LA FE
Durante la Semana Santa siempre me gusta
recordar dos o tres frases que ejemplifican muy bien esa serie de ceremonias y
liturgias en las que el dolor, la angustia, la tortura y la muerte salen a
pasear por las calles. Una vez, creo que fue en Motril, asistía al momento en
que la imagen de la Virgen ruega a una pareja de soldados romanos que la dejen
pasar para consolar la agonía de su Hijo: la mujer insistiendo una y otra vez
hasta que los romanos, conmovidos, apartan las lanzas. Más conmovido todavía
estaba un señor motrileño que, con lágrimas en los ojos y apretando un pañuelo,
gimoteó a mi lado: "El que no crea en esto es para pegarle dos tiros en la
boca, no me jodas". Yo tenía sólo nueve o diez años, pero me aparté
prudentemente, por si acaso.
En este exhibicionismo del sufrimiento
-necesario para recordarnos el mal trago que tarde o temprano vamos a beber
todos- existe un ansia competitiva que culminó el día en que un gitano
sevillano, según cuenta la tradición, sentenció en voz alta que la Virgen de la
Macarena "le daba por el culo a todas las demás vírgenes". Con todo,
ninguna de esas frases puede compararse a la que oyó mi querido y añorado amigo
Rafael Martínez-Simancas en una procesión de Viernes Santo en Málaga: "Hay
que ver, pensar que si no es por el hijoputa de Pilatos, un poco más y nos
quedamos sin Semana Santa". Ciertamente, lo que se celebra es la agonía y
la crucifixión de Jesucristo, porque llega Pilatos a soltarlo y a saber cómo
hubiera acabado la historia.
Resulta asombroso ver a un cofrade del
PSOE portando el cirio pascual antes de las elecciones y comiéndose después muy
compungido la hostia de la OTAN, la hostia de la reconversión industrial, la
hostia de los GAL, la hostia del Concordato, la hostia del Polisario y las hostias
que hagan falta. Lo esencial a la hora de presenciar un milagro es tener
paciencia.
Más asombroso aún es el tesón del
costalero del PP, que aguanta años y años soportando la peana de la corrupción,
los santos de la Gürtel, de Naseiro, de Taula, de Nóos, de Púnica y de docenas
y docenas de santos más, ya que no pierde la esperanza de que algún día la
mierda empiece a oler a rosas.
Al votante del PP, cristiano por
convicción y por ideales, no le importan gran cosa esos pecados capitales,
porque saben que al hermano hay que perdonarlo no siete veces, sino setenta
veces siete. Es verdad que en Génova hace tiempo que sobrepasaron esa cifra,
pero por algo a Cristo lo crucificaron entre ladrones. Con arrepentirse en el
último momento, suficiente.
De un artículo de DAVID TORRES en
PÚBLICO.ES 18-04-2022
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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