LOS GIRASOLES CIEGOS
ALBERTO MÉNDEZ
27 agosto de 1941. Madrid
30 diciembre de 2004.
Madrid
PÁGINA 20
El niño está enfermo. Casi no se
mueve. He matado la vaca y le estoy dando su sangre. Pero apenas logra tragar
algo. He hervido trozos de carne y huesos hasta hacer un caldo espeso y oscuro.
Se lo estoy dando disuelto en agua de nieve. Todo huele, otra vez, a muerte.
Y ahora tenía oportunidad de saber y
hubiera satisfecho su sed de detalles si un llanto gutural, convertido en una
vocal interminable que no existe en el habla castellana pero sí en el idioma de
los animales que lloran, no le hubiera impedido formular ya más preguntas.
El muchacho de las liendres le
confesó que estaba preocupado, porque antes siempre la tenía como el pescuezo
de un ”cantaor” y ahora ni siquiera se le empinaba.
Lorenzo no compartía el espíritu de
Flecha que sus compañeros demostraban. Mantenía, sí, la compostura, pero un día
me acerqué a él sigilosamente y advertí con sorpresa que mantenía el brazo en
alto, movía los labios, pero no cantaba. ¡Le pedíamos amor a su Patria y nos
devolvía su silencio!
Sobre aquel chocolate de arenisca
todos mis coetáneos podríamos escribir un libro de trucos para hacerlo
comestible: beber leche cuando estaba a medio masticar, mojar el pan enagua
para que el polvillo del chocolate se compactara o, lo que era más frecuente,
roerlo poco a poco dejando tiempo para que se segregara más saliva.
EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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