SIN NOVEDAD EN EL FRENTE
ERICH MARIA REMARQUE
2 junio de 1898. OSNABRÜCK. Alemania
25 septiembre de 1970. LOCARNO. Suiza
Los cuatro tenemos diecinueve años, los
cuatro hemos salido de la misma escuela para ir a la guerra.
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Bajo la piel ya no late la vida, que se
ha replegado a los límites del cuerpo; la muerte se abre paso desde su interior
y ya se ha adueñado de los ojos. (…)
Nos habíamos alistado con entusiasmo y
buena voluntad, y, sin embargo, hicieron lo posible para que nos
arrepintiéramos.
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Cuando partimos hacia el frente somos
soldados malhumorados o alegres; cuando llegamos al sector donde empieza el
frente, nos hemos convertido ya en bestias humanas.
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¡Gas! ¡Gas! ¡Gaaaaas! ¡Que corra la
voz!
Cojo la máscara antigás. Hay alguien
cerca de mí. No pienso en nada más que en esto: tiene que saberlo. (…)
Conozco las terribles imágenes del
hospital: enfermos de gas que, en un ahogo que dura días enteros, escupen a
pedazos sus pulmones calcinados.
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Aquí las ratas son especialmente repugnantes
porque son muy grandes. Se trata de una especie a la que llaman “rata de
cadáver.
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A mi lado un obús le cercena la cabeza
a un soldado de primera. Todavía corre unos pasos, mientras la sangre brota de
su cuello como un surtidor.
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-Compañero –le digo al cadáver
(enemigo), ya más sereno-. Hoy tú, mañana yo. Pero si salgo de ésta, compañero,
lucharé contra todo esto que nos ha destrozado a los dos. A ti, la vida…, ¿y a
mí? la vida también. ¡Te lo prometo, compañero. ¡Esto no tiene que volver a
suceder jamás!
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¡Qué inútil debe ser todo lo que se ha
escrito, hecho o pensado en el mundo, cuando todavía es posible que suceda algo
semejante!
Forzosamente
todo debe ser mentira, todo debe ser fútil si la cultura de miles de años ni
siquiera ha podido impedir que se derramaran torrentes de sangre ni que
existieran esas cárceles de dolor y sufrimiento. Solo un hospital muestra
verdaderamente lo que es la guerra.
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Los fabricantes alemanes se han
enriquecido, pero a nosotros la disentería nos corroe los intestinos. Las
letrinas están constantemente llenas de hombres en cuclillas…
-No vale la pena volver a subirse los
pantalones.
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Cayó boca abajo y quedó como dormido
sobre la tierra. Al darle la vuelta pudieron ver que no debió de sufrir mucho.
Su rostro guardaba una expresión tan serena que parecía satisfecho de que las
cosas hubieran ocurrido así.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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