Si cientos han sido los
estudios, libros, y páginas escritas alrededor de la figura de
Cervantes, no menos de ellos redundan en interpretaciones erróneas
o supuestas. Injustas críticas a sus obras, hechas por estudiosos
incapaces de tener un grado mínimo de empatía con el personaje.
Que este hombre no tuvo
una vida fácil, no creo que sea discutible, lo que no llego a
comprender es que nadie se halla dado cuenta de la multitud de
matices, miedos, giros y fracasos que puede tener la vida de un
superviviente.
Es difícil entresacar
muestras de su carácter a través de sus obras, ni siquiera de sus
prólogos en los que sería imposible insertar ni una sola crítica.
Se ha tratado de buscar en los diálogos de sus obras, sus propias
opiniones, ¿Pero quién podría asegurar que estás se basan en si
mismo?
Lo que si que se puede dar
por claro, es la terrible época que le tocó vivir. Sus
circunstancias personales, la terrible censura que limitaba en todos
los sentidos la creatividad. Qué de esta censura, nacen sus mejores
páginas no cabe duda, pero de ahí a criticar su condescendencia con
personajes nobles, o comportamientos basados en costumbres religiosas
o morales, es no haber entendido nada.
Un hombre que sufre la
vida de soldado, con graves prejuicios para su salud, que sueña con
la vuelta a su tierra, y por el camino es apresado y confundido con
noble, por lo que su rescate se triplica, y pasa cinco años
prisionero, viendo truncado su futuro, ha sufrido suficientes
varapalos, como para evitar a toda costa, encontronazos con la
justicia, la inquisición, y la autoridad en general, aunque los
tendría enlodado en malas casualidades.
Casi todos sus intentos
de vivir de la literatura, conllevan algún fracaso, por eso están
sujetos a la moda de la época. Solamente cuando traspasa esa
imposición y estética, se muestra como la fiera literaria que era.
Quizás, cuando escribiera el Quijote, el licenciado Vidriera, y
otras obras en clave ocultista, no pensara en sacarlas a la luz.
Que debió ser una
persona que conociera de cerca la decepción no creo encierre ninguna
vacilación, y bajo esa idea de escribir para sí mismo, logró
plasmar un lenguaje único, que va más allá de las simplistas
interpretaciones posteriores.
Olvidense de creer que
están leyendo a una especie de dios según nos lo han pintado.
Cervantes, era un luchador por sí mismo y los suyos, como hay tantos
en todas las épocas, hoy día podría ser su vecino, en ese barrio
del extrarradio abandonado de la municipalidad, o aquel vagabundo que
dormita en los bancos de los parques. Estaba más cerca de la calle
que de las academias, eso es algo indiscutible, y que parece nos
quieren hacer olvidar. Cuando su fama empezó a extenderse, era más
reconocido y admirado fuera de nuestras fronteras que aquí mismo.
La hipocresía del poder
se manifiesta en todas las épocas, su cinismo alcanza cotas
imposibles, de tal modo que artistas que han fenecido de hambre, hoy
son encumbrados colocados en las más altas esferas institucionales.
Aquellos hombres, que deambulaban por un país saqueado, con la ropa
raída, y la más de las veces alimentados con pan mohoso y cebollas
robadas, sin futuro, y con el único destino de ser soldado o emigrar
al nuevo mundo, son los mismos que hoy no tienen oportunidades, los
que son empujados por el hambre rodeados de mensajes que les dicen
que viven en el mejor país del mejor de los mundos.
Esa es nuestra gente. No
la de ellos.
El reverendo Yorick.
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