La policía local de Valencia padece un grave problema con las matemáticas. Habituados a escribir los números fijos de los importes de las multas, cuando se trata de enfrentarse a un problema matemático se hace presente su ignorancia sobre el tema. El domingo pasado se celebró en Valencia una manifestación, manifestación cuyo objetivo era protestar ante la insistencia del ayuntamiento de llevar a cabo un plan urbanístico nefasto en el barrio del cabanyal, un plan donde los intereses de los vecinos del barrio y del resto de ciudadanos quedan absolutamente pisoteados, pues lo que se pretende es partir el barrio en dos mediante una avenida, derribando para ello edificios y casas de belleza singular, aparte de aniquilar de paso el tejido social del barrio. La manifestación estuvo organizada por la plataforma: "Salvem el cabanyal" y fue un éxito de afluencia, una plataforma por cierto que merece todos los respetos tras diez años de lucha, movilizaciones y organización de todo tipo de actos con el objetivo de enseñar el barrio y hacerse oír, todo un ejemplo de movimiento vecinal. Diez años después empiezan a recoger sus frutos.
Como decía la manifestación fue un éxito, miles de personas, cientos de organizaciones se acercaron hasta los poblados marítimos para dar su apoyo. 30.000 personas concretamente, según la órganización. Son muchos. Y aquí es donde viene la afirmación del principio sobre los municipales y sus problemas e ignorancia ante las matemáticas, pues según sus cálculos la afluencia de personas no pasó de 3.000 ¿...?
Vamos poco más o menos que una reunión de amiguetes.
Entiendo que un cálculo exacto del número de asistentes es casi imposible, unos llegan antes, otros después, etc. pero hacer desaparecer de golpe a 27.000 personas creo que es preocupante. Simplemente mirando algunas de las fotografías aparecidas en prensa y haciendo un pequeño cálculo superficial se observa que el número dado por la policía queda bastante lejos de la realidad.
Entonces solo queda interpretar este despropósito desde dos puntos de vista: El primero es el que comento aquí, una falta de base para resolver problemas numéricos, y el segundo y creo que bromas aparte es el que sospechosamente se acerca más a la realidad, no es más que una simple operación de encubrimiento de la verdad. O sea, una manipulación en toda regla, más o menos a lo que nos tiene acostumbrado el gobierno valenciano, apoyado por su televisión, sus radios y sus periódicos.
Así tratan de borrar todos los actos que le son incómodos, véase sino la falta de información frente al caso Gürtel de la televisión valenciana.
Eso sí, las declaraciones de un portavoz del ayuntamiento no se han hecho esperar, fiel al estilo déspota y caciquil al que está acostumbrados no duda el señor en poner en entredicho el trabajo de la plataforma vecinal, su financiación, a la que califica de sospechosa, y lo que es peor, su ideología, ya que califica sin pudor que sus miembros y los de los otros colectivos presentes el domingo en el cabanyal, "tienen una dudosa vocación democrática" Creo que el hecho de pensar de muchos colectivos abarque campos más abiertos que los que ofrece la tan cacareada democracia que nos rige no significa, como este señor insinúa, que estén fuera de la legalidad, ni que sean terroristas. -Hartos deben de quedar muchos a la hora de descalificar-
Lo que me recuerda un poco todo esto y después de observar la respuesta municipal, y su inocente intención del ayuntamiento de manipular la cifra de asistencia a la manifestación, son los hechos narrados por Gabriel García Márquez en su libro: "Cien años de soledad" Donde consiguen borrar de la memoria colectiva el fusilamiento sumarísimo de 3.000 personas, aunque con una notable diferencia, en el libro de GArcía Márquez hay un solo testigo, torturado por una verdad que se le escapa y lo persigue, mientras el domingo pasado, en las hermosas calles del Cabanyal cada una de las 27.000 personas que las instituciones se empeñan en hacer desaparecer se convirtieron en un "José Arcadio Segundo Buendía" por mucho que le pese a la municipalidad.
Rafa Becerra
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