EL TALÓN DE HIERRO

EL TALÓN DE HIERRO

JACK LONDON (John Griffith Chaney)


         Y como pago a esas prebendas, ustedes predican a sus benefactores las virtudes metafísicas que más agradan a sus oídos, sobre todo aquellas que no amenazan el orden social establecido.

         -Sí. La ética de los cerdos –continuó Ernest, implacable-. Ésa es la del sistema capitalista y ésa es la que su Iglesia apoya, la que usted predica cada vez que sube a su púlpito. ¡La ética de los cerdos! No se me ocurre otro nombre mejor.

         -Y, dígame coronel, ¿tiene la justicia algo que ver con las leyes?
-Ha utilizado una combinación de términos contra puestos- respondió, sonriente.

         Usted es un gran especialista en lo suyo, conoce las leyes a la perfección, cómo burlarlas o cómo crear leyes nuevas que incrementen los beneficios de esas compañías depredadoras.

         La plutocracia acapara hoy día todo el poder: hace las leyes, porque tiene bajo su férula al Senado, al Congreso, los tribunales y las cámaras de los estados.
        
         Le dije que pisotearíamos la cabeza de la clase trabajadora. Así haremos.

         -Pero con esa alianza entre la oligarquía y los principales sindicatos, ¿nos queda alguna razón para creer que la revolución llegará a triunfar?

         La función de los abogados de las grandes compañías era la de defender incluso de forma infame, los intereses de esas corporaciones. En 1905, el presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, inauguró el curso de la Universidad de Harvard con las siguientes palabras: “Todos sabemos que, en los tiempos que vivimos, muchos de los miembros más notorios y mejor remunerados del mundo del Derecho se especializan, en los lugares más prósperos, en construir brillantes e ingeniosos planes para que sus poderosos clientes puedan evadir las leyes elaboradas para regular, con vistas al interés público, los fines de las grandes fortunas”.


EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

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