intereses.

Aquellos fueron malos tiempos para la lírica. Pero hoy también lo son, aunque… ¿Cuando tuvo la lírica buenos tiempos? Hoy menos que nunca, tiempos en los que se crea con el fin de ganar dinero, donde cada consejo dado exige su diezmo miserable, donde se ejercen profesiones alumbradas por las cifras brutas de una nómina. El progreso se interpreta de forma curiosa. Hoy día, infinidad de escuelas de diseño pueblan las ciudades, tanto públicas como privadas han tardado pocos años en introducirse en la oferta de las diplomaturas universitarias (autentico nido de ecucación desestructurada que solo ofrece puntos de vista parciales) El errar diario me llevó a pasar un rato en una de estas escuelas. En ese corto rato pude apreciar de cerca los objetivos de estos centros, la fauna humana que los puebla y los endiosados profesores que la coronan, así como sus métodos y formas de enseñar: el juicio de un cretino que esfuerza a sus alumnos a buscar un eslogan para una imagen, el inquisidor que apaga la poca y tímida poesía que asoma en la frase de un alumno en busca de la simpleza aplastante, sin que haya lugar a ningún debate.
Esta visita ocasional me plantea algunas cuestiones y no sin cierta malicia ¿Pues no es cierto que la presencia de un ordenador ha pasado a ser imprescindible en cualquier vivienda? ¿De la misma forma, no es el número de ordenadores en los colegios una promesa política constante? ¿Acaso las virtudes de internet no se nos recuerdas a diario desde los medios de desinformación oficiales? Y antes de que alguien se plantee adonde quiero llegar, lo explico, resulta que una de las expresiones artísticas, y uno de los canales de comunicación más antiguos que se conocen, sufren de un ostracismo institucional bastante flagrante, me refiero al teatro, se podrían contar con las dos manos las escuelas superiores que hay por estas tierras ibéricas, y las dificultades por las que debe pasar cualquier estudiante que desee aprender y desarrollar los conocimientos y capacidades que el teatro les ofrece, está claro, que cualquier carrera que ellos consideran rentable, bien por el número de alumnos que tendrán matriculados, soñando con un futuro en el mundo del diseño, cuando las posibilidades reales de trabajo, están tan limitadas como cualquier otra, son apoyadas de forma casi ilimitada, mientras que como decía antes cualquier estudio que permita que el pensamiento, la lírica, y el acercamiento entre personas se ve abocado a la pura anécdota. La imagen de jóvenes ensimismados en una pantalla, mientras el mundo gira imperceptiblemente debe ser muy del agrado de quienes planean y ponen en marcha tan particular sistema educativo.

Yorick.

los supervivientes

Comienza el día con imágenes reales, con personas reales. En un cervecería plagada de funcionarios de un edificio cercano, y también de tenderos del mercado central, dos supervivientes de la noche procedentes del cercano barrio chino.
Ante estas personas, todas las conversaciones intrascendentes del lugar dejan de tener importancia, toda la gente deja de tenerla. Ellos charlan, se sonrien y apuran sus copas de coñac. Son hermosos en su miseria, en la ignorancia que todos les profesan. Ella tiene un golpe en la cara que no parece importarle, la vida del superviviente talla a cuchillo cicatrices en el rostro. En el instante en que vuelvo mi vista al café humeante desaparecen, absorbidos por otro día de calendario calcado de ayer. Al salir del bar, en una plaza cercana más personas reales, más supervivientes: Aquellos que rebuscan en los contenedores montan cada mañana un mercado clandestino de despojos. Allí acudo en busca de libros, hoy estaba animado. Una liturgia hipnótica se muestra al visitante en la colocación de los objetos encontrados, manos sucias y arrugadas recolocan en los puestos sus tesoros en busca de un atractivo a los ojos de los viandantes. Se acaba la venta pronto, alguien avisa de la llegada de la policia, rapidamente a mi alrededor los puestos desaparecen dentro de improvisados hatos. Todos se dispersan a la carrera. Yo también me voy, la vista de fluorescentes municipales no me apetece.
Así camino hacia el trabajo, empachado con los colores del mercado, y con los rostros de los supervivientes rondando mi pensamiento.


Yorick.

el sencillo arte de pensar

Ayer mientras realizaba una reparación en un domicilio, capté una conversación entre sus inquilinos. El, un hombre de 84 años, contaba a una mujer que tenía diez años, cuando empezó la guerra civil, ella a su vez, le contó que su abuelo había participado en la guerra de Marruecos, en el desastre de Annual. Al terminar mi trabajo no pude evitar entablar un poco de conversación con ellos. Casualmente, estos días estoy leyendo un libro de Arturo Barea: Cuentos misceláneos. El mismo Arturo Barea que denunció las tropelías cometidas en la guerra de Africa, y luego en la guerra civil, en su libro, “la forja de un rebelde”
Anoche me desperté pensando en todo esto, preguntándome como siempre ¿Por qué tenemos esta falta de memoria que nos condena una y otra vez a cometer los mismos errores?
La guerra de África, la semana trágica, hechos ignominiosos y terribles que ocurrieron bajo el yugo de unos gobernantes tan pésimos como ineptos, que condenaron a morir a miles de personas.
Hoy día el nieto de uno de ellos continúa reinando en este país, aclamado por una masa ignorante de seres que lo encumbran a la categoría de héroe, olvidando o simplemente obviando nuestra historia y nuestro pasado, donde se encuentran motivos más que suficientes para prescindir de un sistema político que solo supone un lastre y una descarada esclavitud para nosotros mismos, y una inmunidad vivencial perpetua para ellos y sus formas de vida. La fiebre por el estudio de la historia acaecida en los años setenta fue curada extirpándola de raíz, hoy día los textos históricos que narran con una supuesta objetividad los acontecimientos pasados no dejan de ser un manual del decir sin contar, pasando superficialmente de forma banal y burda por lo que fue una realidad que dejaría en evidencia el hacer político de nuestro día a día.
Las facultades de humanidades y filosofía basan su enseñanza en manuales plagados de datos y análisis superficiales, posicionando el estudio de estas materias como algo muerto y lejano que hay que aprender de carrerillas. Conscientemente estas instituciones olvidan el papel fundamental que tiene un análisis histórico, así como la necesidad de una evolución filosófica que ampare y guíe nuestro errático devenir por el mundo, convirtiendo estas prácticas en guías vivas y útiles en nuestro hacer cotidiano.
Por descontado que esta manipulación del pasado y del pensamiento tiene un fin, que no es otro que sumergirnos en un olvido, donde la única verdad sea la que se nos ofrece a diario en sus medios de comunicación, por eso se hace necesario fomentar un pensamiento crítico que contrarreste tan poderosa máquina del engaño, una rebelión contra la mentira, y en contra de sus verdades que no hacen otra cosa que maquillar y justificar el poder al que tenemos que vernos sometidos.
Todos nosotros tenemos un pasado, todos nosotros tenemos una historia, todos nosotros tenemos ojos y capacidad de analizar lo que vemos. Supone poco esfuerzo compara la realidad con los discursos, con las mentiras, con los aparejos informativos que nos hacen caer en la trampa. No podemos convertirnos en el campo de cultivo donde se siembra miedo que nosotros nos encargaremos de recoger y que nos someterá al pavor de que ocurra algo, cuando con una sola mirada a nuestro alrededor nos convenceremos de que poco hay en la realidad de lo que nos están contando, de que podemos tomar nuestras propias decisiones, con el gusto de saber que de equivocarnos también podemos aprender.

Yorick.