LA POLÍTICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


La política de los Medios de Comunicación

El periodismo es un infierno, un abismo de
iniquidades, de mentiras y traiciones, que no
se puede atravesar y del que no se puede salir
puro, a no ser protegido, como Dante, por el
divino laurel de Virgilio
Balzac

La prensa es el mejor instrumento para
instruir a los pueblos, pero mientras esté
en manos de bandidos políticos y ladrones
banqueros, sólo servirá para perturbarlos
E. Zola

Estamos asistiendo en los últimos tiempos a una degradación de la política y de la sociedad en general que resulta preocupante y al mismo tiempo patética. Los que se erigen en nuestros representantes están cayendo tan bajo que resulta incomprensible que todavía no se hayan ido todos a su casa a esconder sus vergüenzas.

Todos sabemos —al menos íntimamente— que desde hace ya mucho tiempo los políticos tienen muy poco margen de maniobra. La poca que le deja el Capital y las multinacionales, sus principales representantes, que son los que realmente rigen los destinos de la humanidad, mediante procedimientos por lo general fraudulentos. El título del libro de Juan Hernández Vigueras, El casino que nos gobierna. Trampas y juegos financieros a lo claro, es ya de por sí bastante significativo.

No parece ocioso traer aquí un contundente fragmento de la obra de Girolamo Vida, sobre los gobiernos, las leyes y otras especies parecidas: «¿Para qué sirven las leyes? Para constituir la servidumbre, que lo sabios califican de peor que la muerte; para obligarnos a vivir bajo el dominio ajeno; para darnos una naturaleza artificial y rebelarnos contra nosotros mismos; para convertirnos, no en mejores, sino en más astutos; para enseñarnos, no la justicia, sino el arte del litigio... ¿Habéis visto acaso alguna vez una sola agrupación de hombres en que se cumpla la justicia y en que se retribuya a cada cual según su mérito? Si el sabio vive con el cuerpo entre la multitud, con el pensamiento huye de la sociedad. Y ¿cómo surgen los estados? Con latrocinios, con usurpaciones, con invasiones; y viven oprimiendo a unas multitud innumerable de operarios y domésticos, no ciudadanos, sino esclavos, a quienes se prohíbe como delito lo que constituye las delicias de sus señores... ¡Feliz la edad en que no había leyes, ni plebiscitos, ni ficciones, ni fraudes, ni impuestos, ni avaricia, ni ambición, ni gloria, ni ricos, ni pobres, ni asedios, ni estragos, ni guerras, ni revoluciones! Libertémonos de esta sociedad corrompida y perversa, y que la justicia descienda sobre la tierra por segunda vez» (Dialogi de rei publicae dignitate, Cremona, 1556).

La degradación de la política ha tenido otra consecuencia más; en este caso mucho más divertida a juzgar por la influencia cada vez creciente de los medios de formación de masas, tanto escritos como audiovisuales. El circo mediático ha alcanzado posiblemente un clímax que será difícil de superar.
Pero lo más significativo es que las grandes empresas de la información de este país han cubierto todo el espectro político, desde la ultraderecha a la ultraizquierda. Para ello han diseñado muy cuidadosamente diversas plataformas para recoger todo el ruido posible en este amplio espectro, lo cual nos indica que lo que realmente les interesa no es la información, sino hacer caja. ¡Y a fe mía que lo consiguen!

El director de cine Peter Watkins puso ya de relieve el método que se empleaba, especialmente en los medios audiovisuales y cinematográficos y al cual llamó la Monoforma: «Para quienes me lean por primera vez: la Monoforma es el dispositivo narrativo interno (montaje, estructura narrativa, etcétera) que utilizan la televisión y el cine comercial para presentar sus mensajes. Se trata del bombardeo de imágenes y sonidos, altamente comprimido y editado a un ritmo acelerado, que compone la estructura, en apariencia fluida pero sumamente fragmentada, que tan bien conocemos todos, (La Crisis de los Medios, 2017, p. 47, el subrayado es del autor).

Y en lo que respecta a los debates, afirmaba: «Los «talleres» y los «debates» suelen organizarse al más puro estilo Monoforma. Son como relucientes paquetes vacíos que pasan a toda velocidad en una cinta transportadora: veinte minutos de extractos de una película, veinte minutos de preguntas y respuestas con el público y... siguiente director: veinte minutos de extractos, etcétera. Lo que quiere decir que, si por una improbable casualidad, llegara a tocarse el tema de la crisis de los medios, la vida de dicho tema sería tan efímera como la del insecto del mismo nombre, (La Crisis de los Medios, 2017, p. 106).

Toda persona medianamente avisada se da cuenta inmediatamente que la discusión política ha abandonado el Parlamento para refugiarse en los platós de televisión. Pero en vano buscaríamos en esos debates televisados la discusión sobre ideas; a lo que asistimos, por regla general, es a un griterío formado por acusaciones, descalificaciones, insultos, etc. Eso mismo sucede en el Parlamento, donde las ideas han huido espantadas ante el guirigay que cotidianamente se produce en el hemiciclo. Pero lo curioso del caso es que aquellos que se insultaban y se descalificaban mutuamente en el interior, en cuanto salen al exterior son tan amigos e incluso se abrazan entre ellos. ¡Cómo nos toman el pelo!

Pero, ¿seguirá votando la gente a estos impresentables?; lo más probable es que sí, pero, por qué. Este es un tema que necesita mucha reflexión, porque resulta muy misterioso. Misterio que comparado con el de la santísima trinidad, deja a éste último en porreta.

Gimeno

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