CUENTOS, JOHN CHEEVER


CUENTOS
JOHN CHEEVER

23 mayo de 1912. QUINCY . Estados Unidos
18 junio de 1982. OSSINING . Estados Unidos

De ADIOS, HERMANO MÍO
         -Sólo sé una cosa –dijo con voz ronca-. Sólo sé que si hay otra vida después de esta, voy a tener una familia completamente distinta. Mis hijos serán todos fabulosamente ricos, ingeniosos y encantadores.
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         Me miró y luego añadió, como última reflexión-. Tú eres estúpido.
         -Y tú un desgraciado hijo de perra –repliqué-. Nada más que un deprimente hijo de perra.

De UN DÍA CUALQUIERA
         Allí la luz era tan violenta como un golpe, y el aire olía como si muchas maravillosas muchachas acabaran de cruzar el césped.

De LOS HARTLEY
         Por el amor de Dios ¿por qué seguimos empeñados en algo tan horrible? ¿Por qué no acabamos de una vez? ¿No podemos volver a separarnos? Así era mucho mejor. ¿No lo era?

De CANCIÓN DE AMOR NO CORRESPONDIDO
         Un viento del noroeste había alejado del condado la tormenta, dejando en el aire un frío penetrante, y cuando salieron del porche después de la cena para ver la puesta de sol, había un centenar de nubes en el oeste: nubes de oro, nubes de plata, nubes color de hueso y de yesca, y de la pelusa quese acumula debajo de la cama.

De LA OLLA REPLETA DE ORO
         Vivir durante quince años de promesas, esperanzas, préstamos y a crédito en hoteles que no están hechos para seres humanos, sin verse libre de deudas ni un solo día, y sin embargo fingir, creer que cada año, cada invierno, cada empleo, cada reunión va a ser la definitiva. (…)
         Sé que durante el resto de mi vida todos los taxistas, los porteros y los camareros de esta ciudad van a saber al cabo de un minuto que no llevo ni cinco dólares en ese bolso negro de imitación de ante que durante diez años he cepillado y cepillado, llevándolo conmigo a todas partes.

De CLANCY EN LA TORRE DE BABEL
         Era personas cuya existencia giraba en torno a media manzana de casas, que se arrodillaban para rezar: “Dios te salve, María, llena eres de gracia”, y que se turnaban los sábados por la noche en el uso de la bañera que había en la cocina.

De LA NAVIDAD ES TRISTE PARA LOS POBRES
         -Bueno, para mí no es precisamente fiesta, señora Fuller. La navidad es un día triste cuando uno es pobre.

De LA CASTA CLARISA
         -Las piedras del promontorio… Han crecido mucho.
         -Las piedras no crecen –repuso Baxter.
         -Ya lo creo que sí –aseguró ella-. ¿No lo sabías? Las piedras crecen. Hay una piedra en la zona del jardín donde mi suegra tiene los rosales que ha crecido treinta centímetros en los últimos años.

De LA CURA
         Me dije que seguramente rezaba por su marido mientras él vagabundeaba en albornoz por los patios traseros de las casas.

De LOS CHICOS
         Quiero hablarte de mi familia. ¡No hay peor desgracia que la animosidad dentro de la familia! Mi esposa –añadió con repugnancia- es una mujer estúpida. Las horas de satisfacción que me han dado mis hijos se pueden contar con los dedos de una mano…

De LAS AMARGURAS DE LA GUERRA
         ¡Hijo de perra! –Un sentimiento de libertad, como si se encontrara en la proa de un barco, se apoderó de ella-. He vivido en este barrio toda mi vida. Aún me acuerdo de cuando estaba lleno de buenas gentes dedicadas a la agricultura, y había peces en los ríos. MI padre poseía una hectárea y media de excelente tierra de pastos y era un hombre conocido en todas partes, y por el lado de mi madre desciendo de terratenientes de la nobleza holandesa. MI madre era la vivía imagen de ka reina Guillermina…

De¡ADIOS JUVENTUD! ¡ADIOS BELLEZA!
         …y a decir verdad, no creía ya en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo más de lo que cree mi bullterrier.

De SÓLO UNA VEZ MÁS
         Me refiero a los aristócratas de poca monta que viven en la parte alta del East Side, a esos hombres elegantes y encantadores que trabajan para firmas de abogados y a sus pretenciosas mujeres, con sus visones de saldo y sus estolas raídas, sus zapatos de cocodrilo, sus aires de superioridad al hablar con los porteros y las cajeras de los supermercados,  sus joyas de oro de ley y sus últimas gotas de Je Reviens y deChanel.

De EL AUTOBÚS A ST. JAMES
         No le había interesado la pregunta, y si en St. James hubieran admitido negros, él habría sacado del colegio a Katherine.
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         Su ocupación principal era ir de tiendas. Por hacerlo era capaz de levantarse de su lecho de enferma. La atmósfera de los grandes almacenes producía efectos reconstituyentes sobre su salud.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)



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