OTRA MIRADA AL AÑO 2020



¡Ojalá se acabe ya el año! Esta seguramente sea la frase más repetida en los últimos dos meses, un deseo que se propaga entre las masas, como si el hecho de cambiar de año llevara implícito que cambiaran las cosas. El ser humano lleva en su ADN la tontería de que dios, el futuro, o lo que sea, propiciará mejoras en su vida, a pesar de que continuamente se demuestra lo contrario.

Este año sin duda ha tenido sus singularidades, encabezada por la pandemia y todas las novedades derivadas de la misma. Pero aparte de los sinsentidos que nos han querido hacer ver y creer, y que desde luego han funcionado en un porcentaje alto de la población, a mi me gustaría poner la mirada en otro sitio, en ese comportamiento que nos define como sociedad, donde la ruindad sale a la superficie apestando el ambiente. Frente a esa horda de imbéciles aplaudiendo desde sus casas convencidos de estar en las mejores manos y dejando que verdaderos chiflados decidan por ellos se cuelan pequeños detalles que deja ver la verdadera pasta de la que estamos hechos.

El primer asunto del que quiero hablar es el del pánico más irracional que llevó en las primeras semanas de pandemia al desabastecimiento de supermercados y tiendas de alimentación. Como siempre cada cual a salvar su culo, y ya que hablamos de culos, fijémonos en la inquina con que se vaciaban las estanterías de papel higiénico. ¿De verdad esto pudo ocurrir? que una caterva de imbéciles se preocupara en no tener con que limpiarse el orto. ¿Dónde estarán aquellos que salieron en televisión dentro de un súper con las bolsas del mismo puestas en la cabeza? ¿es lícito que estos idiotas voten?

El segundo tema que tiene su importancia ha sido el protagonizado por los llamados “policías de balcón” unos descerebrados que no tenían nada mejor que hacer que contar las veces que su vecino bajaba al perro a la calle ¿pero entre que clase de resentidos y amargados vivimos? Todo el día con la televisión y la radio puesta, atemorizados y vengativos, sintiendo a toda la humanidad enconada en infectarlos.

El tercer asunto, y no sé porqué me da, tiene bastante que ver con los imbéciles de los dos anteriores se refiere a aquellos que sabiendo que una enfermera o enfermero, médico o celador viviera en su mismo patio, les hiciera la vida imposible colocando cartelitos instándoles a que no los querían allí. Alegando que eran personas que podían llevar el virus a sus casas.

Los medios han manipulado a placer, reclutando a ineptos que se han hecho pasar por expertos que solo dicen lo que les han escrito en el guión, han culpabilizado de la mala praxis a todos menos a los que verdaderamente la han llevado a cabo, todo por no admitir asuntos como que la sanidad pública no funciona tan bien como nos han dicho durante años. Se han cubierto unos a otros maquinando despropósitos enormes cuyo olor tratan de tapar con gel hidro alcohólico. Han simplificado tanto el asunto y la manipulación que han convertido un tema de suma gravedad en discusión de pescadería o de patio de luces. En fin, no les cuento nada nuevo, que con reflexionar un poquito cada uno llegará a sus propias conclusiones. Pero sin ánimo de desilusionar a nadie, que no creo que acaben leyendo esto, no esperen muchas mejoras del año 2021.


el reverendo Yorick

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