EPIFANÍA




Constato –estúpida palabra sustituible por compruebo- que la estulticia se extiende por doquier. Mis “consúbditos” esperan las próximas elecciones y, con ellas, la llegada del nuevo Mesías, Rajoy, como si del maná se tratase. Están tan convencidos de que será la panacea de todos sus males que, cuando me preguntan qué opino al respecto, indefectiblemente les contesto que ya he pedido mi voto por correo, por si el otro falla. Claro, votaré a Rajoy, les digo, ¿a quién si no?. Sus caras se iluminan como las de los niños en la víspera de Reyes Magos.
¿Quién se atreve a decirle a un niño, con esa ilusión tan sincera y ante esos ojos tan diáfanos y expectantes, que es mentira? Ya tendrá tiempo de saberlo, pero no les quitamos la ilusión.
Otros, muchos, esperan la epifanía de don José María Aznar. Sí, de DON JOSÉ MARÍA, como me decía convencidísimo un lerdo de enciclopedia.
Cuando me separo de ellos/as y, al llegar a mi casa, caigo en el vestíbulo, derrotado, envejecido. Lloro y echo de menos a mis queridas, admiradas, amadas CUCARACHAS. Ellas nunca me han defraudado.
B. K.

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