Las putrefactas raíces de una podrida institución: La Iglesia.

A estas alturas, ponerse a hablar de la iglesia, podría parecer una perdida de tiempo, pero aprovechando una nueva visita de su máximo caudillo a nuestras tierras (un hombrecillo vestido de blanco, que arenga a sus fieles, que enardecidos le aclaman inmersos en una catarsis colectiva)
Me gustaría hacer algunas observaciones sobre la realidad de una institución, que aparentemente sin hacer ruido, se introduce como una hiedra salvaje en todos los resquicios de nuestra ya de por sí, podrida sociedad.
Una institución cuyos preceptos dicen se inspiran en el amor, la piedad, y la caridad. Huelga decir que todo esto no son más que palabras vacías, y que su fín, como la de toda institución parecida es el poder.
En la calle muchas personas son de la opinión de que este poder está mermado, de que ya no es lo que era, y de que no son tenidos en cuenta en los entresijos de la manipulación mundial. Nada más lejos de la realidad. Están por todas partes, invadiendo desde el más pequeño barrio, hasta la más grande de las urbes.
En nuestro día a día existen constantes que nos remiten directamente a ellos a través de un balizaje que rodea nuestra cotidianidad. Desde el calendario, pasando por los nombres de los colegios, las calles, los hospitales, los cementerios, los tanatorios, etc. Sus nombres aluden directamente al santoral completo, a la vida del supuesto hijo del supuesto Dios y a toda su familia cercana.
Por otra parte, su presencia lacerante en los medios de desinformación, las proclamas de párrocos, conferencias episcopales, vaticanos, iluminados, etc, son casi diarias. La sumisión que les rinden gobiernos de todo el mundo, ya sean: caducas monarquías, falsas repúblicas o dictaduras bananeras. Las subvenciones que reciben del estado, hasta hace poco directamente, ahora indirectamente. La presencia de su famosa casilla en la declaración de la renta. La introducción de sus tentáculos en universidades, casas de caridad, Ongs. Hospitales, la cotización en bolsa de sus empresas, etc. Todo ello nos habla de un poder económico que sería
imposible de calcular.
En definitiva, están por todas partes, propagada como una peste, y dispuesta siempre a mutar y sobrevivir, como un virus malévolo, que mediante una tremenda farsa controla el devenir de países enteros.
Yo creo que son para tomárselos en serio, para saber a que distancia están de nosotros y en que lugares plantan sus redes para atrapar incautos y reforzar su ya excelso poder.

Solo liberando nuestra mente de sus mentiras se les podría desenmascarar, e incluso acabar con ellos: ¡Abajo el Papa! ¡Abajo sus ceremonias religiosas! ¡Desafección también para la iglesia!


el reverendo Yorick.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es y ha sido nefasta. Miles de años soportando esta lacra que, lo peor, se extenderá más allá de nuestros hijos y nietos (la estupidez no cesa) Lo peor es que tiene un montón de seguidores. De cretinos dispuestos a arrodillarse ante el primer santo de palo que le pongan por delante. Pero, ¿qué decir de los que se arrodillan ante los FURBOLISTAS? Estamos perdidos. Que la vida me sea corta, por favor.

Anónimo dijo...

2011 años, son demasiados años. Otros dioses de más calidad ahora están olvidados.
¿Será efecto de la temible y terrible estupidez del género al que pertenecemos?