AMBROSE BIERCE

99 FÁBULAS FANTÁSTICAS
AMBROSE BIERCE

1842, OHIO (Estados Unidos)
1914?, México?

EL FUNCIONARIO ESCRUPULOSO

         Mientras el jefe de un ramal de ferrocarril cumplía esperadamente con su trabajo de colocar obstáculos en las vías y manipular las agujas, recibió la noticia de que el Presidente de la compañía estaba a punto de despedirlo por incompetente.
         -¡Dios mío!- exclamó el hombre-; hay más accidentes que en el resto de la línea.
         -El Presidente es muy quisquilloso –dijo el Hombre que había traído la noticia-; piensa que se puede provocar la misma pérdida de vidas sin necesidad de dañar las propiedades de la compañía.
         -¿Qué espera? ¿Qué mate a tiros a los pasajeros por las ventanillas del tren? –exclamó el indignado Funcionario, clavando una traviesa en las vías-. ¿Me toma por un asesino?

EL REGRESO DEL CALIFORNIANO

         Colgaron a un hombre del pescuezo hasta que murió.
         -¿De dónde vienes? –le preguntó San Pedro cuando el Hombre se presentó a las puertas del cielo.
         -De California –respondió el aspirante.
         -Entra, hijo, entra; traes alegres noticias.
         Cuando el Hombre estuvo dentro, San Pedro buscó su bloc de notas y escribió:
         16 de febrero de 1893.
         California ocupada por los cristianos.

LA SOMBRA DEL CAUDILLO

         Un Caudillo político andaba paseando un día de sol cuando advirtió que su Sombra lo abandonaba y se alejaba con rapidez.
         -¡Vuelve aquí, canalla! –gritó el hombre.
         -Si fuera canalla –respondió la Sombra, aumentando la velocidad-, no te habría abandonado.

DOS POLÍTICOS

         Dos políticos intercambiaban ideas acerca de las recompensas de la función pública.
         -El premio que más deseo –dijo el Primer Político- es la gratitud de mis conciudadanos.
         Eso sin duda debe de ser muy gratificante –dijo el Segundo Político-, pero para obtenerla no hay más remedio que retirarse de la política.
         Por un instante los dos se miraron con indescriptible ternura; entonces el Primer Político murmuró:
         -¡Hágase la voluntad divina! Ya que no hay esperanzas de recibir ese premio, conformémonos con lo que tenemos.
         Y sacando la mano derecha del tesoro público, juraron darse por satisfechos.

EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

         

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