EXTRAIDO DEL
ARTÍCULO “EL OTRO TOTALITARISMO”
De
ANTONIO LORCA SIERO – Rebelión 25-09-2019
El
totalitarismo es camaleónico, se ha adaptado a las circunstancias, cambiando su
estrategia de dominación, pero dejando intacto el principio excluyente y opresor
con la finalidad de hacer dóciles a las masas para que sigan su ideología, que
postula el dominio total sobre las personas conducidas por elites eventuales.
(…)
Este es el caso del capitalismo, que ha cegado
todas las salidas que pudieran permitir al individuo visionar otras opciones
vitales y, ya en su recinto, arremeter contra la pluralidad más allá de su
expresión comercial, imponiendo sus condiciones de pensamiento y vida
unidireccionales. Ante esta situación, la postura de las personas, al igual que
en los otros totalitarismo, es de simple resignación, reconociendo su propia
incapacidad para hacerle frente, entregándose al conformismo y a la sumisión.
(…)
Observada
en un plano superficial parecería situada en el extremo opuesto del pensamiento
totalitario, pero en el fondo su control lo abarca prácticamente todo. Se actúa
siguiendo sus dictados que tienen un trasfondo comercial, es, en
definitiva, total. Políticamente no tiene Estado, porque no lo
necesita al disponer del arma del dinero y operar desde el dominio económico
global que carece de fronteras. (…)
La falacia que postula es identificar
consumo con bienestar, y lo hace sin disimulos. Y es aquí donde reside su
fuerza de convicción suave, frente a la que solo cabe la sumisión
generalizada. Lo que no es óbice para que, al amparo de la suavidad, el
conformismo y la tolerancia, se mantenga intacta la opresión de tipo
totalitario, porque se niega a las masas su libertad de pensar y obrar en
sentido eficaz al margen de las reglas que rigen el consumo. (…)
Ese
sentido de totalitarismo suave, muy discreto, porque no se aprecia a primera
vista una fuerza material externa que condicione la toma de decisiones de las
personas, pero sí subliminal, arranca desde la explotación a nivel comercial
del sentimiento de bienestar material innato en la condición humana. Lograr el
ansiado bienestar —aunque al final de la carrera resulte que
es inalcanzable—se ofrece a los creyentes de forma sencilla,
porque todo viene hecho, basta con entregarse a comprar vida, bajo
la forma de los productos facturados por las empresas capitalistas. (…)
No solo
la cultura y la organización política se adaptan a sus intereses, incluso la
ley y la autoridad resultan sometidas en el fondo, aunque respetándose las
formas. Con el capitalismo el totalitarismo se ha perfeccionado.
Hablando
del hombre, es positivamente libre en cuanto nadie le obliga a moverse en los
dominios del mercado capitalista, tampoco a consumir, pero es tal el
sentimiento de culpa por permanecer al margen de lo convencional que hay
sensación de alivio cuando se entra en él. A partir de ese momento solo queda
el hombre-masa. (…)
Si la
tendencia expansionista de la doctrina de los viejos regímenes totalitarios se
desarrollaba en términos bélicos, dada su incapacidad de avanzar como doctrina
más allá de sus fronteras de opresión, el totalitarismo del capitalismo ha
conquistado el mundo de forma relativamente pacífica.(…)
El mérito reside en que lo ha
hecho suavemente, echando mano de la convicción. A salvo, se dice, ha quedado
la libertad individual, aunque solo sea para comprar y seguir comprando, lo que
permitiría entenderle como un totalitarismo paradójico, puesto que
por un lado excluye la divergencia y por otro viene a proponer la libertad,
aunque sea condicional y limitada a moverse en el mercado. Pese a todas sus falsas
virtudes, no hay nadie más total en el plano de la
dominación de las masas que el capitalismo, del que los llamados Estados
democráticos son simples peones en el gran tablero de sus operaciones mundiales.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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