De KJELL ASKILDSEN


KJELL  ASKILDSEN

30 septiembre de 1929,  MANDAL (Noruega)

Extraído de Cuentos Reunidos.

Cada hora que pasa, el mundo se libre de miles de tontos. Piénsalo. ¿Te has parado alguna vez a pensar en la cantidad de estupidez almacenada que desaparece en el transcurso de un día? Imagínate todos los cerebros que dejan de funcionar, pues es ahí donde se almacena la estupidez. Y sin embargo, todavía queda mucha estupidez, porque algunos la han perpetuado en libros, y así se mantiene viva.

         Cada vez que me encuentro con alguien me siento más solo que antes.

         Por aquí viene muy poca gente, casi todos miembros de sectas religiosas que me preguntan si estoy en paz con Dios. Me produce cierto placer, pero nunca los dejo pasar de la puerta, pues la gente que cree en la vida eterna no es racional, no se sabe lo que puede llegar a hacer.

         ¿Por qué un hombre está sentado en un banco bajo la lluvia, a menos de trescientos metros de su casa?

         -¡Me cago en Dios, hombre! ¿No sabes mirar o qué, joder?
         -No te he visto.
         -¿Qué no me has visto? ¿Pero cómo coño has hecho para no verme?
         No lo sé. No me he fijado. ¿No puedes abrir la puerta?
         -No, joder, se ha bloqueado.
         -Pero, por Dios, ¿crees que soy tan idiota como tú o qué?

         Estaba a punto de sentarme junto a la ventana cuando llamaron a la puerta. No abro, pensé. Será un evangelista para hacerme creer en la vida eterna. Últimamente han proliferado mucho. Parece que la superstición está viviendo un auge.

         …fue antes de tener claro, completamente claro, que el día de la muerte nada importa haber tenido una vida buena o mala.

         -Bien. Podría usted haber sido religioso. Yo tenía una hermana que creía en la vida eterna. ¿No le parece el colmo de la vanidad?

EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

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