CELTIBERIA SHOW


 Quizás muchos de ustedes, al leer el título de esta entrada recuerden con nostalgia el libro del mismo título de Luis Caraldell, periodista insigne de la transición, antes sufrido súbdito del franquismo.

En él, el autor hacía alarde de humor finísimo, a la vez de demostrar estar dotado de un ojo clínico para localizar absurdeces generadas por las tan extrañas costumbres del régimen. Tengo que decir, que siempre fui un entusiasta de la publicidad, concretamente de la publicidad más bizarra, que muchas veces cae en el ridículo y uno se pregunta si aquello de verdad fue creado por alguien estudiado y pagado por algún consejo de administración o tendero venido a más que se ponía en manos del creativo de turno, sin saber que más que salvar su negocio, una mala campaña de publicidad podía dar al trate con el mismo. Hoy día, pareciera que todas aquellas torpezas estaban superadas, pero no crean, aún es fácil toparse con anuncios que lo hacen a uno desternillarse de risa, augurándole posteriormente un cercano sepelio al producto o a la campaña del mismo, que aun es peor ¿por qué? no es enriquecedor y alimenticio para el alma ver anuncios que lo dejan a uno perplejo y con la carcajada a punto. Para que vean que no miento, uno de hace poco tiempo, aunque retirado en su infancia fue el de una conocida marca de linimentos para el dolor articular o muscular derivado del deporte, cuando de repente aparece anunciando una pomada para las tetillas irritadas provocadas por el rozamiento de las camisetas y sus fibras utilizadas por los “runners” Sin palabras. Me estuve riendo tres días seguidos recordando al sujeto masajeándose las “mamellas” ante el espejo.

Se habrán fijado en la imagen que encabeza este artículo, pues bien, aunque parezca recuperada de una hemeroteca de los años 70, la realidad es que es la etiqueta perteneciente a unos calcetines comprados hace unas semanas en un mercadillo. La verdad, las prisas de quedarme sin efectivos me hizo adquirir dicho producto sin fijarme mucho en él, pero una vez llegado a casa y escudriñado el mismo, no pude evitar fijar la mirada en aquel rostro que me observaba desde la misma, preguntándome después quién podría haber puesto aquella cara en unos calcetines y estar convencido de la competitividad del mismo. Luego caí en la cuenta de la marca y de la forma de narrar las características del mismo y no pude más que retorcerme de la risa e idear este artículo que están leyendo.

PENETRA. Es muy difícil mantener el tipo e intentar analizar a quién podría habérsele ocurrido un nombre semejante, y encima acompañarlo del rostro de ese individuo con mirada de masturbador compulsivo y sacado directamente del libro de reclutamiento de un cuartel de Cartagena. Llevado por el humor, no puedo evitar pensar que el afortunado modelo no sea otro que el creador de tan insigne y patria empresa, dedicado a proteger los pies de todos los varones viriles de este país, porque dudo de que con ese nombre tengan una línea de calcetines femeninos.

Luego viene lo del consejo de comprar productos europeos para fomentar el empleo de aquí. Sobran los comentarios. Cuesta creer que cualquiera que sienta atracción por el mundo publicitario, pueda idear un nombre de marca más deplorable y quedarse tan ancho, pero ahí lo tienen, en el año 2021 siguen ocurriendo estas cosas, me imagino que encuentran su mercado en la falta de criterio y de raciocinio de sus compradores, o en la necesidad apremiante que fue mi caso. De cualquier modo y como homenaje a Luis Carandell, no tiene desperdicio, sobre todo comprobar que su proyecto sigue vivo cuarenta años después.


el reverendo Yorick.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ja, ja, ja,ja. Bárbaro.