LA GATA


LA GATA
COLETTE (Seudónimo de GABRIELLE CLAUDINE COLETTE)

28 enero de 1873.SAINT-SAUVEUR-EN-PUISAYE. Francia
3 agosto. PARÍS. Francia


         Cuando no pone cuidado, su aspecto es rechoncho; sí, ligeramente rechoncho.
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         “¡Dios mío, la gata…! ¿Qué hago con la gata…? Había olvidado que me caso…
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         -Eres como el perfume de las rosas –le dijo un día a su mujer-, quitas el apetito. Camille le miró indecisa, con el aire un poco torpe y desgarbado conque acogía las alabanzas ambiguas.
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         La camarera, una vasca carnosa y barbuda, intervino.
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         -Nenita, ¿qué vamos a decirnos? Nada que ya no sepamos. Que tú no quieres mucho a la gata, que le has echado una bronca a la tía Buque porque la gata rompió un florero o un vaso… he visto los pedazos… Te contestaría que quiero a Saha (la gata), que tus celos serían idénticos, casi iguales, si hubiese conservado un cálido afecto por un amigo de la infancia…
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         Saha sólo saltaba al antepecho cuando los pies de Camille se posaban a su lado, y no volvía al suelo del balcón más que para evitar el brazo tendido que la hubiese precipitado desde lo alto de los nueve pisos. (…)
         Huía metódicamente, saltando con cuidado; tenía la mirada fija en la enemiga, sin condescender al furor ni a la súplica.
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         Saha sintió vacilar la firmeza de su enemiga, dudó en el antepecho y Camille, velozmente, alargando los dos brazos, la empujó al vacío. (…)
         Llevaba a Saha, viva, en los brazos. Fue derecho al dormitorio, empujó a un lado los bielots del tocador invisible y depositó suavemente a la gata encima de la plancha de cristal. Saha se mantuvo tiesa y en equilibrio sobre las patas, si bien paseó alrededor la mirada de sus ojos profundamente hundidos, como si estuviera en casa extraña.
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         -Tiene todas las uñas rotas –dijo hablando consigo mismo-. Quiso sujetarse. Se cogió… Arañó la piedra al sujetarse…
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         -Fuiste tú, ¿verdad? Tú la tiraste, ¿no es así? (…)
         La tiraste –repitió soñador-. Me he dado cuenta de que lo has cambiado todo entre nosotros… La tiraste.
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         -Bien, me voy –repitió Alain.
         Bajó los ojos y levantó un poco el cesto, rectificando conuna crueldad deliberada:
         -Nos vamos.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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