¡Por un puñado de caramelos!

"Si usted es capaz de sonreir cuando algo está mal es porque ya encontró a quien echarle la culpa"


Reconozco que mi persona soporta un lastre con el que a veces me cuesta convivir, aparece en los momentos más inoportunos para crearme serios dilemas morales. La fuerte educación que he recibido durante mi infancia en los valores del catolicismo inculcada a través de la familia, la iglesia y la escuela (colegio nacional Francisco Franco, colegio público Calvo Sotelo, etc..) hace que ante cualquier tipo de situación problemática o comprometida, trate siempre de modo inconsciente de buscar culpables, surgiendo de manera irrefrenable una imperiosa necesidad de culpabilizar por encima de todo.
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Reconozco también que cuando estoy exento de toda responsabilidad, y veo que a alguien ajeno le salta el resorte de "atribuir culpas", siempre acabo apropiandome de aquellas que me rozan, que pasan cerca de mí, adueñandome de ellas, (una especie de mea culpa, mea culpa...que entonabamos como borregos en los rezos de la parroquia en nuestra más tierna infancia)

Todo esto viene por la visita el otro día a mi lugar de trabajo de un delegado sindical en campaña, dada la proximidad de sus elecciones (su único motor).

Este "señor" (no lo llamo trabajador por que me cuesta entender que yo estuviese trabajando y él no gracias a no se que atribución divina de salvaguarda de los derechos de los trabajadores y su representación), acompañado del enlace sindical de mi trabajo, dedicó toda su mañana a repartir caramelitos y calendarios a todos mis compañeros. Por ninguna parte asomaron sus propuestas, sus políticas o sus compromisos con los trabajadores...solo calendarios y caramelitos.

La mezcla de sentimientos de rabia y tristeza que en un principio me produjo esta situación pronto se convirtió en incredulidad al observar con gran estupor la "gratitud" de mis compañeros hacía él, y su disposición a venderse al delegado que le trajese más "regalitos". "Más y mejores sobornos".
"Esta vez os habeis quedado cortos", "Los del otro sindicato nos trajeron calendarios más chulos" eran algunos de los comentarios que salían de sus bocas (rompiendome el alma en pedacitos).

Cuando se aproximaba a mí, el enlace sindical lo agarró y le advirtió rotundamente que me ignorase, pues conmigo no tenían nada que hacer, que era una causa perdida. He de reconocer que es la primera cosa con un mínimo de sentido que le oigo a este individuo en todos los años que llevo trabajando con él.

La situación me estaba sacando de mis casillas, y tras tomarme un tiempo prudencial para garantizar el debido respeto al que mi trabajo me obliga hacia mis compañeros y este delegado, me he visto en la obligacion moral de preguntarles:

¿Cómo después de casi 4 años trabajando aquí y con los graves problemas que hemos tenido es la primera vez que los veo por este centro de trabajo?,¿Por qué nuestros sueldos apenás suben año tras año (debido a los acuerdos de moderación salarial que estos señores firman atribuyendose la representatición de los trabajadores) y las subvenciones a sus sindicatos crecen exponecialmente respecto a ejercicios anteriores?

En definitiva, que se preguntasen mis compañeros friamente y con mucha serenidad que es lo que habían hecho por ellos estos sindicatos.

Una vez hecho esto, y dejando a un lado la irritabilidad que me estaba produciendo esta visita, la atribución de culpas surgió y me acabe preguntando:

¿Quien es más culpable de esto, el "delegado sindical" que se aprovecha de esta situación o "nosotros", los propios trabajadores que la permitimos?


...Y lo que más me jode es que me he quedado sin caramelos!!!


Mir Amiano desde Nabo city

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