UNA LIBRERÍA EN BERLÍN


UNA LIBRERÍA EN BERLÍN
FRAÇOISE FRENKEL 

14 julio de 1889. PIOTKÓW. Polonia
18 julio de 1975. NIZA. Francia



         Mis regalos preferidos eran los libros, que se acumulaban en las estanterías de las paredes de mi habitación de niña.
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         Aquella noche comprendí por qué había podido soportar la agobiante atmósfera de los últimos años en Berlín…
         Porque yo amaba mi librería como una mujer ama, con verdadero amor. (…)
         Y de repente oí una melodía infinitamente delicada… Procedía de las estanterías, de las vitrinas, de todas partes donde los libros vivían su misteriosa vida.
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         … la visita de una madre alemana que lloraba por su hijo, quien acababa de ser felicitado delante de toda la clase y puesto como ejemplo por haberla denunciado por sus opiniones antinazis.
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         De mediocre inteligencia, fracasaba regularmente en todas sus empresas, y eso lo había convertido en un ser envidioso. “Los judíos tienen siempre mucha potra”, decía Thérive. Hasta ese punto se había dejado convencer completamente por las teorías raciales.
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         Los refugiados la llamaban la nazi y la temían. No ignoraba ella su poder sobre aquellos miles de ruinas humanas y por eso su cara mantenía una expresión altiva.

         Bastó con darles a esos muchachos, en realidad personas apacibles, el poder abominable de cazare y acorralar a unos seres humanos indefensos para que cumpliesen esa tarea con una severidad inaudita y brutal de la que se diría que disfrutaban.
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         Descendientes de una larga estirpe en la que nunca dejó de haber gente perseguida, maltratada y despojada durante generaciones, es innegable que los judíos poseen el instinto del peligro. Por eso, a a pesar de la mayor liberalidad de las autoridades italianas, desconfiaban de lo que pudiera venir en el futuro. Así que cada uno aprovechó esa tregua para preparar su huida hacia las regiones de la Creuse, del Isère y sobre todo de Saboya, con el fin de acercarse a la frontera helvética.
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         En mayo, la policía local fue obligada por Vichy a poner en la documentación, tanto de los franceses como de los extranjeros de religión o de origen judíos, la mención “Judío”.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

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