CODICIA
ALBERTO VÁZQUEZ-FIGUEROA
1963, Santa Cruz de Tenerife
Solterón empedernido, vago confeso,
iconoclasta por naturaleza y anárquico por convencimiento, sabía ingeniárselas
para no discutir nunca de política, religión o economía, por lo que su teléfono
sonaba a todas horas demandando consejo o compañía…
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La connivencia entre capitalismo y
dictadura siempre ha sido una realidad indiscutible, pero menos dañina que la
connivencia entre capitalismo y democracia.
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A su modo de ver ni los pechos erguidos
ni los muslos más ardientes compensaban la pérdida de la libertad de la
libertad de hacer lo que le daba la gana en el momento en que le daba la gana…
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Y lo peor que le puede pasar a una obra
de arte es que nadie la admire. ¿De qué sirve el esfuerzo de quien debió de
pasarse largas horas ante un lienzo buscando la precisión en cada pincelada si
el prodigioso fruto de su talento no trasciende?
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Al parecer, cuanto mayor fuera el
prestigio, la educación o la capacidad económica del individuo, más propenso se
mostraba éste a saltarse las normas de tráfico, realizar pequeños hurtos,
mentir en una negociación o hacer trampas con el fin de ganar un premio por
insignificante que fuese.
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A las acusaciones de misógino acostumbraba
responder que según el diccionario existía una gran diferencia entre “misógino”
y “misógamo”, y él nunca había demostrado aversión a las mujeres aunque admitía
una clara aversión al matrimonio.
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Cada vez que me asomo al balcón y
observo el campo de golf, me pregunto cuánta gente tendrá que pasar hambre para
que esa hierba esté siempre impecablemente cortada y cuánta gente tendrá que
pasar sed para que continúe lloviendo hacia arriba.
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… y sin duda el del barco forma parte
de esa mayoría que opina que la humanidad no recuperará la paz hasta que se
fusile a medio millar de banqueros en nombre de las democracias que están
asesinando.
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-Nosotros, y creo que hemos hablado de
ello en un sinfín de ocasiones, tenemos orden de perseguir con saña a quien
intente robarle al fisco noventa euros, pero no a quien le robe nueve mil
millones.
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…
una abominable especie de zorras y bellacos que por fortuna, y a mayor gloria
de la justicia, no tardaron en perder la cabeza bajo la guillotina.
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EL
BOBO DE KORIA (EL RECOPILADOR)
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