RETRAEMOS este artículo por lo que
tiene de actulidad
Por mis faltas y mis actos me condenaron
a 500 años de cárcel. Solo pude cumplir 23, ya que, inoportunamente fallecí.
Ante este hecho, hubo un clamor popular de fastidio, porque veían en mi muerte
una maniobra escapista para librarme de rendir cuentas.
Créanme si les digo que agonicé como un
perro durante mes y medio, y que en ese tiempo hubiera hecho lo imposible para
librarme de ese suplicio. Aun así, no fui creído, y se me escarneció como
prófugo deliberado. Entonces, después de ver la luz al final del túnel, de que
mi vida pasara ante mis ojos en blanco y negro y en poco más de un segundo,
etc, etc. Fui llevado ante la justicia.
La señora, con evidente gesto de
aburrimiento y después de decir indolentemente: !El siguiente! Me miraba de
arriba a abajo. Una especie de consejero le cuchicheaba al oído, mientras
gesticulaba con exagerados aspavientos. De repente, se colocó el tocado
correctamente, agarró la báscula que reposaba en una mesita adyacente, y con
voz afectada me dijo: Así que pretendías eludir tu castigo. Clavo su mirada
fulminante en mi persona, y me vi en la obligación de contestarle, explicándole
que yo no había pretendido nada, que simplemente me había muerto de enfermedad.
!Aquí no se muere nadie sin cumplir su
condena! Dijo visiblemente enfadada. Yo soy la justicia y nadie me burla. De
modo que serás resucitado y devuelto a tu celda.
...Pero señora. Le dije con un balbuceo
tembloroso, esto no será un poco desconcertante. !Basta de charla! Desde hoy
todos los condenados cumplirán integras sus penas, aunque tenga que
resucitarlos diez veces más.
Tímida y temblorosamente levanté la mano
para hacer una pregunta que se me vino a la cabeza. El consejero me hizo un
gesto permisivo y un poco acojonado le dije: Y si un gobierno ofrece un
indulto, o hay un cambio de leyes y me conceden la libertad...o el perdón. La
justicia con gesto airado me miró de soslayo. ¿La Libertad? ¿El Perdón? Eso es
para gente decente no para asesinos inmorales como tú...Pero...pero...
!Pero nada! Me atajó con un chillido.
!De vuelta a tu celda hasta que cumplas tu condena completa!
Y así fue como resucite, y fui llevado
de nuevo a mi celda.
Con el paso de los años, los condenados
se convirtieron en las personas más longevas de la Tierra, superando muchos
incluso a los patriarcas bíblicos. La gente de a pie, que se moría como
siempre, alarmada por el pavor que les producía el fin de sus vidas, comenzaron
a asesinar a cualquiera que se les pusiera por delante. Al principio, la cosa
no pasaba de uno o dos, pero después alguien pensó que a más muertes, más
condenas, y por lo tanto más años de vida. Y empezó una carrera demencial, para
asesinar, violar y robar más que los demás. Las cárceles se desbordaron, y aun
allí dentro continuaban los asesinatos y las consiguientes resurrecciones. Al
cabo de un milenio el planeta era un caos, porque nadie se moría y todo el
mundo era un asesino. La gente había dejado de comer porque sabían que no
morirían, y solo se dedicaban a matarse continuamente unos a otros.
Ante tal desastre, los seres que nos
observaban desde el más allá, decidieron avisar al gran Demiurgo, que dormitaba
en una mullida nube. Este, una vez informado de lo sucedido, y en un arrebato
de “mal despertar” decidió apagar el interruptor que suministraba la vida a aquel
mundo que tantos quebraderos de cabeza le había provocado y donde se había
demostrado que todo el mundo era culpable de sus males. Después de apagar el
planeta, se volvió a tumbar en la nube, y dio orden de que nadie lo molestase
en una eternidad.
El reverendo Yorick
No hay comentarios:
Publicar un comentario