el léxico del mundo

aprendo el significado del olvido
en las lápidas sin nombre de los cementerios
el significado de desarraigo
en la camiseta americana de un inmigrante argelino
el significado del dolor
en los ojos hinchados de una madre palestina
el significado de abandono
en las ventanas pobladas de un geriátrico

el mundo es un diccionario incompleto
un diccionario de calamidades e infamias
especializado en desgracias y mentiras

¿soldados de la paz?

Habló el –JEMAD- hace unos días. El jefe del estado mayor de defensa. Y dijo, que la persona que tuviera bajo su mando al ejército debía dotar a este de los medios para realizar las tareas que tienen encomendadas. Y estar a la altura cuando se trate de representar a éste. Inquietantes palabras las de este individuo, que dan para pensar mucho. Pues los gastos militares están entre los primeros puestos de las partidas presupuestarias del gobierno.
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Se intuye siempre cierto tono amenazador. Un poder que existe, y que permanece soterrado mientras los vientos le sean favorables. El problema es cuando ese poder se despereza, como tuvimos la desgracia de comprobar hace unos años.
¿existirá alguna vez un país que se deshaga de sus ejércitos? Con echar un vistazo al mundo comprobaríamos que allí donde hay un problema, protestas, huelgas y reivindicación que supera a la policía, el ejercito es puesto en la calle. En nombre del orden y la paz. Su orden y su paz.

Tiene muchas lecturas colocar a una mujer en el ministerio de defensa. Puede que muchas ventajas; pero no para nosotros. Su imagen cándida y bella pasando revista a tres compañías cala hondo. ¿Pero a quien quieren engañar? ¿Acaso dirigir un ministerio de defensa cuyo cometido es extorsionar en silencio, colonizar en silencio disfrazados de humanitarios, repletos de armas y munición la coloca a ella en mejor posición que sus antecesores?
-CUANDO ELLAS QUIEREN SER ELLOS ES TERRIBLE- (bobo de koria) Siempre es lo mismo. La competición consiste en estar entre los países más ricos del mundo, y llevarse bien con los que están por encima en la lista, mientras arrojamos migajas a los de abajo. Imitando el gesto de quién nos las arroja a nosotros desde arriba. Cualquiera que entre en ese juego está manchado de mierda, por muy inocente, cándido o frágil que quiera parecer.
La foto de marras me recuerda otra cosa. Sufrí la mili rindiendo honores bajo una boina Burdeos. La primera vez que me crucé con un general temblaba de miedo. Era el JEME, el homónimo del tipo del principio. Nos cruzamos en un patio adoquinado y solitario. Llevaba una banda fucsia atravesándole el cuerpo, y diríase que el peso de la chatarra que le colgaba del pecho lo encorvaba hacia delante. Puede que queriendo imitar a aquel otro general, que volviendo de su exilio portugués para tomar el mando del alzamiento faccioso, se quedó en el camino estrellado en su avioneta, algunos dicen que por el peso de las maletas de parafernalia castrense que traía (Haro Tecglen)
Sigo pensando, volviendo a la calle, que no se puede confiar en nadie que porta un arma, un arma cuya sola presencia marca la diferencia entre el poderoso y el débil y nadie, lleva un arma para defenderte a ti o a mí, sino a ellos mismos y a aquellos que las ponen en sus manos.

la creación

Recuerdo bien el sonido del hilo de seda enhebrado en la aguja, al atravesar el lienzo negro tensado en el bastidor. Una y otra vez, llenando de magia y colorido la tela hasta entonces de un negro enlutado o antracita.
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En la pequeña cocina de nuestro pequeño piso, mi madre, colocaba el gran bastidor, buscando la luz de la ventana, pero a espaldas de la flama de la sobremesa andaluza. Lo apoyaba sobre la lavadora en uno de sus extremos, mientras que en el otro una silla hacía de caballete. Después de comer y de recoger la cocina, mi madre bordaba mantones de Manila, mientras yo hacía los deberes, en una pequeña mesa a su lado.
Flores imaginadas, y pájaros no menos ficticios se colgaban en ramas laberínticas en los bellos dibujos. Todas las tardes, un transistor Inter de onda media nos hacía compañía. Las radionovelas, como –Lucecita- llenaban las casas y el imaginario común con historias de desamores, y de predecibles finales.
Mi madre no sabe leer ni escribir, pero conoce bien el lenguaje de los colores. Aprendido el oficio de mi tía Pepa, y mejorado de su propia creatividad, sus obras hermosas, hechas con sus manos de trabajadora irían a parar a lucir en los hombros de las clases altas andaluzas. Pues un mantón de Manila no se hace, ni se merca por los humildes.
Todos los días, a eso de media tarde, yo iba a hacer los mandados. Me acercaba hasta la panadería de Manolita, donde compraba el pan, y a veces una botella de vino para mi padre. Con la vergüenza de los niños decía:
-mi madre dice que se lo apuntes, que el viernes te lo paga- Yo temía que un día me negaran la fianza, pero eso nunca ocurrió, porque todos estábamos igual. Al volver a casa, mi madre, recogido ya el bastidor, se afanaba en la cocina, preparando ya la cena para todos. Estuvo bordando mantones hasta que la vista se le resintió, y no tuvo más remedio que dejarlo y volver a limpiar casas. Así, con el sueldo de mi padre y el de mi madre fuimos tirando, ellos, y los tres hijos.

Pienso muchas veces, que la palabra arte, fue creada por los ricos, para una vez más robar a los pobres. A nosotros nos dejaron una palabra menor: artesanía. Para convertir el producto de sus robos en elitismo, frente al trabajo manual, del que solo tenía que mirar a su alrededor, pues la belleza siempre estuvo ahí, al alcance de todos. No es elitista la creación. Y las pirámides, las catedrales, las gárgolas de Nôtre-Dame, las pinturas rupestres etc. Salieron de nuestra capacidad creativa, la de todos.

En cualquier rincón del mundo puedes encontrar la herramienta más simple bellamente decorada, por gusto de su hacedor. Nada más que por gusto.
Oímos a diario decir: -es que yo no sé dibujar- El miedo al ridículo castra nuestra capacidad creativa, si alguien se ríe de un dibujo, o de cualquier esfuerzo creativo es solo por que es un necio. No hace falta hacer un caballo a la perfección. Lo importante, lo verdaderamente importante, es que cojamos un lápiz, que hagamos un boceto caricaturesco a un niño, que nos riamos con él, porque él, no se reirá de nosotros, se reirá con nosotros.
Mi madre, al igual que otras muchas personas no tuvieron formación, pero eso no les impidió mirar, ni crear, solo con observar a su alrededor, y con las ganas y la intención de no caer en la monotonía de hacer las cosas siempre, de la misma forma.


Yorick

los refranes

Hace algunos años, aprendí un refrán de un compañero de trabajo. Solía decirlo con sorna, y mordazmente con ironía, pues en esto era un maestro. Después de conocernos, nuestra coincidencia laboral se convirtió en amistad, y nuestras circunstancias convirtieron esa amistad en hermandad. Hace tiempo que no sabemos nada el uno del otro, pero eso no importa si no hay olvido.
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El refrán al que hacía referencia al principio dice así: “Dios te libre de la ambición de un paleto” La primera vez que lo oí me impresiono mucho, pues como una sentencia tan escueta puede encerrar tanta verdad. No soy muy amigo de los refranes, sobre todo de los manipulados, que resaltan dudosas virtudes humanas y divinas. Pero en este caso, la certeza con que es denunciada la ignorancia y la ambición, es genialmente acertada.
En alguna ocasión escuché otras versiones, por ejemplo esta: “No hay nada peor que un cateto con la boca llena de pan” Contundente ¿eh?
Y todo esto de los refranes viene a colación de un suceso que ocurrió hace días. Lo escuché de refilón en la televisión de un bar y tengo que decir que no me tomé la molestia de buscar la noticia en ningún periódico, porque con el titular solo ya daría para escribir una tesis: -Un empleado de un banco detiene a un atracador-
Personalmente, tengo que decir que cuando oigo noticias como esta, algo se bloquea en mi cabeza, debido, seguramente a mi incapacidad para entender algunos comportamientos humanos.
Un tío se la juega por defender los intereses de un banco.
Una institución prestamista y explotadora , responsable de la gran mayoría de nuestros males, cuyo único fin es apropiarse de la mayor cantidad de dinero posible, para multiplicarlo por el infinito, sin tener en cuenta a quién se lleva por delante en sus acciones ¿Y que puede suponer a un grupo bancario la perdida de 6000 o 9000 ecus?
Absolutamente nada.
¿Y que creen que buscaba el intrépido cajero?
Pues sencillamente eso, la palmadita en la espalda. Imaginen al sujeto plácidamente dormido por las noches, con la satisfacción y la hartura que debe dar el haber cumplido con su deber de ciudadano.

“La empresa somos todos” Nos martilleaba un luminoso durante todo el día en una fabrica. No. La empresa no somos todos. Y si lo somos seámoslo de verdad, para repartir beneficios que salen de la plusvalía de los obreros, seámoslo para aportar ideas y opiniones. Mientras todo esto no ocurra no engañéis con consignas para gilipollas y paletos satisfechos.
Lástima que en el forcejeo del banco no se escapó una patada a los dientes del cajero, quizás hubiera aprendido algo. Le deseo de corazón que lo echen a la calle cuando se acabe su contrato, que sufra en sus carnes la rebaja de días por año trabajado en su finiquito, y que sufra largas colas, miradas de desprecio e indiferencia y burocrácia en las oficinas de empleo. Quizás así, para otra vez, en otro banco se acuerde de Brassens cuando cantaba aquello de –la mala reputación-


el reverendo Yorick