Dice el periódico que Arabia Saudi desarrollará armas atómicas si Irán lo hace. Lo dice sin pudor a sus aliados americanos, a sabiendas, de que estos, intervendrán mediante sus sutiles métodos coercitivos a su favor.
En el peor de los casos, la tentación que pueda arremeter contra cualquier megalómano de cualquier país ante el poder del armamento atómico, no tiene discusión alguna. En manos de cualquiera de estos, vistan corbata o salacoff, supone una forma de presión constante hacía sus vecinos, y hacía quienes no lo son.
¿No es el miedo un instrumento castrador por si mismo? La tentación de disponer del poder atómico, lleva a cualquiera a arrastrar de la mano a un dios gigantesco con manos de fuego.
El ser humano se delata en estos pequeños detalles. Detalles tan banales como tener la vida de millones de personas en las manos, y tomárselo tan a la ligera como pueda ser la ingesta de un helado en estos días de canícula. La evidencia de nuestra inacabable crueldad se manifiesta constantemente en todos los niveles. Si los dirigentes de cualquier país se dedica a estos menesteres belicosos, o a otros no tan altisonantes, pero del mismo cariz, y de parecida efectividad, por imitación ¿Qué harán sus ciudadanos? Amparados por esa imagen pública e internacional, aplicarán medidas drásticas, en el propio seno de sus familias, en sus comunidades y pueblos, sembrando de odio la cotidianidad más sencilla.
¿Es acaso esa la semilla que ha de florecer? Si de cada diez personas, ocho están de acuerdo con sus gobiernos sin un criterio sensato, que vaya más allá del costumbrismo diario. ¿Qué podemos esperar del futuro de nuestra raza? Las ganas de que cambiáramos siempre estuvieron ahí. Este es tan buen momento como cualquier otro. ¿Porqué no empezar entonces? Los tiempos están avisando, los seres humanos se mueven a la vez en diferentes partes del mundo, siguen sin querer oír, ni ellos, ni el resto de los que se esconden en sus casas.
Pudiera ser que esta vez, el tiempo no esté de su parte.
Yorick.
1 comentario:
Muy interesante reflexión. Estas noticias me retrotraen al -ya echado de menos, ay- FRESCOR DEL CANTÁBRICO. Proceloso mar -impiadoso con algunos- pero como me refrescaba incluso en el gélido invierno.
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