MUJERES y II


MUJERES

EDUARDO GALEANO

 

3 septiembre de 1940. MONTEVIDEO. Uruguay

13 abril de 2015. MONTEVIDEO. Uruguay

 

LAS EDADES DE JOSEPHINE

         A los nueve años, trabajaba limpiando casas en Saint Louis, a orillas del Mississipi.

         A los diez, empieza a bailar, por monedas, en las calles.

         A los trece, se casa.

         A los quince, otra vez. Del primer marido, no le queda ni siquiera un mal recuerdo. Del segundo, guarda el apellido, porque le gusta cómo suena.

         A los diecisiete, Josephine Baker baila charleston en Broadway.

         A los dieciocho, cruza el Atlántico y conquista París. La Venus negra aparece desnuda en el escenario, sin más ropa que un cinturón de bananas.

         A los veintiuno, su rara mezcla de payasa y mujer fatal la convierte en la vedette más admirada y mejor pagada de toda Europa. (…)

         A los veinticuatro, es la mujer más fotografiada del planeta. Pablo Picasso, arrodillado, la pinta. Por parecerse a ella, las pálidas damiselas de París se frotan con crema de nuez, que oscurece la piel.

         A los cuarenta y uno, cuando ya va por el cuarto marido, adopta doce niños de diversos colores y diversos lugares, que ella llama mi tribu del arcoíris.

         A los cuarenta y cinco, regresa a los Estados Unidos. Exige que a sus espectáculos asistan, todos mezclados, blanco y negros. Si no, no actúa. (…)

         A los sesenta y ocho, se recupera de una estrepitosa bancarrota y celebra, en el teatro Bobino de París, su medio siglo de actuación en este mundo.

         Y se va.

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OLYMPIA

         Son femeninos los símbolos de la revolución francesa, mujeres de mármol o bronce, poderosas tetas desnudas, gorros frigios, banderas al viento.

         Pero la revolución proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y cuando la militante revolucionario Olympia de Gouges propuso la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, marchó presa, el Tribunal Revolucionario la sentenció y la guillotina le cortó la cabeza.

         Al pie del cadalso, Olympia preguntó:

         -Si las mujeres estamos capacitadas para subir a la guillotina, ¿por qué no podemos subir a las tribunas públicas?

         No podían. No podían hablar, no podían votar. La Convención, el Parlamento revolucionario, había clausurado todas las asociaciones políticas femeninas y había prohibido que las mujeres discutieran con los hombres en pie de igualdad.

         Las compañeras de lucha de Olympia de Gourges fueron encerradas en el manicomio. Y poco después de su ejecución, fue el turno de Manon Roland. Manon era la esposa del ministro del Interior, pero ni eso la salvó. La condenaron por su antinatural tendencia a la actividad política. Ella había traicionado su naturaleza femenina, hecha para cuidar el hogar y parir hijos valientes, y había cometido la mortal insolencia de meterla nariz en los masculinos asuntos de estado.

         Y la guillotina volvió a caer.

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LA DESHONRA

         A fines de 1979, las tropas soviéticas invadieron Afganistán.

         Según la explicación oficial, la invasión quería defender al gobierno laico que estaba intentando modernizar el país.

         Yo fui uno de los miembros del tribunal internacional que en Estocolmo se ocupó del tema, en el año 1981.

         Nunca olvidaré el momento culminante de aquellas sesiones.

         Daba su testimonio un alto jefe religioso, representante de los fundamentalistas islámicos, que en aquel entonces eran llamados freedom fighters, guerreros de la libertad, y ahora son terroristas.

         Aquel anciano tronó:

         -¡Los comunistas han deshonrado a nuestra hijas! ¡Les han enseñado a leer y escribir!

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UN ARMA PELIGROSA

         En más de treinta países, la tradición manda cortar el clítoris.

         El tajo confirma el derecho de propiedad del marido sobre su mujer, o sus mujeres.

         Los mutiladores llaman purificación a este crimen contra el placer femenino, y explican que el clítoris

         Es un dardo envenenado,

         es una cola de escorpión,

         es un nido de termitas,

         mata al hombre o lo enferma,

         excita a las mujeres,

         les envenena la leche

         y las vuelve insaciables

         y locas de remate.

         Para justificar la mutilación, citan al profeta Mahoma, que jamás habló de ese asunto, y al Corán, que tampoco lo menciona.

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LAS VUELTAS DE LA VIDA

         El Partido Conservador gobernaba Nicaragua cuando en este día 27 de abril de 1837 se reconoció a las mujeres el derecho de abortar si su vida corría peligro.

         Ciento setenta años después, en ese mismo país, los legisladores que decían ser revolucionarios prohibieron el aborto en cualquier circunstancia, y así condenaron a las mujeres pobres a la cárcel o al cementerio.

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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

 

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