LOS HOMBRES DEL TRIÁNGULO ROSA

LOS HOMBRES DEL TRIÁNGULO ROSA
HEINZ HEGER (Seudónimo de JOHAN NEUMANN

1917. VIENA. Austria
15 marzo de 1994. VIENA. Austria

         Tras decir secamente la  palabra “Gestapo” me entregó una tarjeta con un requerimiento reglamentario en el que se me citaba para presentarme a un interrogatorio a las dos de la tarde en el cuartel central de la Gestapo, ubicado en hotel Metropol de Morzinplatz.
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         En los campo de concentración todo prisionero tenía siempre a dos amos y fustigadores: los esbirros de las SS y los “notables” provenientes de sus propias filas.
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         Los colores de los triángulos que llevábamos los prisioneros  eran los siguiente:
-Amarillo para los judíos.
-Rojo para los presos políticos.
-Verde para los criminales.
-Rosa para los homosexuales.
-Negro para los antisociales.
-Morado para los testigos de Jehová.
-Azul para los emigrantes.
-Marrón para los gitanos.
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         Le tocaba sufrir doblemente las argucias de las SS y de los capos de triángulo verde, pues no contento con ser homosexual, encima era judío.
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         Las órdenes del régimen nazi de llevar a cabo en los territorios del Tercer Reich una drástica purga de homosexuales, esos “elementos degenerados” del pueblo alemán que debían  ser exterminados, las cumplían los esbirros de las SS con Sádica eficiencia y celo.
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         …me conseguiría raciones adicionales de comida y se aseguraría de que no perdiera mi puesto de escribano. Como contrapartida yo tenía que ser su amante siempre que mi protector tuviera deseos. Todo tiene un precio.
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         Oficialmente las SS no sabían que los jóvenes polacos y rusos que estaban asignados a los decanos de bloque y a los capos como sirvientes o chicos de la limpieza eran también sus compañeros de cama.
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         Públicamente, los SS empezaron a comportarse de manera menos violenta. Fue el primer signo de que los amos nazis de vestimenta negra ya no creían en la victoria de Alemania frente a las fuerzas aliadas.
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         Los homosexuales, vivamos en Viena o en cualquier otra parte, aunque llevemos una vida decente, recibimos el desprecio de nuestros congéneres y somos discriminados por la sociedad igual que hace treinta o cincuenta años. El progreso de la humanidad no se ha detenido en nosotros.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

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