EL CABALLO AMARILLO



EL CABALLO AMARILLO

BORIS SÁVINKOV. DIARIO DE UN TERRORISTA RUSO

1897, JÁRKOV. Ucrania.
1925, MOSCÚ

             Cuando los bolcheviques lo llevaron a juicio por actividades contrarrevolucionarias,(…) pronunció un discurso en su propia defensa. (Parte del mismo):

“No me asusta morir. Ya conozco la sentencia que me espera, pero no me importa. Yo soy Boris Sávinkov, el que siempre jugó a ambos lados de la  barrera: Boris Sávinkov, revolucionario y amigo de revolucionarios, juzgado ahora por vuestro tribunal revolucionario”.
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                Soy consciente de que las acciones son a menudo más contundentes que las palabras. Si pudiera hacerlo asesinaría a todos los jefes y a todos los gobiernos. No quiero ser un esclavo. No quiero que nadie lo sea.
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                -Dime –le pregunté-, si matamos al gobernador general, ¿serás feliz?
                -¿Si matamos al jefe? –sonrió. Sus dientes fuertes y blancos brillaron como un cuenco de leche fresca-. ¡Estás loco! ¡Claro que seré feliz!
                -¡Pero, Fiodor! ¡Te ahorcarán!
                -¿Y qué más da? –contestó-. Dos minutos, y todo habrá terminado. Todo el mundo estará allí conmigo.
                ¿Dónde?
                Contestó, riéndose:
                -En el lugar donde acaban todos los hijos de perra.
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                Por supuesto, la policía no sabe dónde estamos ni quiénes somos. Pero todo Moscú hierve de rumores. Nos ahorcarán, pero otros vendrán después de nosotros. El gobernador general, pase lo que pase, será asesinado.
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                Quien rija su vida mediante la espada morirá por la espada. Eso es lo que está escrito en el libro de la vida. Y en él se lee lo siguiente: ”El gobernador general debe morir”.
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                Espero a que llegue la noche. Por la noche la ciudad duerme, y la estupidez de la gente guarda silencio.
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                ¿A qué me dedicaría si no fuera terrorista? No lo sé. No puedo responder a esa pregunta. Pero algo he aprendido de las experiencias difíciles: no tengo interés alguno en una existencia pacífica.
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                Algunas veces pienso en Vania en su amor, en sus palabras llenas de fe. Yo no las creo. Para mí no son el pan de cada día, no son ni tan siquiera una piedra de toque. No entiendo cómo se puede creer en el amor, cómo se puede amar a Cristo, como se puede vivir en Cristo. Si no fuera Vania quien habla de esta forma me reiría.
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                -¿Cómo puedes besar a dos personas a la vez?
                Ella elevó sus finas cejas.
                -Pero, querido, ¿por qué no?
                No supe qué decir. Contesté enfadado:
                -¡No quiero que lo beses a él!
                Ella rompió en carcajadas.
                -Él tampoco quiere que te bese a ti.
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                Era de capaz de amar a la gente sin sentirse culpable, era capaz de vivir la vida con alegría. Ahora no amo a nada ni a nadie. No quiero amar, y no puedo amar tampoco. El mundo está maldito para mí. Está vacío: todo es una mentira.


EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

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