CONFESIONES A ALÁ


CONFESIONES A ALÁ
SAPHIA AZZEDDINE

12 diciembre de 1979. AGADIR. Marruecos.


         Me llamo Jbara. Al parecer, soy muy guapa pero lo desconozco. Me importa un comino ser guapa o no. Soy pobre y vivo en el culo del mundo. Con mi padre, mi madre, mis cuatro hermanos y mis tres hermanas. (…)
         En mi pueblucho reina la ignorancia. De hecho, no he recibido educación alguna, pero sí gritos, golpes y prohibiciones. En mi casa  todo es haram. (pecado)
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         Un fkih es a menudo el más idiota del pueblo, aquel que no da un palo al agua y que, con tal de no trabajar, decide convertirse en imán. (…)
         El muy hijo de puta del fkih le ha dicho que lo más haram de lo haram es perder la virginidad. ¡Vaya, hombre” En el fondo, no acabo de entender qué más da que te la hayan metido o no. Lo que ocurre, por lo visto, es que el mundo entero gira alrededor de ese agujero. (…) Por otra parte, nadie me explicó nunca cómo son las cosas; todo lo que sabía era que cualquier cosa que girara alrededor del triángulo de las Bermudas era haram.
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         Me ha engordado el vientre. Qué raro, voy al aseo regularmente. MI vello sigue en su sitio, así que aún soy virgen.
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         El autobús de Belsouss pasa. Me enderezo. Está lleno a rebosar.
         Cae una maleta.
         ¡Pumba!
         El autobús no se detiene.
         Gracias , Alá. ¡Ay, gracias!(…)
         Gracias, Alá. Me arrepiento de haber dicho esas cosas. Era cuestión de paciencia. Sabía que me escucharías y que algo iba a pasar en mi vida. Pero esta maleta diel l´mirikan supera con creces todas mis expectativas. Te mereces tus 99 nombres. Te lo juro. (…)
         Miro a la izquierda. Miro a la derecha. Me quito las bragas. Me pongo el tanga de perlas. Qué sensación más rara. Pues sí que encaja bien ahí dentro.
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         Mierda, me he manchado los pies. No dejo de vomitar. ¿Qué coño me pasa?
         Me pasa que estoy embarazada. La barriga me ha engordado de golpe. (…)
         -Nos has deshonrado, pedazo de zorra! ¡No puedes quedarte aquí! ¡Vete ahora mismo de esta casa! ¡Puta, hija del demonio, pecadora! (…) Me alejo arrastrando mi maleta rosa de ruedas.
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         Me coloco en el suelo, apoyo la espalda contra la acera y empujo. Empujo. Empujo. Me cago en la puta, cómo duele. Señores, imagínense una gran cagarruta que, en lugar de salir a lo largo, sale a lo ancho. Multipliquen el dolor por el infinito. (…) Incluso lo perros se callan para que pueda abandonar a mi hijo en paz.
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         He descubierto el programa de Mouhfida Ben Abess, “Estética por un dinar” destinado a mujeres que están tan tiesas como yo:
         “Quiridas oyintis, soy Mouhfida Ben Abess. Biinvinidas a la imisión “Instítica por on dimar” dondi criimos qui la billiza no is ixclosiva di mojiris acomodadas o istrillas di Hollywood. Podimos istar goapas con moy poco. La natoraliza is noistra mayor aliada di modo qui, ista nochi…
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         El alquiler de la habitación me sale a unas diez felaciones al mes. Envuelvo mi modesto peculio en unas medias que escondo éntrelas bragas.
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         Si son ustedes ricos y también tienen “empleados del hogar” o chachas, sepan que alguna vez han debido de probarnos. Se habrán tragado escupitajos, salivazos, mocos, pis, semen o caca de alguno de nosotros. Al menos una vez. Denlo por hecho.
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         Quiero darte las gracias, Alá porque eres el único que no me contradice nunca. Qué bien sienta que te escuchen. Por esa razón, eres el más sabio de todos. Por esa razón eres Alá.
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         He aprendido de mis patronas, he tomado nota de lo que he visto en las revistas, he observado a las demás putas y me he convertido en la número uno. Ahora sé que soy bonita. No, bonita no, guapa. Muy guapa.
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         ¡Coño, que hambre tengo!
         En realidad sé que los hombres tienen miedo de las mujeres y, por esa misma razón, las obligan a llevar velos. Para no verlas. Para imaginarlas solamente. Para fantasear con ellas.
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         El único problema es que no soy virgen, y su madre quiere ver las sábanas. Ella tiene por lo menos 200 años. Es malvada. Una cabrona Las suegras de mi país son de la peor especie.(…)
         Bueno, ha llegado la hora, debo acostarme con mi marido. Estoy en el aseo. Me hago un corte en el antebrazo, vierto la sangre en un saquito de plástico y me pongo una tirita. Estoy a punto de recuperar mi virginidad.
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         Estoy aislada en una habitación aparte porque tengo la regla. Es el colmo. La próxima vez se la meteré en la comida. Chitón.
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         Tengo otra pregunta que hacerte, Alá. Bueno, no va dirigida a Ti, sino a los que aquí se reconozcan. De convertirme en mártir, ¿dispondría también de setenta y dos virgos con el rabo a estrenar cuando aterrice en el paraíso?
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)



1 comentario:

Anónimo dijo...

tremendamente brutal.
ni de lejos, un ser humano con pene, como yo, puede imaginarse lo que debe de ser vivir así.