LAS UVAS DE LA IRA
JOHN STEINBECK
27 febrero de 1902. Salinas.
Estados Unidos
20 diciembre de 1968. Nueva York
No pude conformarme con el Evangelio
que estaba ahí, al alcance de la mano. Tuve que hurgar en él y sobarlo hasta
que al final lo hice pedazos. Aquí estoy, a veces tengo el espíritu y nada
sobre lo que predicar. Tengo vocación para conducir a la gente y ningún lugar a
donde conducirla.
¡Y una mierda! No existe el pecado y no
existe la virtud. Sólo hay lo que la gente hace. Todo es parte delo mismo.
Algunas cosas que los hombres hacen son bonitas y otras no, pero eso es todo lo
que un hombre tiene derecho a decir.
-Venga conmigo –invitó Joad-. Padre se
alegrará de verle. Siempre decía que tenía usted el pito demasiado largo para
ser predicador.
-Bah, ellos hablan más que valen. Ya
sabéis los años que hemos tenido: el polvo se levantaba y echaba todo a perder,
y la cosecha era tan poca que no daba ni para atascar el culo de una hormiga.
Parecía ser consciente de que si ella
titubeara, la familia temblaría, y si ella alguna vez verdaderamente vacilara o
desesperara, la familia se vendría abajo, privada de la voluntad de funcionar.
…caderas firmes y nalgas que habían
oscilado libre y provocativamente hasta invitar a la caricia y la palmada, todo
su cuerpo había adquirido recato y seriedad.
Y ¿por qué hoy se ha calentado tanto
este hijo de puta? Ni siquiera es cuesta arriba. Vamos a mirar. ¡Dios
Todopoderoso!, la correa del ventilador ha desaparecido. Mira, haz una correa
con este trocito de cuerda…
Es un país libre.
Bueno, intente comprar la libertad. Por
aquí decimos que un tipo tiene tanta libertad como su dinero le permite
comprar.
Porque el ser propietario te deja
congelado para siempre en el “yo” y te separa para siempre del “nosotros”.
… la estupidez de un tonto era la misma
en todos los mundos.
La explotación de una finca pasó a ser
industrial ylos propietarios imitaron a Roma, aunque sin ser conscientes.
Importaron esclavos, aunque no les dieron ese nombre: chinos, japoneses,
mejicanos, filipinos. Se alimentan de arroz y judías, dijeron los hombres de
negocios. No necesitan demasiado. No sabrían qué hacer cobrando buenos
salarios. Si no hay más que ver cómo viven, lo que comen. Y si empiezan a
espabilar, se les deporta.
-Yo no tengo Dios –dijo él.
Quemar café como combustible en los
barcos. Quemar maíz para calentarse, hace un cálido fuego. Tirar patatas a los
ríos y poner vigilantes a lo largo de las orillas para evitar que la gente
hambrienta las pesque. Matar a los cerdos y enterrarlos y dejar que la
putrefacción se filtre en la tierra.
Eso es un crimen que va más allá de la
denuncia. Es una desgracia que el llanto no puede simbolizar. Es un fracaso que
supera todos nuestros éxitos. La tierra fértil, las rectas hileras de árboles,
los robustos troncos y la fruta madura. Y niños agonizando de pelagra deben
morir por no poderse obtener un beneficio de una naranja. Y los forenses tiene
que rellenar los certificados –murió de desnutrición- porque la comida debe
pudrirse, a la fuerza debe pudrirse.(…)
En las almas de las personas las uvas
de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listas para la
vendimia.
Y bajo las súplicas y el encogimiento,
una furia desesperanzada empezó a arder.
Y en las pequeñas poblaciones la lástima por los hombres empapados se
transformó en furia y la furia en miedo de la gente hambrienta. Entonces los
sheriffs buscaron y juraron a un montón de ayudantes y se pidieron
apresuradamente rifles, gases lacrimógenos y municiones. (…)
Los sheriffs contrataron más ayudantes
y mandaron por más rifles; y la gente cómodamente en sus casas cerradas sintió
lástima al principio y luego repugnancia y finalmente odio por los emigrantes.
EL BOBO DE KORIA
(RECOPILADOR)
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