operarios

-Qué, era fácil ¿No?
Le miro sin contestar, y sigo trabajando, él sale de la habitación y me deja solo. Mejor, pienso para mi, sus palabras retumban en mi cabeza. Termino el trabajo, preparo el parte, cobro y me voy. Otra casa más, todos los días lo mismo, siempre lo mismo.
Trabajo en una pequeña empresa haciendo reparaciones en los domicilios. Tengo la desgracia de realizar este trabajo en un barrio claramente dividido, de una parte, una zona bastante amplia, de lo que podríamos denominar barrio rico, de la otra, una parte más humilde, y en medio, los imbéciles que aspiran a ser de los primeros y se quedaron por el camino. A la hora de tratar con ellos, entre los primeros y los terceros, sería difícil decir con cuales se trabaja peor, cuales de ellos se cree más por encima de ti, si el que ha nacido en cuna de barrotes de oro, o el que sueña con esa cuna, a pesar de tener un origen humilde, del que lógicamente huye como de la peste. Estos últimos suelen ser funcionarios, que se juntan entre ellos, y acumulan unos buenos sueldos a final de mes, se les sube pronto a la cabeza. Van de progres y no son más que unos cortijeros resentidos, que se abonan a todas las excusas para no verse salpicados de la miseria en la que se criaron, y de la que huyen como las peste. A veces algunos de estos, me llevan a trabajar a casa de sus padres, entonces, incómodos y tensos, muestran lo que los avergüenza, pisos vetustos sin ascensor, en lo más pobre del barrio, allí tienen enclaustrados a sus ancianos padres, que atesoran fotos de personas muertas e imágenes de sus pueblos, de los que se fueron sin irse. El burguesito se encona con la madre, recriminándole cualquier cosa, con tal de mostrarse ante mi, como un buen hijo. Un imbécil. Trata de llevarme a su terreno, buscando alguna complicidad en mi. No se la doy.
Unos y otros, ricos y los que quisieran serlo, son muy dados a despreciar tu trabajo, suelen utilizar adjetivos como: operario, limpiadora, etc. Les gusta sentenciar opinando que el que no tiene trabajo es por que no quiere, porque trabajos sin cualificar siempre hay, si no, no tendrían que venir los extranjeros ha hacerlos. ¿Sin cualificar? Sería muy interesante ver a cualquiera de estos, haciendo la cama de una habitación de hotel, perfectamente estirada, y hacer la misma habitación en el tiempo que les exigen a las “limpiadoras”
Sería curioso verlos cambiar la cinta de una persiana, ese trabajo que luego dicen que es fácil. Para ellos siempre es fácil, no tiene importancia, o lo hace cualquiera.
Por supuesto, las actividades a las que ellos se dedican son las más especiales del mundo, y sin los estudios y años de dedicación y de formación, nadie las podría realizar...
Así todos los días, aguantando a esta gentuza. Sólo el encuentro con alguna persona humilde, amable, discreta y agradecida, compensa un poco la balanza, en general, estas suelen estar, en la parte más humilde de los barrios, escondidos, sin hacer ruido,en silencio te observan trabajar, sus ojos corren ávidos tras tus manos y las herramientas, miradas que delatan, al trabajador que fue, ahora jubilado y machacado por la edad. A veces me cuentan sus historias, yo los escucho, pierdo unos minutos con ellos, agradecido de su amabilidad, y dolido y dolorido de que el mundo sea tan imperfecto, y haya cada vez más imbéciles.

el reverendo Yorick.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Afortunadamente ya no tengo que trabajar. Así, ahora no tengo que codearme con esa clase que usted reseña. Aunque a estas alturas mi misantropía me hace, cada vez más abominar de mis llamados semejantes.Dice mi butanero que dónde más propinas le dan es en los barrios pobre. Como el mío.
Me gusta su estilo Reverendo. Saludos