enterrar con su ignorancia.
Estas personas supervivientes de otra época, herederos de rentas antiguas los más afortunados, y sin saberlo estorbos de un progreso canibalista, sucumben ante una fuerza que no saben como combatir. Una nueva forma de colonización se extiende sobre ellos empeñada en exiliarlos y hacerlos desaparecer.
Generaciones de nuevas personas ajenas a la agonía que cada hora se vive en las calles campan a sus anchas en sus nuevos reinos perpetuando un páramo humano que nunca antes existió.

el reverendo Yorick.

adiós a Renderén

Adiós a un hermoso y difícil proyecto. Les deseo lo mejor a todos los que participaron de una forma u otra, y mi deseo de volver a coincidir con ellos en algún otro lugar. La explicación la dejo en sus propias voces:




outubro 2010



O Colectivo Ren de Ren cesou na súa actividade editorial.


O proxecto Ren de Ren foi nos últimos tempos un lugar de (r)encontro para moita xente libertaria da Galiza. Organizada, como colectivo editorial, como foro de debate e como dispositivo de distribución, esta rede de afinidade e apoio mútuo puxo en circulación duas monografías colectivas, ofrecendo soporte á difusión das ideas libertarias e impulsando o establecemento de redes de cooperación entre centos de persoas que len, debaten, escreben, deseñan, distribuen... cultura libertaria !

Chegou o tempo do peche... Nunca nos plantexamos chegar a ser unha editora máis pois este era un proxecto de propaganda polo feito, unha acción que perseguía que novas individualidades, abandonando o persoalismo, tomaran parte activa e decidiran darlle novos enfoques ao colectivo. Isto non aconteceu.

No camiño fican moitísimos contactos, agradables encontros, colaboracións desinteresadas, apoios valiosos e sinceiros, mais tamén en ocasións a inevitábel rocha da desconfianza e do silenzo que aínda mantén a moitas no illamento seitario. Unha vez máis queremos agradecer a colaboración de todos os colectivos e persoas que participastes nas distintas fases do proxecto.

Seguimos pensando que a investigación e a posta en práctica de novas propostas libertarias segue a ser a única vía navegável cara á revolución social e a emancipación individual e colectiva no marco da debacle capitalista. Aí nos veremos.

Por último apelamos á solidariedade das distribuidoras para que os exemplares non vendidos fiquen nos vosos fondos. O noso buzón de correo electrónico seguerá aberto para quen queira render contas máis adiante. Algo no que nós xa non imos insistir.

Saúde!

el dueño y señor del corte inglés




Ahí lo tienen, el dueño de un imperio económico, que se ramifica tanto que se hace difícil seguirle la pista, fundación cultural incluida (Ramón Areces) la manida historia de los pobrecitos emigrantes que se fueron ha hacer las indias, volvieron y levantaron un imperio de la nada...Eso es lo que dicen.
Lo peliagudo del asunto, es la conexión política que pueda tener este sujeto. Mi ignorancia respecto a él podrían haber seguido su curso de no ser por un pequeño incidente que ocurrió hace unas semanas: La Huelga General. Ahí fue, cuando mi atención se fijo en su persona. Podría no haber sido así, pero la insistencia de la policía de proteger sus macrotiendas en toda la península me hicieron pensar. Y cuando digo proteger es proteger. En la puerta del corte inglés de Valencia en la calle Colón debía haber concentrados más de treinta anti-disturbios, colocados ante la entrada a un metro de distancia uno de otro. La misma imagen se vio en televisión repetida en otras capitales de provincia. Mi pregunta es: ¿La policía que pagamos todos tiene que ir a proteger las instalaciones de una empresa privada en tal número y cantidad?
Pareciera que en vez de un comercio fuera un punto estratégico para ser tomado, digamos como un centro de televisión. Con solo una llamada de este tipo se presentan en la puerta de su centro cuatro furgones llenos a reventar de policías. El poder de dicho individuo esta fuera de toda duda. Sus amistades, inversiones y especulaciones varias con tamaño imperio económico son mas difíciles de rastrear, aunque para muestra un botón.

el reverendo Yorick

las fuerzas armadas

¿Llevan algún tipo de arma o drogas? Esta fue la estúpida pregunta que nos hizo un agente de la guardia civil después de habernos pedido toda la documentación del coche y personal habida y por haber. Lo que me lleva a pensar que la misión de dicho agente y los otros tres imbéciles consortes que le secundaban no era desde luego velar por la seguridad vial, ni desde luego informarnos de si nuestro vehículo tenía alguna falta, que pudiera suponer un peligro para nosotros o para otros conductores. Su misión sin duda era convertirnos en sospechosos, la palabra que atemoriza al ciudadano pagador de sus impuestos y de conducta intachable, su peor pesadilla. Que en cualquier momento se lo puedan llevar por delante, vaya.

-Somos gente pacífica- le respondí. A lo que él con una sonrisa maliciosa y parapetado tras sus enormes gafas de sol me respondió: la gente pacífica también puede fumarse un porro. Que hijo de puta. Pensé. Pues con esa sonrisa maliciosa no estaba diciéndome otra cosa que si se le ponía en los cojones nos registraría el coche entero, con la certeza de encontrar algún motivo para denunciarnos, o por lo menos jodernos el fin de semana, a lo mejor a costa de la navaja que llevo en la guantera, que para lo único que la he utilizado en mi vida, es para hacerme bocadillos en los viajes, y para sanear un manguito del circuito de refrigeración del coche.

En menos de quince días me han pedido la documentación dos veces, la anterior fue durante la huelga general, donde unos maderos que se aburrían decidieron sacarse el tedio a nuestra costa, y de paso dejar bien claro, que si hubiéramos contestado a su provocación nos hubieran dado de lo lindo.

Mañana es el día de las fuerzas armadas, otro año más un desfile de machos y machas portando sus fusiles, cantando sus canciones patrióticas, y deseando dar la hasta la última gota de su sangre por su país. Qué bonito.
Otro año más soportando el alarde de fuerza de una masa de mongolos que se creen tocados por el dedo divino. Y otra banda de mongolos aclamándolos desde detrás de las vallas, vitoreando a su rey, y a su ejercito, el mismo que los conquista y los mantiene a raya a ellos, y no a ningún enemigo externo, el mismo que no duda en cargar contra su propia gente si reciben la orden, el mismo que sabe que hay un aparato judicial y mediático que los protegerá llegado el caso de disparar, el mismo que reniega de su propia familia si se lo ordenan. Seguimos teniendo la memoria corta en este país.


Solo deseo que algún año de los que me queden por vivir, no tenga que soportar esta pantomima, que la cabra vuelva al monte, que hayan desaparecido los tres ejércitos, y con ellos todos los que proclaman que para mantener la paz son necesarias las armas, cualquier forma de coacción, y sobre todo cualquier pensamiento que los encumbre, y que los convierta en los héroes que nunca fueron.

El reverendo Yorick.

el hallazgo

Leo este párrafo en un libro de Italo Calvino, concretamente: Si una noche de invierno un viajero. Esclarecedor para estos tiempos que corren donde el capitalismo atenaza su cuello en su propio nudo, del que siempre sabe como salir. Tal vez todo sea tan sencillo como esto:


"No saben que he construido mi imperio financiero sobre el mismo principio de los caleidoscopios y de las máquinas catóptricas, multiplicando como en un juego de espejos sociedades sin capitales, agigantando créditos, haciendo desaparecer pasivos desastrosos en los ángulos muertos de perspectivas ilusorias. Mi secreto, el secreto de mis ininterrumpidas victorias financieras en una época que ha visto tantas crisis y hundimientos en la Bolsa y bancarrotas, ha sido siempre éste: que nunca pensaba directamente en el dinero, en los negocios, en los beneficios, sino solo en los ángulos de refracción que se establecen entre brillantes láminas con diversas inclinaciones."

Así de sencillo, como en un juego se hunde en la miseria a millones de personas, se arrastra voluntariamente a la pobreza a todo un país, jugando. Jugando como si de niños grandes se tratara, paseándose con total normalidad por un tablero gigante de MONOPOLY cuyo único premio siempre fue hundir y arruinar a los demás. En aquellas tardes donde el jueguecito de marras entretenía la tarde de los domingos, puedo asegurar que nunca jamás gané una partida. Siempre fui la presa en manos de otros, y ahora muchos años después de haber sido desplumado de la forma más inocente comprendo porque nunca ganaría una partida de ese juego, porque no tengo ninguna ambición monetaria, porque nunca veo negocio en nada y porque si acaso se me ocurriera una forma de ganar dinero, nunca sería a costa de hundir la vida de alguien. Esa debe ser la clave para no dominar un sencillo juego de mesa destinado a enseñar a los que tengan facultades que ganar dinero es cosa de niños.


el reverendo Yorick

José Antonio Labordeta

Se murió un amante de la palabra hablada, del silencio bien cortado con una conversación, con una canción. Alguien a quien cualquiera con un poco de amor por saber y estar hubiera querido conocer. Alguien que seguía creyendo que cambiar todo aun era posible.
Se murió una parte de algo que alguien llamó poesía social. Se murió alguien que no concebía ésta sin introducir la palabra libertad. Se murió uno más de los que dedicaron su vida ha hacer de este mundo un lugar mejor,cambiándolo desde la propia cotidianidad, esa que quiere siempre disfrazarnos los días de rutina. Se murió alguien integro. Alguien que sabía del gusto de acercarse al fuego en invierno, para escuchar historias, alguien que sabía que esas historias no tienen por que ser grandilocuentes ni tienen porque ser epopeyas, sino la misma existencia de cualquier persona que en su sencillez nos enseña cuantos caminos tiene la vida. Se murió alguien que sabía escuchar, que sabía algunas respuestas a algunas preguntas, que conquistaba cada día vivido, como tiene que ser. Se murió un maestro, no un maestro cualquiera, sino uno que sabía que la enseñanza y el aprendizaje no tiene nada que ver con textos escolares recortados y manipulados, sino que levantando un poco la capa de interés que cubre la enseñanza de la historia aparece la verdad, una verdad a la que hay que hacer frente con dolor a veces, y otras con orgullo.
Se murió José Antonio Labordeta, y nuestro deber es seguir recordando lo que nos enseño, seguir cantando por los caminos, y seguir creyendo en la hospitalidad de un mundo que a toda costa nos quiere desahuciar.


Yorick.

PARA UNA CRISIS, SIEMPRE HAY UN MUNDIAL

El verano se aproxima inexorablemente, día a día, minuto a minuto, el estío va tomando cuerpo. Las personas lo sabemos también, como el resto de seres vivos.
Quienes se encargan de velar para que nuestra esclavitud continue, también lo saben, quizás más que ningún otro lo sepan. Desde hace meses, probablemente estén pensando en la llegada del verano. Saben de sobra que el buen tiempo fomenta el auge de la hostelería y del turismo. Y ese dato les es imprescindible para airearlo ante sus televisiones y periódicos, y de ese modo hacer ver a los esclavos que el paro está bajando, utilizarán esa cortina de humo para enfriar los ánimos, aprovechando, por supuesto, la desidia que provoca el calor en todos, principalmente en los esclavos, en cuyo horizonte aparece un verano de playa y descanso. Tan estigmatizada está la idea de vacación que hasta parados y jubilados sueñan con ella. De esa forma los que se encargan de velar para que nuestra esclavitud continue respirarán tranquilos unas semanas. Unas semanas donde la crisis y sus consecuencias pasarán a segundo plano. Y por si no fuera suficiente, este año se cuenta con otro elemento adocenador: el mundial de fútbol. Una campaña machacante nos acompaña desde hace semanas, una campaña a la que se suman centros comerciales de todo tipo, vendedores y mercachifles que les hacen la cama a los esclavistas, impregnando sus anuncios y ofertas en un hediondo sentimiento patriótico-futbolero con vistas a seguir vendiendo su basura y seguir manteniendo los niveles de consumo.
Los esclavos son débiles. Deben de pensar, sucumbirán a esa euforia colectiva que son los colores de su equipo de fútbol, convencidos de que ganarán el mundial, seguirán las evoluciones de su equipo como si les fuera la vida en ello, sin saber, que si que les va en ello, que a través de ese mundial, les engañan y les someten, les incitan a pensar de forma controlada y monotemática desviando su atención de lo que importa de verdad. Dejándoles el camino libre para que sigan manipulando nuestros destinos, dándoles tiempo a preparar nuevas estrategias de engaño para cuando esta se haya agotado. Subiendo impuestos, recortando derechos y haciendo desaparecer dinero público en las arcas de los bancos, sin posibilidad de que este vuelva reinvertido a las manos de quienes lo sudaron para ganarlo. Así, ese monstruo llamado Capital, se reinventará de nuevo, derrumbará gobiernos para poner otros nuevos que sigan exactamente las mismas directrices que el anterior. Y mientras tanto la masa de esclavos unida bajo un color se emocionará y sufrirá siguiendo con los ojos un balón de fútbol y a los gladiadores multimillonarios que lo patean, soñando con ver un gol, buscando excusas para seguir manteniendo la forma de vida más cobarde e inmoral que se ha inventado nunca, solo para evitar de todas las maneras tener que enfrentarse aunque sea en sueños
A su propia independencia y libertad.
Admitirá su fracaso y sumisión con cada gesto y cada palabra. Y hablando de palabras, asistirá impasible al uso y rehabilitación de algunas sin vergüenza de ningún tipo, cuando una palabra no hace muchos años era el peor de los insultos y era sinónimo de cárcel y fusilamiento, hoy luce esplendorosa y en boca de todos para representar ese burdo espíritu de unidad al que con total inmunidad denominan:
La roja.


el reverendo Yorick.

el artista desventrado

la materia muerta le regala la vida
desbasta el granito
funde el bronce y talla la madera

sus obras simulan sus deseos
liberan su alma y someten su placer

las estatuas surgen de sus manos y ansias
con sus pubis de muñecas y sus culos muertos
le conceden el suplicio estéril de la liberación

sin solemnidades ni magnificencias
como un delincuente juvenil
se masturba sobre ellas

solo así da por finalizada la obra
y están listas para ser enterradas
en la fosa común de los museos

el visitante las admira
preguntándose extasiado
por los resortes caprichosos de la inspiración



Rafa Becerra

el juez garzón

¿Quién es el juez Garzón?
¿Qué méritos se le atribuyen para que un país, o dos, se rindan a sus pies?
Les haré una breve reflexión:

Para mi la sombra de este hombre a planeado informativamente hablando desde hace muchos años, siempre saqué la conclusión de sus cacareados actos, de que era un hombre poderoso, implacable, y lo peor, un escaparate propagandístico permanente.
Ante la llevada de brazos a la cabeza que imagino, aclararé algunos puntos:

PRIMERO.- Que para mi, un juez no significa justicia, sino más bien un instrumento de un aparato represor llamado Estado, cuyo único objetivo es hacer cumplir las leyes aprobadas por ese estado.

SEGUNDO.- Que esas leyes atienden a los propios intereses de quienes las proclaman, todas ellos encubiertos en un sistema político absolutista que disfrazan de democrático.

TERCERO.- que mediante el bombardeo informativo constante de que este juez, o la justicia en sí, realizan un trabajo limpio constante, la realidad camina en sentido opuesto, esto es: Que la supuesta justicia es aplicada con condiciones según a quién y como. Que los verdaderos artífices de crisis, delincuencias varias y miedos de todo tipo, surgen de ese ente llamado estado y de su incompetencia. Que las víctimas de ello engrosan las estadísticas carcelarias, y que en realidad, todos los poderosos, banqueros, políticos, jueces, aristócratas, militares y curas se protegen entre ellos.

Por todo ello creo que nadie que trabaje bajo estas premisas, nadie que haya sido aleccionado en tan oscuras enseñanzas, pueda siquiera saber de cerca que significa justicia. Mas bien creo firmememte, que todo el revuelo que se está formando con su juicio, y el anterior que se formó de su decisión de investigar el franquismo (recordemos que existen multitud de personas que pertenecieron a ese régimen, y que hoy día están perfectamente integrados en la vida política, económica y social de este país) forman parte de un entretenimiento populista que explora nuevos caminos en una supuesta cercanía al pueblo llano, y que este engañado por una cortina de humo, cae embelesado por la figura de un juez, que en un insulto a la inteligencia arrima su barca a la orilla de los desheredados, lanza su carnaza y después amparado por sus mentiras partirá habiendo implantado las semillas de la confusión, que crecerán empujadas por los vientos de los de su clase,su casta, con el único fin de buscar nuestra rendición.

Yorick

Jean Genet y Jean-Paul Sartre

Jean Genet murió en 1986. Apenas yo comenzaba a desperezarme en la vida
Más de veinte años después conocí su obra. Supe de un maestro que se hizo discípulo.
Supe de la palabra herida que brota del infierno humano
en ese cementerio de despojos anegado de barro
reconocí voces invocadas en el exilio del conocimiento.

Me estremecí perdido en el terror de una existencia que mirada de cerca no sabe de cotinianidades.
Bañado en el lodo del desarraigo descubro en la obra de Genet lo que pudiera significar abismo.
Aprendo del monstruoso ensayo de Sartre de los caminos dispares de los seres y las nadas.
Pienso durante la modestia terrorífica de mis insomnios que hay elegidos o malditos a los que la vida les llega a bocajarro. Y otros que huyen de la existencia misma perdiendo sus voluntades en cuadrículas cartesianas mientras sus almas permanecen extraviadas en los enormes desiertos de un infinito desconocimiento.



el reverendo Yorick.

nos dicen

Nos dicen: esto solo lo arreglamos entre todos... Ahora, con las naves ardiendo y a punto de irse a pique, una vez más pretenden hacernos partícipes de la crisis creada por ellos, buscando el apoyo de rostros televisivos, peridísticos, o lo que sea con tal de que nos suene su careto, montan un complot, una web, donde nos contarán historias de como uniéndonos en la forma de pensar estaremos más cerca de salir de la crisis. Esto solo lo arreglamos entre todos...nos dicen. Sí, les digo, si que lo arreglamos entre todos, pero...¿que arreglamos? Volver a los años pletóricos del capitalismo, donde el beneficio queda para los grandes empresarios, banqueros, promotores y políticos, es eso lo que se pretende, acaso eramos todos partícipes de los beneficios generados con el trabajo común. Acaso no existían hospitales masificados, parados, escuelas insuficientes o sin medios, ancianos abandonados a su suerte, enfermos sin ayuda, exclusión, pobreza. Es a eso a lo que quieren volver, salgan a la calle, si acaso no conocen la realidad, visiten el extrarradio de sus ciudades, suban a sus autobuses o metros, y luego reflexionen cual es el futuro en el que quieren pasar el resto de su vida. Aceptar unas migajas para ir tirando es una opción, pero cuando las cosas se ponen tensas ya no te dejan tirar.
La otra opción es no creerles, retirarles la confianza, dejar de pensar que un estado vela por nosotros. Los principios serían duros, pero quien necesita a los políticos, quien necesita sus ejercitos ni su policía, quien necesita su justicia, quien necesita los grilletes sociales con los que somos esposados de por vida, donde alcanzamos el estatus de liberto cuando ya no podemos serles útiles, ni a ellos, ni a nosotros mismos. Ellos cubren sus mentiras con otras nuevas, siempre sembrando un futuro que nunca llega, improvisan constantemente sabiendo que mientras su poder domesticador perdure nada tienen que temer, pero... Y si todo eso cambiara, si llegada la farsa de sus elecciones conscientemente la población dejara de creer en ellos, conscientemente dejáramos de acudir a las urnas que tan vacío bagaje nos dejan, ya sabemos todo lo que tienen que ofrecer, si no son unos, son los otros, ya sabemos de sus promesas, de sus caras y sus gestos trascendentales. Pero ellos no saben que juegan a burlar el poder de todos, que un simple gesto pueda generar una tormenta que arrastre al resto del mundo detrás, que soñar no queda tan lejos, y que los sueños también son posibles.

para ampliar información: El ensayo sobre la lucidez de José Saramago


Yorick.

planeta campo

Orgullosos y felices habitamos un planeta de plástico, artificial y materialista. Aceptamos como consumidores cualquier pienso que se nos ofrezca, rebozados en sabores artificiales, colores desvaídos y uniformidad en las formas. Comemos pitracos de carne liberados de pieles, grasas, tendones y huesos. Cuadraditos perfectos colocados como un puzzle que cuesta creer proceda de un ser vivo. Retiran de nuestra vista sangre, vísceras, ojos, patas y pezuñas. Lo mismo ocurre con los vegetales, uniformados por tamaño, peso y color, o troceados, en la máxima expresión del desvirtuamiento de la realidad. No es de extrañar que haya niños que no hartan visto nunca una vaca, o una cabra. Que no sepan del olor de una cuadra, ni el del trigo recién segado.
Habitamos ciudades masificadas que se colocan deliberadamente de espaldas al campo, a la montaña, al mar, o al desierto. Huimos de nuestro propio planeta, incluso diríase que tememos pisarlo, pues alfombramos el suelo virgen con cemento y hormigón. Sin embargo, llegado ese periodo de tiempo llamado vacacional, donde creemos ser dueños de nuestro tiempo, abandonamos la ciudad en busca del “medio natural” un medio, que si aparece entrecomillado es para hacer notar que para que sea de nuestro agrado ha debido ser modificado y adaptado previamente. Así disfrutaremos de un paseo por un barranco, desde una cómoda pasarela que nos permita atravesarlo con las manos en los bolsillos. También podremos visitar cualquier gruta, a la que se habrá colocado iluminación, barandillas y escaleras que pisaremos temerosos de resbalar con nuestras botas de aventurero, acorde con el resto de la indumentaria comprada para la ocasión.
Manifestamos sin vergüenza nuestra superioridad ante las personas que decidieron vivir vinculadas a la tierra, demostrando no ser más que imbéciles rodeados de discursos y títulos que dejan de tener sentido ante los hechos que caen por su propio peso y que con su manifestación natural nos dejan desvalidos y desnudos.
En la colonización realizada sobre países paradisíacos ocurre lo mismo. Complejos hoteleros se instalan por todas partes, rodeados de muros, vallas y zonas acordonadas que impidan al turista no ya ver la realidad del país al que somete con su presencia, esta la conoce de sobra, sino evitar que ningún pedigüeño molesto le incomode en sus vacaciones exóticas pagadas al más alto precio, o también de saldo, pues para el capitalismo todos somos útiles, seamos ricos o pobres.
No se que es peor, si asistir a una escena de caza de los últimos pueblos caza-recolectores, con sus arcos rudimentarios y ofrecerles nuestro rifle, comprado o alquilado saltándonos miles de años de evolución, entendiendo nuestro modelo evolutivo basado en el progreso industrial como único. O por el contrario conservar estos pueblos como una rareza del mundo, fotografiarlos y hacer documentales para televisión mientras los confinamos en territorios perfectamente demarcados y aislados de otros grupos, condenándolos así a una lenta y degenerada extinción.

Este es el triste balance de nuestro paso por el planeta, complices todos de su agonía que implica la nuestra propia. Víctimas todos de un ego que siempre persiguió la esencia de unos dioses creados por nuestro enfermo imaginario que inventó fatalmente un espejo donde mirarse.



Yorick.

La movida que no movio nada

¡¡Rockeros, el que no esté colocado que se coloque…y al loro!!

-Frase pronunciada por Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid, durante las fiestas de la comunidad en el año 1984-


Es una frase inquietante, sobre todo, pronunciada por quién la pronunció. Depositar la confianza en un político, nunca dio buenos resultados, y en este caso tampoco iba a ser menos. El alcalde, escondido tras una táctica de acercamiento a la juventud, basada en su popularidad y plante ante el franquismo cuando enseñaba en la universidad de Madrid, se permitió lanzar una consigna demoledora que actuara como cortina de humo en los años posteriores al régimen franquista. Muchos, contagiados por la euforia de una sirena disfrazada de libertad creyeron haber llegado al final de un camino y lo que de verdad encontraron fue la trampa de una araña.
Doblegadas por 40 años de silencio y represión en las calles, estas se llenaron de gente que celebraban… ¿Qué celebraban que? Los estertores de un sistema político agonizante que supo mudar de piel amparados en unas consignas de cambio. Una zanahoria-trampa colocada ante el hocico de un burro que se deslizó veloz por la rampa de un tobogán, en cuyo recorrido fue muriendo su dignidad.
La transición española puede quedar en los anales de la historia como el mejor truco que los ilusionistas del poder desplegaran nunca en ninguna parte. Años empachados de una libertad prostituida que enfrentaba a padres con hijos, víctimas todos de un conflicto generacional aguzado por las instituciones. Años de estrategias comunicativas donde el futuro ya se vendía de saldo, donde misteriosamente la droga fluía sin dificultades, y el fantasma del sida se llevaba de la mano a los hijos del silencio, aquellos que estaban llamados a iniciar la última revolución, mientras tímidamente los que fueron enemigos se daban la mano en televisión, y entre todos hipotecaban el futuro de los ciudadanos.
La farsa política montada durante aquellos tiempos, pasados 200 años generará sin duda un mar de información soterrada, donde hasta el más insignificante símbolo adopte cuerpo de gigante, donde todos los males que generamos con aquel abandono se nombrarán sin miedos vestidos de coyunturas, donde cada uno confiese quién fue designado para dar el primer disparo en caso de haber fallado los cimientos de tan tremenda mentira. Hoy día, eso no es posible, a treinta años de aquel embuste solo tendríamos que rascar un poco en su superficie, lo suficiente para que los nombres de los herederos de quienes lo idearon aparezcan sin pudor, para que la perpetuación del árbol genealógico de la infamia se haga visible, para que la casta de los monarcas y gobernantes enseñen sus raíces enquistadas en la historia, donde nos siguen mostrando quien mandaba antes, y quien manda ahora, y quien claudicó entonces, y quien claudica ahora, sembrando los caminos con las tumbas de todos los nombres que tiene la vergüenza.
Idealizar entonces a todos los personajes que según su versión de los hechos se nos presenta como héroes de un periodo histórico plagado de manipulaciones y mentiras supone resbalar peligrosamente en la búsqueda de nuestro pasado, y aceptar que la historia tenga una sola forma de ser contada, como se preocupan diariamente de recordarnos. Personalmente no creo, que aquellas personas presentadas heroicamente fueran inocentes del complot del estado, dado su bagaje intelectual, que debiera haberlos librado del engaño, por el contrario eligieron participar de una ilusión que nos adocenara y nos condenara a una forma lineal de entender el mundo y la política, cerrando de golpe los postigos de las ventanas que podrían haber conducido a la libertad, la igualdad, y el entendimiento entre los pueblos del mundo.


Rafa Becerra

extraido del número 72 de la revista portavoz del Ateneo libertario Al Margen

Salvem el cabanyal

La policía local de Valencia padece un grave problema con las matemáticas. Habituados a escribir los números fijos de los importes de las multas, cuando se trata de enfrentarse a un problema matemático se hace presente su ignorancia sobre el tema. El domingo pasado se celebró en Valencia una manifestación, manifestación cuyo objetivo era protestar ante la insistencia del ayuntamiento de llevar a cabo un plan urbanístico nefasto en el barrio del cabanyal, un plan donde los intereses de los vecinos del barrio y del resto de ciudadanos quedan absolutamente pisoteados, pues lo que se pretende es partir el barrio en dos mediante una avenida, derribando para ello edificios y casas de belleza singular, aparte de aniquilar de paso el tejido social del barrio. La manifestación estuvo organizada por la plataforma: "Salvem el cabanyal" y fue un éxito de afluencia, una plataforma por cierto que merece todos los respetos tras diez años de lucha, movilizaciones y organización de todo tipo de actos con el objetivo de enseñar el barrio y hacerse oír, todo un ejemplo de movimiento vecinal. Diez años después empiezan a recoger sus frutos.
Como decía la manifestación fue un éxito, miles de personas, cientos de organizaciones se acercaron hasta los poblados marítimos para dar su apoyo. 30.000 personas concretamente, según la órganización. Son muchos. Y aquí es donde viene la afirmación del principio sobre los municipales y sus problemas e ignorancia ante las matemáticas, pues según sus cálculos la afluencia de personas no pasó de 3.000 ¿...?
Vamos poco más o menos que una reunión de amiguetes.
Entiendo que un cálculo exacto del número de asistentes es casi imposible, unos llegan antes, otros después, etc. pero hacer desaparecer de golpe a 27.000 personas creo que es preocupante. Simplemente mirando algunas de las fotografías aparecidas en prensa y haciendo un pequeño cálculo superficial se observa que el número dado por la policía queda bastante lejos de la realidad.
Entonces solo queda interpretar este despropósito desde dos puntos de vista: El primero es el que comento aquí, una falta de base para resolver problemas numéricos, y el segundo y creo que bromas aparte es el que sospechosamente se acerca más a la realidad, no es más que una simple operación de encubrimiento de la verdad. O sea, una manipulación en toda regla, más o menos a lo que nos tiene acostumbrado el gobierno valenciano, apoyado por su televisión, sus radios y sus periódicos.
Así tratan de borrar todos los actos que le son incómodos, véase sino la falta de información frente al caso Gürtel de la televisión valenciana.
Eso sí, las declaraciones de un portavoz del ayuntamiento no se han hecho esperar, fiel al estilo déspota y caciquil al que está acostumbrados no duda el señor en poner en entredicho el trabajo de la plataforma vecinal, su financiación, a la que califica de sospechosa, y lo que es peor, su ideología, ya que califica sin pudor que sus miembros y los de los otros colectivos presentes el domingo en el cabanyal, "tienen una dudosa vocación democrática" Creo que el hecho de pensar de muchos colectivos abarque campos más abiertos que los que ofrece la tan cacareada democracia que nos rige no significa, como este señor insinúa, que estén fuera de la legalidad, ni que sean terroristas. -Hartos deben de quedar muchos a la hora de descalificar-
Lo que me recuerda un poco todo esto y después de observar la respuesta municipal, y su inocente intención del ayuntamiento de manipular la cifra de asistencia a la manifestación, son los hechos narrados por Gabriel García Márquez en su libro: "Cien años de soledad" Donde consiguen borrar de la memoria colectiva el fusilamiento sumarísimo de 3.000 personas, aunque con una notable diferencia, en el libro de GArcía Márquez hay un solo testigo, torturado por una verdad que se le escapa y lo persigue, mientras el domingo pasado, en las hermosas calles del Cabanyal cada una de las 27.000 personas que las instituciones se empeñan en hacer desaparecer se convirtieron en un "José Arcadio Segundo Buendía" por mucho que le pese a la municipalidad.

Rafa Becerra

escuela de normopatía

Otro amanecer frío que desemboca en otro día plagado de horas. Horas que hay que rellenar de forma desagradable, horas que a medida que van pasando pesan, convirtiendo el fin del día en una carga aplastante de horas vividas sin vivir. Mientras, en tu casa se nota la ausencia: los platos rebosan la pila de fregar, ropa sin recoger se amontona por los rincones, afuera la hierba crece salvaje saliendo de los parterres. Los hijos, si los tuviste, ignoran tu ausencia y te saludan distantes aprovechando su etapa antes de convertirse en alguien como tú, sin piedad te menosprecian pues de alguna forma intuyen que esa ignorancia es ley de vida, y que tarde o temprano imitaran tus torpes movimientos de claudicación y permanencia. En tu interior percibes un fluir esclavo de la vida, un huir de tu existencia plagada de una cotidianidad del fracaso, que intentas disfrazar dotándolo de interés, cuando conscientemente percibes que la vida huye abandonada por ti mismo. ¿Qué te gustaría hacer en realidad? ¿Cuál es ese sueño que no te deja dormir? Ese sueño que emparedas con sucedáneos de felicidad ya caducados. Ese inconfesable futuro que nunca pudiste o nunca quisiste construir, Como todos, aprendiste bien las excusas que te eximen de cumplir tus sueños, caminas fundiendo etapas que te llevan a hacer lo que de verdad se espera de ti, convirtiéndote en una copia de algo o alguien que ya fue antes que tú. Aletargado en tu miedo sigues mirando desde el pupitre de atrás, rezando por lo bajo para que tu nombre no sea pronunciado, para que las miradas de alivio de tus compañeros no caigan sobre ti, compadecido por la misma cobardía que se encarga de hacer de ti lo que eres. ¿Cuántas veces te has enfrentado a una negación? Tu cuenta está perdida desde hace mucho, pero: ¿Cuántas veces has sido tú el artífice de esa negación? Fuera, claro está, del pequeño reino miserable al que llamas familia, fuera claro está de articular esa negación alrededor de alguien más débil que tú. La pregunta es, claro está, ¿Cuántas veces has negado las órdenes que te son dadas? Ordenes que si las rebates es porque sabes que te son perjudiciales, que el hecho de obedecerlas se opone a todos los puntos nerviosos de tu vida y tu cuerpo. ¿Cuántas veces has asumido el riesgo terrible de que una negación te arrastre al vacío. Un vacío donde pendularás por ti mismo en la más absoluta de las soledades. Sabes bien el precio, conoces de sobra lo que ocurriría si incurrieses en esa negación, en ese acto de desobediencia, en esa manifestación de autonomía que insinúa tenuemente algo parecido a la libertad, ahí se encuentran aletargados todos tus miedos, todo el pavor a ser rechazado y excluido por los que como tú viven sumisos de un dios llamado cobardía. Ni siquiera se te puede comparar con un esclavo, pues este sabe que lo es, y en su conocimiento de si mismo sabe quién lo esclaviza, y mantendrá una desafección permanente hacia él, un odio que le da fuerzas para algún día cobrar su libertad, y de paso su justa venganza. ¿Crees que ese sentimiento del esclavo te podría pasar por la cabeza alguna vez? No. Tú te temes a ti mismo, tu incapacidad y tu rechazo a pensar y a asumir los riesgos de tu propia vida te convierte en marioneta que del uso ira perdiendo trozos de trapo, hasta que llegue el día en que sea abandonada en un rincón o en el cubo de la basura. Así todos los días de tu vida, deseando en silencio que te toque la lotería, la quiniela, un golpe de suerte que te haga pasar la barrera al otro lado, que te convierta de golpe en quien siempre viste dar ordenes a tipos como tú. De repente tú podrías ser como ellos y entonces dotarías de sentido a tu vida. Ya no te darían más órdenes, ya no serías un ser invisible para ellos, porque con tu golpe de suerte te mostrarías en sus torres de cristal con los bolsillos llenos de dinero, les diría:- No veis, ahora soy como vosotros, tratadme con respeto, tengo dinero, enseñadme como usarlo, enseñadme vuestro poder, enseñadme a que me tengan miedo.
Esa es la triste solución que se te ocurre, ese es el sueño que te hace padecer, esa es tu ambición: ser uno de ellos. La zanahoria ante tu hocico que te impide mirar a tu alrededor, rodeado de millones de miserables como tú, que miran su propia zanahoria oteando el muro que os separa del otro lado, esperando ser los elegidos para salir, para dar esperanza a los demás de que algún día pueden ser ellos los que salgan, creyendo que al otro lado seréis recibidos con los brazos abiertos, que de repente, seréis aceptados, y vuestras miserias serán oídas y compadecidas por los otros, creyendo que de repente entrareis a formar parte de esa élite que domina el mundo, que os domina y os anula en pro de su propio beneficio.
¿En que nos hemos convertido? Negamos la evidencia hasta tal punto que ni a nuestros propios mayores dotamos de crédito, ignoramos su vejez paupérrima y miserable que denuncia ante nosotros nuestro fin, les vemos consumir su existencia con el deseo puesto en un jubilación que nunca llega, y que cuando lo hace nos enseña cruelmente las cicatrices de una vida consumida de la que se nos relega. Una vejez que nos condena a la incapacidad de nuestro propio desgaste, una vejez de una vida dedicada a aprender lo horarios de nuestra propia ignominia, tan enquistados en nuestro cerebro que parecería inconcebible vivir un minuto sin un reloj. Llegados a ese punto sin retorno –pues cual no lo es- Ya no hay verdades que descubrir, la costumbre de la mentira diaria habrá minado tanto y tan profundo que no hallaremos ni un atisbo de duda en los pocos años que quedarán por venir. De alguna forma y sin saberlo nos habremos convertidos en discípulos del discurso y las formas que nos esclavizó a nosotros, haciéndonos partícipes y cómplices del fin ideado e idealizado para nosotros, unos viejos felices que bailan en un salón gélido rodeados de otros viejos como ellos que dicen disfrutar de su vida una vez jubilados y que dramatizan sin saberlo el colofón de una vida dirigida y manipulada, mostrándose como el final feliz de un cuento mentiroso que nos doblega y nos somete desde el principio hasta el final.

el reverendo Yorick.

el sobrecillo de azucar

Una frase nos puede cambiar el día, o la vida. Así de claro debieron verlo aquellos que tuvieron una idea semejante. Encomendados a la siempre difícil tarea de educarnos, una serie de personas idearon un método sencillo, barato, y que prácticamente llegaría a todo el mundo. me refiero a los sobrecillos de azúcar que se reparten en cualquier bar. Una frase, debieron pensar, que puesta al azar en manos del ciudadano le aportara una luz de conocimiento y reflexión acompañado de un café. Así la frase del sobrecillo de azúcar y los periódicos gratuitos se convierten a diario en fuente de conocimiento e información para los ciudadanos, que no dudan en exponer su preparación informativa y su bagaje intelectual a la menor ocasión. Aunque como es de suponer en todas estas cuestiones siempre hay algún "pero"...o varios.
Las frases escogidas para rellenar tan menguados espacios suelen acaparar diversos campos de conocimiento, empezando por el refranero, que tiene cabida de punta a punta y siguiendo con la enciclopedia de frases célebres al completo. Lo peor viene cuando las fuentes se agotan, y alguien se dedica a inventarselas, o en el peor de los casos a sacarlas de contexto y desvirtuarlas completamente de la idea con que fueron escritas. Lo que les vale, es hacer constar el nombre de algún escritor, político, actor, deportista o lo que sea, la condición indispensable es que sea famoso y le suene a alguien.
Esta mañana, el azar puso en mi platillo de café un sobrecillo particular, pues la frase que venía impresa sin auditoría conocida parecía haber sido escrita por cualquiera de esas personas que muestran durante toda su vida una mediocridad aplastante de comportamiento y pensamiento. Frase muy ladina por cierto, y no exenta de sabiduría, o sea que quien la escribió tenía claro su devenir por la vida, sabiendo en cada momento cual era la línea a seguir para no ser salpicado ni de lejos por los problemas de los demás, o por cualquier asunto relativo al mundo, decía así (cito de memoria pues perdí el preciado sobrecillo)

El verdadero sabio es aquel que sabe sobre que asuntos debe permanecer ignorante

Ya se debió quedar a gusto el colega...
Por mi parte, ignorando a este energúmeno recuerdo con cariño un sobrecillo de azúcar que me pusieron en Oporto en una ocasión, en él se decía que recordáramos que en el proceso de fabricación de ese azúcar y su embalaje habían intervenido unas 200 personas. Un homenaje sencillo y hermoso a unas personas que dedican su tiempo ha hacer la vida de los demás un poco más dulce.

Saude.