Ahí esta, frente a mí, sentado en otro banco, a unos quince metros, habla solo, cabecea y sonríe. Sus recuerdos son felices -pienso- mientras lo miro. Algunos días ya lo veo muy temprano en el bar donde tomo café, en estas tierras de nadie que son los barrios-despojos de las ciudades, en pleno centro, a un minuto de nuestros insignes gobernantes una estirpe fronteriza da sus contados coletazos, mezclados a partes iguales entre yonquis, vagabundos y putas. Un arrabal miserable que se camufla durante el día malvive mercadeando con lo que encuentra en la basura, o con sus propios cuerpos. Sin aspavientos se hacen invisibles a los ojos de los funcionarios que pueblan la zona, que la deshabitan en el fondo. Que desconocen su historia y que ignoran que la mayoría de los fantasmas humanos que pululan por estas maltrechas calles ya nacieron aquí, que son víctimas de un progreso capitalista que deshumaniza estos barrios donde ya no se permite envejecer a las personas. Donde se rehabilita pensando en jóvenes venidos de afuera, que alquilarán o comprarán áticos y loft en pleno centro de la ciudad rodeados de historias y vidas que ignoran y ayudan a enterrar con su ignorancia.
Estas personas supervivientes de otra época, herederos de rentas antiguas los más afortunados, y sin saberlo estorbos de un progreso canibalista, sucumben ante una fuerza que no saben como combatir. Una nueva forma de colonización se extiende sobre ellos empeñada en exiliarlos y hacerlos desaparecer.
Generaciones de nuevas personas ajenas a la agonía que cada hora se vive en las calles campan a sus anchas en sus nuevos reinos perpetuando un páramo humano que nunca antes existió.
el reverendo Yorick.
No hay comentarios:
Publicar un comentario