las fuerzas armadas

¿Llevan algún tipo de arma o drogas? Esta fue la estúpida pregunta que nos hizo un agente de la guardia civil después de habernos pedido toda la documentación del coche y personal habida y por haber. Lo que me lleva a pensar que la misión de dicho agente y los otros tres imbéciles consortes que le secundaban no era desde luego velar por la seguridad vial, ni desde luego informarnos de si nuestro vehículo tenía alguna falta, que pudiera suponer un peligro para nosotros o para otros conductores. Su misión sin duda era convertirnos en sospechosos, la palabra que atemoriza al ciudadano pagador de sus impuestos y de conducta intachable, su peor pesadilla. Que en cualquier momento se lo puedan llevar por delante, vaya.

-Somos gente pacífica- le respondí. A lo que él con una sonrisa maliciosa y parapetado tras sus enormes gafas de sol me respondió: la gente pacífica también puede fumarse un porro. Que hijo de puta. Pensé. Pues con esa sonrisa maliciosa no estaba diciéndome otra cosa que si se le ponía en los cojones nos registraría el coche entero, con la certeza de encontrar algún motivo para denunciarnos, o por lo menos jodernos el fin de semana, a lo mejor a costa de la navaja que llevo en la guantera, que para lo único que la he utilizado en mi vida, es para hacerme bocadillos en los viajes, y para sanear un manguito del circuito de refrigeración del coche.

En menos de quince días me han pedido la documentación dos veces, la anterior fue durante la huelga general, donde unos maderos que se aburrían decidieron sacarse el tedio a nuestra costa, y de paso dejar bien claro, que si hubiéramos contestado a su provocación nos hubieran dado de lo lindo.

Mañana es el día de las fuerzas armadas, otro año más un desfile de machos y machas portando sus fusiles, cantando sus canciones patrióticas, y deseando dar la hasta la última gota de su sangre por su país. Qué bonito.
Otro año más soportando el alarde de fuerza de una masa de mongolos que se creen tocados por el dedo divino. Y otra banda de mongolos aclamándolos desde detrás de las vallas, vitoreando a su rey, y a su ejercito, el mismo que los conquista y los mantiene a raya a ellos, y no a ningún enemigo externo, el mismo que no duda en cargar contra su propia gente si reciben la orden, el mismo que sabe que hay un aparato judicial y mediático que los protegerá llegado el caso de disparar, el mismo que reniega de su propia familia si se lo ordenan. Seguimos teniendo la memoria corta en este país.


Solo deseo que algún año de los que me queden por vivir, no tenga que soportar esta pantomima, que la cabra vuelva al monte, que hayan desaparecido los tres ejércitos, y con ellos todos los que proclaman que para mantener la paz son necesarias las armas, cualquier forma de coacción, y sobre todo cualquier pensamiento que los encumbre, y que los convierta en los héroes que nunca fueron.

El reverendo Yorick.

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