LA VIRGEN
DE LOS SICARIOS Escrito en 1994
Fernando
Vallejo
24
octubre de 1944, MEDELLÍN, Colombia
Con eso de
que les dio a los pobres por ponerles a los hijos nombres de ricos,
extravagantes, extranjeros: Tayson Alexander, por ejemplo, o Fáber o Éder o
Wilfer o Rommel o Yeison o qué sé yo. No sé de dónde los sacan o cómo los
inventan. Es lo único que les puede dar para arrancar en esta mísera vida a sus
niños, un vano, necio nombre extranjero o inventado, ridículo, de relumbrón.
Cuando la
humanidad se sienta en sus culos ante un televisor a ver veintidós adultos
infantiles dándole patadas a un balón no hay esperanzas. Dan grima, dan
lástima, dan ganas de darle a la humanidad una patada en el culo y despeñarla
por el rodadero de la eternidad, y que desocupen la tierra y no vuelvan más.
Y yo
pensando que la Iglesia andaba en, que
el comunismo… Qué va, está viva, respira. La humanidad necesita para vivir
mitos y mentiras.
De los
ladrones, amigo, es el reino de este mundo y más allá no hay otro. Siguen polvo
y gusanos. Así que a robar, y mejor, en el gobierno que es más seguro y el
cielo es para los pendejos.
El primer
atracador de Colombia es el Estado.
Ha de saber
Dios que todo lo ve, lo oye y lo entiende, que en su Basílica Mayor, nuestra
Catedral Metropolitana, en las bancas de atrás se venden los muchachos y los
travestis, se comercia en armas y en drogas y se fuma marihuana.
El
vandalismo por donde quiera y la horda humana: gente y más gente y más gente y
como si fuéramos pocos, de tanto en tanto una vieja preñada, una de esas putas
perras paridoras que pululan por todas partes con sus impúdicas barrigas en la
impunidad más monstruosa
Quinientos
años me he tardado en entender a Lutero, y que no hay roña más grande sobre
esta tierra que la religión católica.
Cuando
volvíamos de hacer nuestra cotidiana obra de caridad bajaba por San Juan un
borrachito prendido gritando:
-¡Vivan las
putas! ¡Vivan los marihuaneros! ¡Vivan los maricas! ¡Abajo la religión
católica!
Ni en
Sodoma ni en Gomorra ni en Medellín ni en Colombia hay inocentes: aquí todo el
que existe es culpable, y si se reproduce más.
La vejez es
indigna, indecente, repulsiva, infame, asquerosa, y los viejos no tienen más
derecho que el de la muerte.
Por eso
cuando tumban los sicarios a uno de esos candidatos de un avión o una tarima a
mí me tintinea de dicha el corazón.
A Dios,
como al doctor Frankenstein su monstruo, el hombre se le fue de las manos.
Subían a
los buses, bajaban de los buses convencidos de que sabían adónde iban o de
dónde venían, cargados de niños y paquetes.
(…) Pobres seres inocentes, sacados sin motivo de la nada
y lanzados en el vértigo del tiempo. Por unos necios, enloquecidos instantes
nada más…
EL BOBO DE KORIA
(RECOPILADOR)
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