LA TABERNA ERRANTE


LA TABERNA ERRANTE
G. K. CHESTERTON

29 mayo de 1874. Kensington. (Reino Unido)
14 junio de 1936. Beaconsfield. (Reino Unido)


         A Noé dentro del arca se le vació el vientre de pena;
         asose una avestruz, friose una ballena,
y a guisa de entremeses, zampose un palomino.
         Mas antes y después, su néctar requería
y con la copa en alto, así decir solía:
         Por fuera corra el agua, por
dentro corra el vino.

         El cielo se venía abajo hecho raudales:
         Los astros palpitaban en turbios barrizales,
         Quizá ya se apagaban los fuegos infernales.
         El pico más enhiesto rindiose a su sino…   
         Noé, a pesar de todo, sereno y sin temor
         Alzaba a Dios los ojos, rezando con fervor:
         Por fuera corra el agua, por dentro corra el vino.

         Noé pecó y nosotros también hemos pecado,
         por eso el cielo justo castigonos ha dado
         y el monstruo Antialcoholismo se ha desencadenado
         ¡Ay, ese no poder, ni con dinero en mano,
         beber zumo de viña ni zumo de manzano!
         ¿A quién se le ocurrió, tamaño desatino?
         ¡Bah! ¡Que más da! ¡Volvamos la espalda a los pedantes!
         y con la copa en alto, digamos como antes:
         Por fuera corra el agua, por dentro, corra el vino.
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         No sé si Dios creó al hombre para una felicidad terrenal Absolutamente Absoluta, pero lo que sí quiso es que lo pasáramos bien y yo tengo la intención de pasarlo bien. De modo que si no puedo satisfacer mi corazón, por lo menos satisfaré mi sentido del humor.
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         Por otra parte, una nochecita en compañía del burro no le hará ningún daño al caballero. Estoy seguro de que el asno le puede enseñar muchas cosas.
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         Pero ese poeta no era inhumano. Era ignorante como casi todos los hombres con cultura. Lo que choca en ellos es que siempre quieren ser sencillos y jamás despejan una sola complicación. Si les toca escoger entre el bistec y los pepinillos, verás que suprimen el bistec y se quedan con los pepinillos. (…) No sacrifican más que lo que les une a los demás hombres.(…) Pero nadie oyó decir que un filántropo renuncie a la gasolina, a su máquina de escribir o a sus criados. ¡Ni loco! Sólo se priva de las cosas simples y universales.
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         Los que nos gobiernan han acabado por contar con la simple y pura cobardía dela masa inglesa, tal como el perro de rebaño cuenta con la cobardía de los corderos. Y ahora, Mr, Wimpole, escuche bien lo que voy a decir: ¿no comprende que a un pastor le saldrá mucho más económico limitar el número de perros si las ovejas son capaces de dirigirse solas?

EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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