LA BUENA GENTE


LA BUENA GENTE
URSULA WERNER

29 septiembre de1943. ALEMANIA

         Los soldados pasaban junto a la estatua de bronce y cubierta de cagarrutas de paloma de Albrecht Munster, el primer alcalde de Blumental.
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         -De momento solo están boicoteando los comercios de los judíos y despidiendo a los profesores judíos de la universidad –había dicho Berthold-. Más adelante ¿quién sabe?
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         Hubo una época en la que Marina sí que creía en Dios, según le contó, quizá con igual intensidad que la suya. Pero su fe quedó destrozada por la guerra. No conseguía entender cómo podía permitir Dios que existiera alguien como el Führer, ni que este ejerciera tanto poder e influencia sobre una parte tan extensa del mundo.
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         Marina ni siquiera se acordaba de que los Stern eran judíos, hasta que Hilde pidió ayuda para coser unas estrellas a su ropa. En aquel momento, Marina sintió una oleada de miedo y de náuseas por la suerte que podían correr sus amigos.
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         Las pruebas que tenía ante sus ojos, acciones inconcebibles en una sociedad civilizada heredera de Goethe y Bach, manifestaban un grado de maldad y malevolencia que hasta entonces le había resultado impensable.
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         Algunas de las acciones que había emprendido el Führer eran tan abominables, tan atrozmente pecaminosas, que Erich se imaginaba a santo Tomás ofreciéndose voluntario para dar muerte al Führer él mismo.
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         Al igual que muchos de sus conciudadanos, estaba dispuesto a entregar la lealtad política a un hombre capaz de hacer que el fénix alemán resurgiera de sus cenizas. Y, como había sido militar, sabía que la estabilidad y el control requerían una cierta renuncia de las libertades individuales. (…)
         Animaron a la gente a que vigilara a sus vecinos e informara de cualquier transgresión, a la vez que ofrecían incentivos como cartillas de racionamiento y un acceso más fácil a los permisos para viajar. Para cuando la gente se dio cuenta de que no sólo le estaban diciendo cómo tenían que vivir sino también cómo tenía que pensar, ya estaba demasiado dominada por el miedo para hacer nada al respecto. Porque el hecho de pensar, hablar o hacer algo que fuese contrario a las ordenanzas daba lugar a súbitas desapariciones.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

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