EL FERROCARRIL SUBTERRÁNEO

EL FERROCARRIL SUBTERRÁNEO

COLSON WHITEHEAD

 

6 noviembre de 1969. NUEVA YORK. Estados Unidos

 

         Los almacenaban en las mazmorras hasta que llegaban los barcos. Asaltantes dahomeyanos raptaron primero a los hombres y luego, con la siguiente luna, regresaron a la aldea de la abuela a por las mujeres y los niños y los condujeron encadenados por parejas hasta el mar. (…)

         La encadenaron, no por primera ni última vez, y la encadenaron al resto de las adquisiciones de la jornada.

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         Ridgeway estaba por la zona de visita a un hacendado vecino, al que traía las cabezas de dos fugitivos en un saco de cuero como prueba de la captura.

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         El ferrocarril subterráneo: Caesar había estado muy ocupado. ¿De verdad operaba tan al sur de Georgia? La idea de escapar la sobrecogía. (…)

         En esa zona del país la literatura abolicionista era ilegal. Los abolicionistas y simpatizantes que visitaban Georgia y Florida eran expulsados, azotados e insultados por turbas, embreados y emplumados.

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         La noticia de una fuga despertaba una alegre actividad. Batían las plantaciones en busca de su presa, interrogando a un sinfín de morenos temblorosos. (…)

         Ridgeway se convirtió en un auténtico cazador de esclavos después de su primer viaje a Nueva Jersey, adonde se desplazó a recuperar la propiedad de un hacendado local.

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         30 DÓLARES DE RECOMPENSA

         A cualquiera que me entregue, o deposite en cualquier prisión del estado para que pueda recuperarla, a una JOVEN NEGRA amarillenta de 18 años fugada hace nueve meses…

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         Una vez Connelly le sacó los ojos a un esclavo por mirar palabras. (…)

         No necesitas ojos para pelar maíz, les dijo Connelly. NI para morirte de hambre, que es lo que hizo Jacob.

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         América había importado y criado a tantos africanos que en muchos estados estos superaban en número a los blancos. Con esterilización estratégica –primero de las mujeres pero, a su debido tiempo, de ambos sexos- podríamos liberarlos de la esclavitud sin miedo a que nos asesinaran mientras durmiéramos.

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         En Carolina del Norte la raza negra no existía salvo al final de una soga.

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         “Y destruir lo que haya que destruir. Para iluminar a las razas inferiores. Y si no, subyugarlas. Y si no, exterminarlas. Nuestro destino por prescripción divina: el imperativo americano”.

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         -El amo decía que lo único más peligroso que un negro con una pistola –les dijo- era un negro con un libro. ¡Pues menudo montón de pólvora la vuestra!

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         Si hay justicia en el mundo, esta nación no debería existir, porque está fundada en el asesinato, el robo y la crueldad. Y, sin embargo, aquí estamos.

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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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