VIDA DE UN
ESCLAVO AMERICANO, CONTADA POR ÉL MISMO
FREDERICK
DOUGLASS (escrito en 1845)
14 febrero
de 1818, Maryland (Estados Unidos)
20 febrero
de 1895, Washingtong (Estados Unidos)
“Hasta el mejor negro
del mundo se estropearía con el
estudio. Has de saber (…) que si enseñas a ese negro (..) a leer, no habría
modo de controlarlo luego. Le incapacitaría completamente para ser un esclavo.”
HUGH AULD (esclavista
norteamericano, principios del siglo XIX)
…personas que eran capaces de alegar el canto de los
esclavos como prueba de que están contentos y felices. No se puede concebir
mayor error. Cuando más cantan los esclavos es cuando se sienten más
desgraciados. Las canciones del esclavo reflejan los pesares de su corazón.
Parecían creer que la grandeza de sus amos era
transferible a ellos. Se consideraba que era bastante malo ser un esclavo,
¡pero ser el esclavo de un pobre hombre se consideraba una verdadera desgracia!
He deseado muchas veces ser un animal. Prefería la
condición del más mísero reptil a la mía. ¡Cualquier cosa, fuese la que fuese,
con tal de librarme de pensar!
Afirmo, sin la menor vacilación, que la religión del Sur
es una simple tapadera para los más horribles crímenes, que justifica la
barbarie más sobrecogedora, que santifica los embustes más odiosos y que es un
cobijo tenebroso bajo el cual hallan la protección más firme los actos más
sombríos, más viles, más brutales y más infernales de los propietarios de
esclavos. (…) Pues de todos lso propietarios que he conocido, los religiosos
son los peores.
El hombre
que blande el látigo cubierto de sangre durante la semana ocupa el púlpito el
domingo y dice ser un ministro del manso y humilde Jesús. (…) El que proclama
que es un deber religioso leer la Biblia me niega el derecho de aprender a leer
el nombre de Dios que me creó.(…)
La campana
del subastador de esclavos y la de ir a la iglesia suenan en armonía, y los
llantos amargos del esclavo abatido los ahogan los religiosos gritos de su
piadoso amo. Las reuniones evangelistas y las subastas del comercio de esclavos
van de la mano. (..) El traficante da su oro manchado de sangre para sostener
el púlpito, a cambio, cubre su negocio infernal con el ropaje del cristianismo.
He aquí la religión y el latrocinio como aliados mutuos, demonios vestidos con
ropajes de ángeles y el infierno ofrecido como si fuese el paraíso.
EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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